Tras ver el videoclip de Per què les coses no són més senzilles? de Mtines descubrí el trabajo de Laura Sisteró, cineasta y fotógrafa de Barcelona que te sumerge en lo misterioso, en lo reflexivo, en la ficción… Fotografías que nunca dejan de lado el carácter cinematográfico que durante tantos años ha absorbido. Una artista con la que tuve el placer de sentarme en el sofá de su estudio y charlar sobre su dirección en videoclips, en cortometrajes presentados en grandes festivales, en documentales como el de Rosalía o Dellafuente, su trabajo fotográfico… Y también spots publicitarios, que es lo que le ha financiado hasta la fecha. Por si fuera poco, ahora está terminando su primer largometraje documental, Tolyatti Adrift, que pronto saldrá a la luz.
Un film que se centra en la vieja ciudad rusa de Tolyatti, que en los años setenta era todo un símbolo de progreso y prosperidad, sobre todo por su potente industria de coches. Actualmente es la ciudad más pobre de Rusia, y los jóvenes, que crecen en una ciudad sin futuro, utilizan esos coches para crear su propio movimiento de expresión y declaración. “De alguna manera, encontré en eso una poética, una paradoja de ese coche, del simbolismo de ese objeto. Cómo algo que había empezado a ser próspero y que te otorgaba un estatus social pasaba a ser un símbolo de la rebeldía de la juventud”, nos dice. Hablamos con la natural y currante Laura Sisteró, y comentemos con ella acerca de sus proyectos, sus inquietudes y sus objetivos profesionales.
Para conocer un poco más sobre ti y tu trabajo… ¿Cómo empezaste en el mundo de la fotografía?
Estudié cine y es a eso a lo que me quiero dedicar. Cuando estudias cine te enseñan los precedentes y también empiezas a aprender de fotografía. En ese momento, me servía como una herramienta más para entender lo que era el cine, pero con el tiempo, después de terminar la carrera, empecé a trabajar en publicidad y a hacer cortometrajes también.
Como el aparato cinematográfico es algo muy grande, es una infraestructura muy grande y hay mucha presión, cuando me iba a localizar sitios siempre llevaba mi cámara. Ahí empecé a hacer fotos y me di cuenta de que en la fotografía encontraba una liberación, de alguna manera. No tenía que estar con toda esta gente alrededor, no tenía que tener equipos supergrandes. A la vez, intento que sea algo poco pervertido, porque es cierto que como directora, para ganarme la vida, me he pervertido muchísimo. Y aunque intento diferenciar mucho lo que es un proyecto personal y lo que es la publicidad, al final mi nombre como directora está desde en un anuncio para x marca hasta en un cortometraje que haya hecho.
En la fotografía he encontrado una manera de explorar lo que me gusta sin toda esa presión. Es como escribir un guion con imágenes pero partiendo desde cero.
Como el aparato cinematográfico es algo muy grande, es una infraestructura muy grande y hay mucha presión, cuando me iba a localizar sitios siempre llevaba mi cámara. Ahí empecé a hacer fotos y me di cuenta de que en la fotografía encontraba una liberación, de alguna manera. No tenía que estar con toda esta gente alrededor, no tenía que tener equipos supergrandes. A la vez, intento que sea algo poco pervertido, porque es cierto que como directora, para ganarme la vida, me he pervertido muchísimo. Y aunque intento diferenciar mucho lo que es un proyecto personal y lo que es la publicidad, al final mi nombre como directora está desde en un anuncio para x marca hasta en un cortometraje que haya hecho.
En la fotografía he encontrado una manera de explorar lo que me gusta sin toda esa presión. Es como escribir un guion con imágenes pero partiendo desde cero.
En una asignatura que estoy cursando estamos justamente hablando de la mirada y la autoría en la fotografía, y reflexionando acerca de como quién hace la foto ya está dirigiendo y seleccionando lo que aparece y lo que no. Esto tiene que ver con el individualismo y con lo que cada fotógrafo quiere transmitir. ¿Qué rasgos personales de Laura buscas reflejar en tu obra?
