A estas alturas es casi imposible no haber oído a hablar de Rosalía, la artista que está derrumbando las barreras entre el flamenco y el siglo XXI. Quizá es precisamente porque tiene un pie en la tradición y otro en la experimentación más contemporánea por lo que resulta tan complicado definirla con pocas palabras. Camaleónica, moderna, magnética, presente. Su forma de entender el arte no tiene límites —ni de forma, ni de contenido— porque viene de ella, de una expresión libre y personal, que ataca lo más íntimo desde un lenguaje universal como es la música. La buena música, en este caso. Hablamos con ella, para conocerla un poco mejor y saber qué se trae entre manos, y aprovechamos para presentar el trabajo que ha realizado con el fotógrafo Javier Castán, una editorial con estilismos de Maria Ke Fisherman. Una prueba más de que Rosalía no se encariña con una sola etiqueta.
Cuando estás en un escenario, uno tiene la sensación de no poder mirar nada más y, sin embargo, estar viendo todo un mundo a la vez. Cuando un artista tiene esto, tiene presencia; algo muy valioso que se da pocas veces. ¿En qué piensas cuando estás en un escenario? ¿O, simplemente, no piensas en nada y sólo haces lo que tienes que hacer?
¡Muchas gracias! Cuando subo al escenario sólo trato de concentrarme en aquello que voy a hacer. Hace unos años descubrí la importancia de poner todas tus células en una sola cosa. En la medida en que te concentras en una acción es cuando más puedes acercarte al perfeccionamiento.
Eres cantaora pero te hemos escuchado en temas de trap. También cantas soul y R&B. ¿Sientes la necesidad de escoger uno de estos estilos para definirte? ¿O lo que te define es, precisamente, esta capacidad de saltar de un género a otro?
Yo he elegido formarme en gran parte como cantaora, pero no he dejado de hacer aquello que tuviera inquietud de hacer. Si he necesitado técnica me he puesto a estudiar lírico, si me ha llamado la atención la música negra, me he sumergido también en ella. Respeto mucho el flamenco, tanto como para haber hecho una carrera sólo dedicada a este género, pero eso no significa que vaya a dejar de hacer música que me motive para conseguir mayor aceptación o credibilidad. Creo que es mi trabajo el que tiene que hablar por sí solo. Los artistas de mi generación somos mucho más globales y tenemos pocos prejuicios a la hora de atrevernos con varios géneros, así que tenemos que defender esta libertad. Hoy en día la pureza está en lo heterodoxo, en estar formado de muchas cosas distintas y llevarlo por delante.
Desprendes sobriedad en el escenario y desenfado y frescura a pie de calle. ¿Crees que tu estilo, por ejemplo a la hora de vestir, es una materialización de la polivalencia que te caracteriza como artista?
Supongo que sí, el vestuario me acompaña en lo que vaya a hacer. Según como me sienta me visto, y cuido mucho lo que me pongo en el escenario porque eso me lleva a cantar de una forma u otra.
Hablemos de Los Ángeles, tu proyecto de flamenco con Raül Refree. Es flamenco, sí. Pero también es otras cosas. Habéis experimentado con los géneros, teniendo presente la tradición, y eso es siempre algo refrescante. ¿Cuál ha sido el rol de cada uno? ¿Qué es lo innovador que ha salido de esta unión?
Yo no sé si hay innovación o no en nuestro trabajo, porque aquello que hacemos al final es una necesidad personal y musical. Nuestra intención ha sido la de crear un discurso propio y de adaptar una música tradicional a como la sentimos nosotros dos en el momento que estamos viviendo.
Hubo magia en la presentación de vuestro trabajo en la Sala Apolo. La simbiosis entre voz y guitarra puso los pelos de punta a un público que se sintió parte de la actuación. ¿Cómo de importante es para ti la puesta en escena para que se den este tipo de conexiones?
