La sinestesia ha sido el leitmotiv y el motor que ha servido de inspiración para el evento y sus diferentes actuaciones; esa alteración de los sentidos ha hecho que nos transportáramos a otras galaxias por un día con nuevas formas de conectar, tecnología, música, arte, y performance. Nada más entrar en Utopía encontrábamos Orquideario, un proyecto de Daniel Del Valle que presentaba un bosque surrealista con esculturas vivas hechas con orquídeas. Moda y naturaleza y, por supuesto, una llamada a la interacción del espectador: unos orificios dejaban ver la obra desde diferentes perspectivas.
Más adelante, caras de sorpresa y un silencio propio de un ritual sagrado. El momento lo requería: la performance Mantis, de Candela Capitán en colaboración con Insecthaus. La bailarina se encontraba desnuda con una especie de capa de cera recubriéndole la piel y metida dentro de una especie de caja/ataúd de cristal. Candela parecía haber entrado en trance, sus movimientos lentos y tensos creaban una imagen impactante que abría el debate sobre la línea que separa lo digital y lo natural. A lo largo del día fuimos redescubriendo que, en realidad, estos dos conceptos en principio opuestos están más cerca el uno del otro de lo que creíamos.
Durante todo el evento, los componentes de Col·lectiu VVAA hacían que los asistentes detuviéramos lo que estábamos haciendo para ver con qué nos sorprendían –vestidos de blanco como salidos de un laboratorio iban por las diferentes salas con sus actuaciones, que fueron desde la construcción de un ser hinchable y reflectante a la crítica de las redes sociales y el egocentrismo.