Mi estilo no es algo que nunca vaya a buscar, sino que ha sido algo que me he ido encontrando. He ido definiendo qué mundo era el mío. He encontrado que hay mucho cine en lo que hago, al final mis referencias son muy cinematográficas. Me inspira todo el cine que parte de lo incierto, de la intriga, de generar discursos narrativos dentro de la obra, que me generen preguntas. El misterio y la ciencia ficción me gustan mucho y sin quererlo se ponen ahí; supongo que es mi mundo.
He ido viendo que prefería tener una persona de espaldas que de cara, prefería que generara una pregunta que no tenerla de frente y hacer un retrato sobre su cara. Es muy contrario a la fotografía documental, y a mí el documental me encanta. Cuando te pones a seleccionar, generas un montaje de una narración concreta sin saberlo. Yo encuentro en eso algo maravilloso y extremadamente revelador, de dejarte esa libertad.
He ido viendo que prefería tener una persona de espaldas que de cara, prefería que generara una pregunta que no tenerla de frente y hacer un retrato sobre su cara. Es muy contrario a la fotografía documental, y a mí el documental me encanta. Cuando te pones a seleccionar, generas un montaje de una narración concreta sin saberlo. Yo encuentro en eso algo maravilloso y extremadamente revelador, de dejarte esa libertad.
Viendo tu repertorio fotográfico me fijo en la importancia que le das a los colores, a la sensación y a las posturas corporales, para que todo evoque un carácter místico y cautivador. En tu fotografía, aunque dices que no es algo que hayas buscado sino encontrado, se ve que cada detalle es intencionado, no sueles fotografiar el momento, sino que más bien buscas crear tu propia atmósfera. ¿Qué es lo que te lleva a inclinarte por este estilo?
Es porque parto del cine. En el cine, en la ficción sobre todo, tienes que pensarlo todo: tienes que tener conversaciones con los estilistas, los maquilladores, el director de foto y el actor para que todo eso evoque a algo. Por eso, como directora, siempre te hacen tener en la cabeza la intención, qué es lo que cuentas con cada plano. Ese discurso se me ha quedado grabado, y aunque no sepa mi intención, lo hago con intención.
“En la fotografía he encontrado una manera de explorar lo que me gusta sin toda esa presión. Es como escribir un guion con imágenes pero partiendo desde cero.”
¿Cómo es el proceso creativo desde que tienes la idea en tu cabeza hasta que creas o buscas el escenario que capturar?
He de decir que en fotografía aún no he partido nunca de una idea. Me he dejado llevar y he probado cosas. Y aunque no lo parezca, trabajo bastante la intuición en el momento de fotografiar. Sí que es cierto que ahora quiero desarrollar un proyecto un poco más pensado, pero, al final, mi vocación es de directora de cine y donde me como la olla máximamente es ahí. Y donde busco qué significa cada cosa, hago un tratamiento, busco referencias, busco músicas y donde me estoy mucho tiempo escribiendo una idea es ahí, en ese formato. En la fotografía voy sin ningún discurso planeado, pero, claro, sin querer, voy escogiendo cosas, si me traen ropa digo: te pones esto, te colocas así… Pero lo hago en el mismo momento. Hasta hace 2 años no trabajé nunca con modelos, simplemente aprovechaba cuando tenía una amiga en casa. Ahora, el siguiente paso es pensar una idea fotográfica e intentar crear un relato fotográfico.
Hablemos sobre el videoclip Per què les coses no són més senzilles? de Mtines, dirigido y editado por ti, y con el que descubrí tu trabajo. Creas el ambiente mediante colores complementarios como el azul y el amarillo, luces que solo iluminan el rostro o una habitación completamente blanca con cojines, sábanas y plumas. ¿Cómo logras que la letra y lo visual están perfectamente conectados?
De hecho se rodó aquí el videoclip, en mi estudio. Primero de todo, decir que Mtines ha sido el artista con el que mejor he trabajado, porque me dio mucha libertad y a pesar de que el presupuesto era muy apretado, me dejaba que pensara ideas y no me cuartaba. Esto es la primera vez que me pasa porque, hasta ahora, aunque hayan sido presupuestos muy bajos, los artistas siempre me marcaban un poco más. Con él exploré mi mundo a través de su canción e hicimos una colaboración, que es lo que tendrían que ser los videoclips de bajo presupuesto.
