Empecé a experimentar en 2007, soy del 85, así que a los 22, cuando estaba en la carrera. El sensor me lo implanté en 2013, antes fueron los pendientes. El proceso comienza siempre haciendo algo permanente pero externo al cuerpo, cuando te adaptas ya se puede implantar. No sería lógico comenzar con un implante por si tu cuerpo no se adapta o no lo acepta, no solo físicamente, sino también psicológicamente. Cada persona y cada sentido son diferentes. Es emocionante ver como se adapta cada uno. Neil y yo hacemos una diferencia entre si hay gente artificial o sentidos artificiales: gente artificial sería que te diera información y tener un nuevo sentido es percibirlo, es la colaboración entre la tecnología y el cerebro. El año pasado creamos una compañía llamada Cyborg Next en la que ofrecemos nuevos sentidos a la gente, el primero trata de un implante que vibra cuando te sitúas al norte, está inspirado en cómo algunos animales se orientan en el espacio. Es una forma muy diferente de interactuar entre tecnología y cerebro. Hemos vendido como 300 sentidos y cada uno tendrá su proceso de adaptación.