Sí que sentí esa magia, la verdad es que fue muy emocionante colgar el cartel de ‘sold out’ en la Sala Apolo, ver a 400 personas aplaudiendo de pie al terminar la actuación me impactó. Puede que parte de la magia viniera de esa emoción. La puesta en escena es un conjunto de elementos a cuidar, pues todos tienen un mismo fin: el conjunto de la obra, el mensaje final, la experiencia que vaya a vivir el público, cada uno con su viaje.
“Creo que es mi trabajo el que tiene que hablar por sí solo.”
Las canciones que interpretáis son perlas del flamenco. Vosotros las habéis cogido y pasado por el filtro de lo contemporáneo. Aun así, muchas de ellas son como cuentos que narran historias, todas ellas alrededor del tema de la muerte. ¿Qué significan para ti estos cantes? ¿Podrías considerarte, en cierto modo, narradora de esas historias?
Sí, yo me siento como un canal. Como tú dices narro esas historias pero no son mías, no me pertenecen. Yo tengo amor por esos cantes y eso hace que me ponga al servicio de ellos.
Eres muy activa en las redes sociales, sobre todo en Instagram. ¿Como artista, qué ventajas ves en estas plataformas? ¿Te han ayudado en tu carrera?
Sí, todo empezó vía internet con muchísima gente con la que actualmente colaboro. El mundo virtual amplifica las posibilidades de conexiones de una forma brutal. Si publicas algo en redes sociales dónde y cuándo es oportuno puedes hacer que tu trabajo llegue a un número muy grande de gente, muy rápido y de forma muy directa.
Cuando decimos que no te encariñas con ninguna etiqueta, no sólo nos referimos a nivel musical. De repente también puedes ser modelo para Maria Ke Fisherman en un proyecto con Javier Castán. ¿Cómo ocurre todo esto? ¿Cuál es tu relación con la moda?
La verdad es que yo no me siento como una modelo para Maria Ke Fisherman. Estas fotos son algo que ocurre cuando Javier y yo tenemos ganas de hacer algo juntos, pues yo admiro mucho su trabajo al igual que admiro esta marca de ropa. Con Javier pensamos mano a mano qué tipo de sesión queríamos hacer y yo propuse la ropa de Maria porque me siento identificada con la actitud y fuerza de sus diseños. Para mí la moda es arte, y es una vía más mediante la cual expresarse. Aquello que llevas puesto habla de ti, y la estética es una forma de reforzar la idea que quieras dar a los demás de ti mismo.
En una entrevista te escuché decir que tú no querías “pegar un bombazo” y conseguir el éxito de un día para otro. Tú querías trabajártelo, sacar solamente cosas en las que crees, hacerlo todo bien y sin prisas. Es un planetamiento muy sensato, pero quizá entra en contradicción con el funcionamiento de la industria de la música en la actualidad. ¿Qué te parece el hecho de que, muchas veces, se anteponga la inmediatez a la calidad?
Yo no la antepongo. Entiendo que el mundo en el que vivimos tenga un ritmo y unas exigencias, pero en mi caso es prioritario el proceso creativo. Si un disco necesita dos años de maduración debes dárselos, porque al final eso es lo que va a quedar de ti y de tu obra, por decirlo de alguna forma. Aquello que es de calidad sobrevive a los años mientras que aquello que no tiene fundamentos y es sólo tendencioso suele tener más que ver con la inmediatez. Con esto no digo que tengas que tirarte seis meses para componer un tema, hay veces que una composición sale fluida en una tarde y es porque eso tiene sentido así. Creo que hay que saber leer los tiempos y necesidades de cada proceso creativo.
Cuéntanos los proyectos que tienes entre manos en este momento.
Actualmente estoy centrada en el proyecto de Los Ángeles pues necesita dedicación. También tengo entre manos mi proyecto de final de carrera, del cual aun no puedo desvelar nada.
Por último, ¿cuándo y cómo podremos comprar o escuchar Los Ángeles?
Si todo va tal y como está previsto, Los Ángeles verá la luz entre finales de enero y principios de febrero de 2017.