Por aquel entonces, justo había estado en París en una exposición de Erwin Wurm, que es un fotógrafo que trabaja con objetos y las posiciones sobre ellos. Entonces, quedamos con Marc Tinés y me contaba de qué iba la canción, y él me hablaba de una cotidianidad que no sale bien. Se me alinearon los planetas y pensé que nos podríamos basar en Wurm y cómo utiliza esos objetos cotidianos de una manera extraña. A partir de eso, pensamos un poco esa interacción de Marc con los objetos, y sí que buscaba una planificación bastante plana y sencilla para remarcar eso. Todo esto dentro de las posibilidades que tenía, que no eran muchas, pero contaba con un muy buen equipo detrás, con muchas ganas. Las directoras de arte se llaman Sommet Studio y ellas me ayudaron a darle esa colorimetría a cada plano y que se acercaran a las fotos que hago; así como Carlos Feher, el director de fotografía, que también ayudó a crear ese mundo.
Por aquel entonces, justo había estado en París en una exposición de Erwin Wurm, que es un fotógrafo que trabaja con objetos y las posiciones sobre ellos. Entonces, quedamos con Marc Tinés y me contaba de qué iba la canción, y él me hablaba de una cotidianidad que no sale bien. Se me alinearon los planetas y pensé que nos podríamos basar en Wurm y cómo utiliza esos objetos cotidianos de una manera extraña. A partir de eso, pensamos un poco esa interacción de Marc con los objetos, y sí que buscaba una planificación bastante plana y sencilla para remarcar eso. Todo esto dentro de las posibilidades que tenía, que no eran muchas, pero contaba con un muy buen equipo detrás, con muchas ganas. Las directoras de arte se llaman Sommet Studio y ellas me ayudaron a darle esa colorimetría a cada plano y que se acercaran a las fotos que hago; así como Carlos Feher, el director de fotografía, que también ayudó a crear ese mundo.
Con esto que dices, me viene a la cabeza los planos de los pies de Mtines encima de unas naranjas, y veo perfectamente como coges de referente a Erwin Wurm.
Sí, exacto. Viene de ahí la idea.
Pasando a otros proyectos tuyos, recuerdo ver el documental de Rosalía para Red Bull Music hace tiempo, sin saber quién lo había dirigido. Este tiene un tono muy personal, y vemos a la artista haciendo videollamadas junto a su hermana Pili con su madre, los ensayos con las bailarinas y la coreógrafa, las caras y emociones del público, y hasta habla Palomo Spain. Cuéntanos un poco más sobre este proyecto y cómo lo llevaste a cabo.
Esto fue muy guay porque yo justo estaba empezando la preproducción de mi primer largometraje documental y le llegó este trabajo a Boogaloo Films, que es la productora que me hace este proyecto, y pensaron en mí y en seguida cuajó la idea. Creo que el éxito de ese documental es que estábamos en un momento muy concreto de ella, que era la semana antes de la presentación de El mal querer, que hoy en día ya es como un disco histórico.
Era muy importante que hubiera una relación de confianza, lo máximo que pudiera, porque sé que los artistas, sobre todo cuando tienen mucho curro y presión, pueden tener una idea muy negativa de la cámara porque es algo que no controlan. Aparte, están acostumbrados a la prensa, y pueden verlo como un instrumento invasor. Por eso, el primer día fui sola y estuve con ella e iba con una cámara pequeña, estuvimos hablando, cenando con Charm La’Donna (coreógrafa), Rosalía y Ferrán Echegaray (director artístico).
Fue muy guay, pude explicar mis proyectos y ahí ella entendió quién soy y se me abrió esa puerta. Al día siguiente fui con Maria Codina, y el resto del equipo a rodar, la directora de fotografía, y éramos un equipo superreducido e intentábamos ser lo menos intrusivos posible, aún teniendo que estar ahí muchas horas. Y Pau Luzón y yo pudimos hacer el montaje, que al fin y al cabo es una construcción. En este caso, se trataba de la construcción de la artista que es fácilmente deshumanizada. De mostrar a una chica muy currante, que tiene sueños, que viene de cantar en restaurantes y hablar de esto desde una manera íntima. Creo que lo conseguí.
