Mientras todo esto ocurría, Kyne abría la sala Club. El RnB de la barcelonesa ponía a todos a bailar y dejaba el espacio listo para seguir disfrutando en este escenario más íntimo. También estuvieron los chicos de Spanish Mafia, Mbodj, Aire o E.T.M. Y, para terminar, una actuación no recomendada para epilépticos: la actuación del productor londinense Sega Bodega, que cerraba Club por todo lo alto.
Loom no paraba de movernos de un sitio a otro, de artista en artista, y haciendo de cada momento una oportunidad de disfrute y reflexión también. ¿Te imaginas cuántas cosas se podrían crear a partir de toda la basura que producimos? Francisco de Pájaro sabe un rato de esto. Bajo el pseudónimo Art is Trash, el artista lleva años convirtiendo las bolsas de basura y muebles abandonados en obras de arte efímeras cargadas de crítica social. En otra sala, una instalación de luz y sonido con barras led suspendidas en el aire nos adentraba en un estado mental atípico, de la mano de Cristian Rizzuti. Y fuera, en el patio, un taller con sellos te daba la oportunidad de colgar tu propio mensaje, y los pudimos ver de todo tipo: ‘artgasme’, ‘evolución’, e incluso un ‘ontas? t pago el uber’.
Durante las actuaciones no faltaron los visuales, muchos de ellos de Andrei Warren, a quien pudimos ver por el evento. Quienes tampoco se lo quisieron perder fueron
Ana Sting, la diseñadora Mimi Wade, Andrea Vandall, la estilista Natalia Castillo o el fotógrafo Hug Feijoo.
Loom ha propuesto un formato donde la interacción entre artistas y público es lo primordial, y así se ha visto en esta segunda edición. Justo de esto hemos hablado con Gloria Ferrer, uno de los componentes de Loom Collective, que nos ha comentado que, para ella, “el mayor éxito ha sido la interacción entre las obras, la gente y los artistas”. La primera edición fue todo un éxito y esta se ha superado. Así que seguro que nos vemos el año que viene, Loom.