Era muy importante que hubiera una relación de confianza, lo máximo que pudiera, porque sé que los artistas, sobre todo cuando tienen mucho curro y presión, pueden tener una idea muy negativa de la cámara porque es algo que no controlan. Aparte, están acostumbrados a la prensa, y pueden verlo como un instrumento invasor. Por eso, el primer día fui sola y estuve con ella e iba con una cámara pequeña, estuvimos hablando, cenando con Charm La’Donna (coreógrafa), Rosalía y Ferrán Echegaray (director artístico).
Fue muy guay, pude explicar mis proyectos y ahí ella entendió quién soy y se me abrió esa puerta. Al día siguiente fui con Maria Codina, y el resto del equipo a rodar, la directora de fotografía, y éramos un equipo superreducido e intentábamos ser lo menos intrusivos posible, aún teniendo que estar ahí muchas horas. Y Pau Luzón y yo pudimos hacer el montaje, que al fin y al cabo es una construcción. En este caso, se trataba de la construcción de la artista que es fácilmente deshumanizada. De mostrar a una chica muy currante, que tiene sueños, que viene de cantar en restaurantes y hablar de esto desde una manera íntima. Creo que lo conseguí.
Exacto, a mí me gusta mucho por eso mismo, porque es muy personal y porque creo que se refleja mucho quién es ella y lo ambiciosa que es. Quizás es lo que dices tú, era el momento clave porque se estaba dando a conocer pero mucha gente la estaba descubriendo en ese momento, nada que ver con cómo es ahora.
Total, ¡sí! Me acuerdo que justo en ese momento estaba en Madrid y vino un colega mío de Los Ángeles. Le expliqué el proyecto, y me decía “no sé quién es”, y al cabo de un tiempo me acuerdo que me escribió como “Rosalía, yo sé quién es, estuve ahí”. No se creía que esa tía tan increíble fuera a la que yo le estaba haciendo el documental. Y aparte, en YouTube se puso en tendencias en seguida. Yo creo que es el documental que más gente se va a ver en mi vida. Dura 10 minutos, que mucha gente suele pensar qué pereza, pero tiene muchísimas visualizaciones.
También has codirigido junto a Alejo Levis un cortometraje titulado Waste, que se presentó en festivales como Sitges o Málaga. ¿Cómo es unir dos mentes pensantes, o como vosotros mismos os hacíais llamar, Doscabezas?
Con Alejo codirigí durante 2 o 3 años. Él es una persona súper creativa, con muchos referentes. Le conocí porque hice de ayudante de dirección de su segunda película, y ahí nos dimos cuenta de que teníamos referentes muy similares y su mundo me atraía un montón. Queríamos hacer algo juntos, hicimos algo de publicidad y también este corto.
Waste parte del director de fotografía Juli Carné que estaba en un momento de su carrera que, aunque ya era muy bueno, necesitaba tener una pieza de ficción que le pusiera en otro lugar. Me vino a mí y yo justo había conocido a Alejo así que lo hicimos juntos. Pero partía un poco de esa idea, intentamos cuidar mucho la parte de fotografía para que Juli estuviera cómodo en ello, porque él era el productor ejecutivo del cortometraje.
Pasaron muchas cosas, pero yo estaba contenta porque, además, se estrenó en Sitges, que es un festival que siempre me ha gustado mucho, justo cumplía 30 años y era como: “vas bien Laura”. Pero sí, Waste al final es un cortometraje que tiene mucho de ese mundo de la ficción que me gusta.
Sí que quizás es un demasiado extraño y poco accesible, pero tiene un poco de ese mundo de misterio. Y es curioso porque es como si yo tuviera múltiples personajes, porque por una parte me gusta mucho lo documental, lo real, aunque dándole una visión estética muy narrativa; pero cuando me pongo a escribir ficción me voy al género directamente, al misterio, al thriller, ciencia ficción existencialista o filosófica… Siempre me voy a estos temas. Es un poco extraño, pero supongo que una cosa compensa a la otra, soy libra, es lo que tiene.
Waste parte del director de fotografía Juli Carné que estaba en un momento de su carrera que, aunque ya era muy bueno, necesitaba tener una pieza de ficción que le pusiera en otro lugar. Me vino a mí y yo justo había conocido a Alejo así que lo hicimos juntos. Pero partía un poco de esa idea, intentamos cuidar mucho la parte de fotografía para que Juli estuviera cómodo en ello, porque él era el productor ejecutivo del cortometraje.
Pasaron muchas cosas, pero yo estaba contenta porque, además, se estrenó en Sitges, que es un festival que siempre me ha gustado mucho, justo cumplía 30 años y era como: “vas bien Laura”. Pero sí, Waste al final es un cortometraje que tiene mucho de ese mundo de la ficción que me gusta.
Sí que quizás es un demasiado extraño y poco accesible, pero tiene un poco de ese mundo de misterio. Y es curioso porque es como si yo tuviera múltiples personajes, porque por una parte me gusta mucho lo documental, lo real, aunque dándole una visión estética muy narrativa; pero cuando me pongo a escribir ficción me voy al género directamente, al misterio, al thriller, ciencia ficción existencialista o filosófica… Siempre me voy a estos temas. Es un poco extraño, pero supongo que una cosa compensa a la otra, soy libra, es lo que tiene.
En Waste hasta los colores tienen un significado conceptual, los tonos rosados y los azules claros tienen connotaciones como la feminidad o la infancia. ¿Se trata de una historia que cuenta las relaciones de poder y el deseo desde la metáfora?
Básicamente empezó con las relaciones de poder que se basan en un objeto inútil, es decir, para mí casi habla de las creencias. Algo que ellas hasta se matan por tener (ese poder), no es nada desde otro punto de vista, es ‘waste’, son desechos para otra gente. Tú desde esos desechos has hecho tu propia creencia, por la cual matarías a otra persona. Por eso, el momento en que rompe el lápiz, es eso: es solo un lápiz y se termina el cuento. Evidentemente, después había toda una carga sobre la cosificación de la mujer, de su sexualización frente a un objeto… bueno, como un lápiz (risas). Esa infantilización que les provoca también ese lápiz. No es subtexto porque al final van en ropa interior todo el rato, pero había un poco esa idea.
Llevas mucho tiempo trabajando en quizás tu proyecto más grande, un documental en forma de largometraje que lleva el nombre de Tolyatti Adrift. ¿Qué te llevó a retratar la situación de una pequeña ciudad tan lejana y, de hecho, la más pobre de Rusia?
El germen viene de hace mucho tiempo, hace 6 años fui con un amigo para investigar en esa ciudad tan pobre de Rusia, me interesaba la adolescencia, cómo un adolescente sobrevive a esos primeros pasos hacia hacerse adulto en una ciudad donde no hay futuro, no hay esperanza. Porque es cierto que la adolescencia es un momento muy clave donde empiezas a abrir los ojos y ves lo que te rodea; y a partir de ahí o lo aceptas, te rebelas, te vas o encuentras una manera de subsistir a eso.
Cuando llegué allí, por mi sorpresa, descubrí que era el Detroit ruso, en los años 70 era una ciudad donde la gente de toda la Unión Soviética iba a trabajar ahí. Era una ciudad próspera y ahora se ha generado una distopía de ese momento, ahora los chavales no tienen nada que hacer, es una ciudad medio abandonada. Se ha creado una subcultura de estos chavales que se compran los coches que fabricaban sus abuelos, se los compran por nada o los cogen en desguaces, y entre ellos se cambian piezas, hacen graffitis, y hacen drift y carreras.
Pero ese viaje de descubrimiento es solo un germen, es una realidad que está allí y no pertenece a nadie, no es la película. Para crear realmente la película, ha habido un proceso muy grande de aprendizaje, de buscar productora, encontrar los personajes y las historias adecuadas, escribir y reescribir mucho, encontrar financiación (cosa muy complicada en España), salir a rodar con muy poco, editar y reeditar mil veces, en fin, muchísima dedicación y esfuerzo por parte de todo un equipo.
Cuando llegué allí, por mi sorpresa, descubrí que era el Detroit ruso, en los años 70 era una ciudad donde la gente de toda la Unión Soviética iba a trabajar ahí. Era una ciudad próspera y ahora se ha generado una distopía de ese momento, ahora los chavales no tienen nada que hacer, es una ciudad medio abandonada. Se ha creado una subcultura de estos chavales que se compran los coches que fabricaban sus abuelos, se los compran por nada o los cogen en desguaces, y entre ellos se cambian piezas, hacen graffitis, y hacen drift y carreras.
Pero ese viaje de descubrimiento es solo un germen, es una realidad que está allí y no pertenece a nadie, no es la película. Para crear realmente la película, ha habido un proceso muy grande de aprendizaje, de buscar productora, encontrar los personajes y las historias adecuadas, escribir y reescribir mucho, encontrar financiación (cosa muy complicada en España), salir a rodar con muy poco, editar y reeditar mil veces, en fin, muchísima dedicación y esfuerzo por parte de todo un equipo.
Me parece muy interesante, como tú dices, es totalmente una distopía. ¿Osea que retratas la realidad de esos jóvenes?
Totalmente. De alguna manera, encontré en eso una poética, una paradoja de ese coche, del simbolismo de ese objeto. Cómo algo que había empezado a ser algo próspero, y que te otorgaba un estatus social, pasaba a ser un símbolo de la rebeldía de la juventud. Era como un grito de una ciudad como esa en Rusia, donde no te puedes casi manifestar. Además, son adolescentes y a muchos no les importa la política.
Tienen pegatinas en los coches que ponen “orgullo de pobre”, “jóvenes en jigulís” (el tipo de coche). Hay algo muy poético en todo eso, es como que les da fuerza acogerse a un símbolo que ya no sirve y, a la vez, que les ha llevado a donde están ahora.
La película es el seguimiento de tres de esos personajes en un año, el más importante de sus vidas hasta ese momento. Se van haciendo mayores y tienen que decidir si se van a quedar en la ciudad, si se quieren ir, o si no quieren ir al servicio militar que tienen que hacer.
Tienen pegatinas en los coches que ponen “orgullo de pobre”, “jóvenes en jigulís” (el tipo de coche). Hay algo muy poético en todo eso, es como que les da fuerza acogerse a un símbolo que ya no sirve y, a la vez, que les ha llevado a donde están ahora.
La película es el seguimiento de tres de esos personajes en un año, el más importante de sus vidas hasta ese momento. Se van haciendo mayores y tienen que decidir si se van a quedar en la ciudad, si se quieren ir, o si no quieren ir al servicio militar que tienen que hacer.
¿Y ahora mismo en que etapa estáis? ¿Hay fecha prevista para su presentación?
Ahora estamos en postproducción terminándolo, y estamos pendientes de los festivales. Estamos esperando aún dónde va a ser, al final, el primer festival te marca todo lo demás. Yo estoy muy contenta, llevamos mucho tiempo y he aprendido muchas cosas. Siempre le digo a la gente que si me seguís en Instagram voy a hacer tanto spam que no tenéis por qué preocuparos, lo veréis seguro cuando se vaya a estrenar. Pero yo creo que será a principios de 2022.
También has trabajado en varios spots publicitarios. ¿Cómo cambia tu manera de trabajar cuando te enfrentas a un proyecto personal a cuando trabajas para una marca o empresa que te marca unas pautas a seguir?
Me enfrento con mucha filosofía, hago meditación y voy al terapeuta (risas). Lo cierto es que ya llevo 10 años o más en la profesión de directora de publicidad y ya sé un poco cómo funciona. Cambia mucho, muchísimo.
No me siento autora de lo que hago en publicidad. Sí que lo disfruto porque me ha hecho rodar mucho, conocer a mucha gente, y muchos de ellos ahora son mis amigos. Son buenos equipos y hay creativos muy guays que te inspiran, aunque trabajen con marcas y tú trabajes con tus ideas. Es muy diferente porque cuando trabajas para una marca, el fin de lo que haces siempre es vender la marca, y cuando trabajas para ti mismo el fin puede ser totalmente otro. Es inspirar, dar a conocer una realidad, hacer pensar. Estás más en la banda de la cultura y va hacia otro lugar. En publicidad la base es vender un producto y te tienes que adaptar.
No me siento autora de lo que hago en publicidad. Sí que lo disfruto porque me ha hecho rodar mucho, conocer a mucha gente, y muchos de ellos ahora son mis amigos. Son buenos equipos y hay creativos muy guays que te inspiran, aunque trabajen con marcas y tú trabajes con tus ideas. Es muy diferente porque cuando trabajas para una marca, el fin de lo que haces siempre es vender la marca, y cuando trabajas para ti mismo el fin puede ser totalmente otro. Es inspirar, dar a conocer una realidad, hacer pensar. Estás más en la banda de la cultura y va hacia otro lugar. En publicidad la base es vender un producto y te tienes que adaptar.
En otra entrevista hablabas sobre sacar tu primer fotolibro. ¿Qué nos puedes decir sobre esto?
Ostras, ¡has hecho research, eh! Sí, es algo que me encantaría y quiero que sea algo más pensado. Me he dado cuenta de que no puedo hacerlo todo. Estoy en un momento que tengo mis prioridades, y aunque la fotografía está muy arriba ahora mismo estoy terminando el largometraje y tengo que estar ahí acompañando esos últimos pasos.
Sigo haciendo fotos pero siguiendo algo más liberador, que no me genere presión, que no sea otro peso más en la mochila. Me encanta tener la mochila llena de proyectos porque soy así, me levanto por la mañana y ya pienso en mil ideas, pero todo no puede ser.
En este momento, por mi bien y por el de los que me rodean –porque cuando estoy estresada no soy una buena persona para tener al lado (risas)– tengo que estar con esto. Además, también estoy terminando otro proyecto de largometraje documental de una marca que justo me vino con lo de Rosalía, y es también un proyecto bastante grande. Estoy terminando muchas cosas, pero sí, mi siguiente proyecto de foto me gustaría que fuera un fotolibro. Ahora, de hecho, me voy a Los Ángeles a empezar un proyecto de publicidad documental, pero mi idea es empezar con ese relato fotográfico que quiero hacer.
Sigo haciendo fotos pero siguiendo algo más liberador, que no me genere presión, que no sea otro peso más en la mochila. Me encanta tener la mochila llena de proyectos porque soy así, me levanto por la mañana y ya pienso en mil ideas, pero todo no puede ser.
En este momento, por mi bien y por el de los que me rodean –porque cuando estoy estresada no soy una buena persona para tener al lado (risas)– tengo que estar con esto. Además, también estoy terminando otro proyecto de largometraje documental de una marca que justo me vino con lo de Rosalía, y es también un proyecto bastante grande. Estoy terminando muchas cosas, pero sí, mi siguiente proyecto de foto me gustaría que fuera un fotolibro. Ahora, de hecho, me voy a Los Ángeles a empezar un proyecto de publicidad documental, pero mi idea es empezar con ese relato fotográfico que quiero hacer.
Y, para acabar, ¿cuáles son tus planes de futuro? ¿Alguna aspiración a nivel profesional que estés empeñada por cumplir?
¡Soy freelance, el futuro no existe! Lo que quiero es pasarme totalmente a la parte de la cultura. Mi sueño sería eso: trabajar desde mis proyectos personales y tener más tiempo para ello.
Trabajar con personas es diferente que trabajar con marcas. Quiero poder explorar más desde lo artístico, hacer otra película, también tengo un siguiente proyecto documental y otro de ficción… No te puedo desvelar mucho más, mi idea es que ese traspaso vaya pasando.
Trabajar con personas es diferente que trabajar con marcas. Quiero poder explorar más desde lo artístico, hacer otra película, también tengo un siguiente proyecto documental y otro de ficción… No te puedo desvelar mucho más, mi idea es que ese traspaso vaya pasando.