Cuando hablas con alguien que tiene las cosas claras, sabe lo que quiere y trabaja hasta conseguir cada uno de los retos que se ha propuesto, se nota desde el principio. Ana Sting es una de esas personas. A los 19 años se fue de casa y comenzó una ruta vital por varios países hasta llegar a París, ciudad en la que está establecida ahora mismo. Siguiendo su instinto y sacando el máximo partido a todas sus experiencias, Ana ha logrado convertir su pasión por la fotografía en una profesión. No sabemos cuáles serán sus próximos pasos, pero estamos seguros de que esto es solo el principio.
Háblanos un poco de tus orígenes, ¿cuándo empezó a interesarte el mundo de la fotografía?
Mi primer contacto con la fotografía lo recuerdo en el colegio; solía pedirle a mi madre que me comprara cámaras de usar y tirar para poder documentar bien todas las salidas que hacíamos. Me encantaba hacer fotos de lo que me parecía divertido o diferente, también me gustaba fotografiar a mis amigos y hacerles posar. Tengo muchos álbumes de mi infancia, y me encanta poder hojearlos y ver la pureza e inocencia de mi mirada a través de la cámara, en aquella época. Me recuerda, a veces, que siga mi instinto, y que continue fotografiando y haciendo aquello que me transmita algo de verdad. Hacer, de aquello sin vida, algo con alma capaz de transmitir sensaciones a otros.
¿Ha habido alguna figura en tu vida que te haya guiado a la hora de conducir ese interés de un modo profesional?
No especialmente, mi madre y mi abuelo me han dicho siempre que haga lo que el corazón me dicte, y que yo soy la única persona consecuente de mis actos y pensamientos. Si eso que te apasiona se convierte en profesión, todavía mejor, así que eso hago yo. Tienes que dejar que las cosas fluyan y no obsesionarte con ellas, todo llega porque tú lo has atraído, y la mayoría de veces lo hace de forma indirecta. De todos modos, sé que a veces es difícil seguir estas palabras, y todavía más siendo una persona ambiciosa y perfeccionista.
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Desde hace un tiempo vives entre Barcelona y París. ¿Qué es lo que te llevó a irte fuera?
Me fui de casa por primera vez con diecinueve años, y estuve viviendo en diferentes ciudades hasta los veintidós, cuando me quedé un año en Barcelona. Me encanta viajar, aprender nuevas lenguas y conocer gente y culturas diferentes a la mía. París está en mi corazón desde hace tiempo; siento un amor infinito por esta ciudad que evoca melancolía y que es perfecta para mí y para crear –y que también te brinda muchas oportunidades laborales. Cuando dejé mi último trabajo como estilista, no lo dudé ni un momento: quería aprender francés y descubrir la ciudad, quería vivir esta etapa de mi vida allí y dejarme alimentar por ella.
¿Qué te ofrece cada ciudad, desde el punto de vista creativo?
En París hay muchos museos de una calidad exquisita, los edificios hablan por sí solos, toda la ciudad es una poesía constante, y para mí es una fuente de inspiración sin fin, como te decía. También supone aprender una nueva lengua, conocer una nueva cultura, nuevos lugares, gente nueva. Para mí, es como cualquier otro proceso de creación: la absorción de estímulos externos y desconocidos, para después plasmarlos y desarrollarlos de una forma artística y personal. Para crear, hay que inspirarse primero.
Barcelona, por otro lado, es mi ciudad natal y donde me desenvuelvo mejor, tengo a mis amigos y a mi familia, encuentros con el mar… Es otra atmósfera mucho más relajada. Me gusta mucho más la gente de Barcelona, pero supongo que eso tiene que ver con mi propia cultura y mi relación directa con ella. ¡Y no me puedo olvidar de su arte y su comida! 
¿Crees que hay alguna diferencia en la manera como se valora la creatividad en Francia y en España?
Artísticamente hablando, todo el mundo aprecia el buen trabajo y la calidad; aunque si hablamos de remuneración, la cosa cambia…
¿Has hecho alguna vez un viaje que te haya marcado de una manera especial?
Todos los viajes son especiales, todos te nutren y te dejan respirar un poco, te dejan volver a ser un niño y observarlo todo con ojos grandes y boca abierta. Para mí, todo lugar desconocido es algo especial. Lo nuevo, sobre todo en lo referente a lugares, hay que tratarlo de una manera muy bonita, y estar abierto de alma y de mente para dejar que te pasen cosas maravillosas en cualquiera de las escapadas que vayas a realizar a lo largo de tu vida. 
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La mayor parte de tu trabajo se puede clasificar dentro de la fotografía de moda, pero en muchas ocasiones esta queda en un segundo plano. ¿Qué significa la moda para ti y cómo definirías tu relación con ella?
La moda es algo muy delicado; es algo bonito y que hay que valorar, para mí es arte. No estoy de acuerdo con el consumo masivo ni el fast fashion, ni todo lo que esto conlleva en cuanto a la sostenibilidad de nuestro planeta y los derechos humanos de los trabajadores de muchos países. Aunque en estos momentos la moda no sea algo imprescindible en mi vida personal –como lo fue hace unos años cuando tuve el blog–, sí que está directamente relacionada con mi trabajo como fotógrafa y estilista.
Muchos de tus trabajos son en blanco y negro o bastante neutros en cuanto al color, algo que encaja perfectamente con la atmósfera fría que envuelve gran parte de tus fotos. ¿A qué crees que se debe?
Pues no me había fijado hasta que me lo has preguntado, pero es verdad. Creo que tiene que ver con la forma en la que veo la vida. Las tonalidades suaves, una esfera algo romántica e idealizada y luces como la golden hour son cosas que me fascinan. También soy un poco melancólica y me gustan las atmósferas sutiles y acogedoras; me inspiro mucho con las pinturas del barroco y con el claroscuro y el tenebrismo de este movimiento artístico, así que supongo que eso se ve reflejado en lo que hago.
Entre tus trabajos más recientes se encuentra una serie de fotografías de detalles de flores, hojas y otros elementos vegetales. ¿De qué manera influencia la naturaleza tu estilo?
La casa de mi abuelo está cerca del mar y me he criado allí; siempre le ayudaba con su huerto, recogiendo verduras y frutas y aprendiendo sobre plantas y flores, entre un silencio que únicamente se rompía por la brisa o por los insectos. Era muy especial. Él me ha enseñado a amar la naturaleza y a valorarla, me encanta sentirme conectada a algo tan real. Además, siempre he ido mucho a la montaña con mi familia, y eso es algo que está muy dentro de mí.
Por otro lado, me agobia el contacto constante con las personas, necesito tiempo sola y silencio, necesito calma, y fotografiar estos elementos vegetales me da todo eso. Puedo hacer fotos y, a la vez, estar sola sin nadie que me hable; este proceso me conecta a la fotografía de una forma muy diferente; simplemente, me hace muy feliz. Además de todo esto, me gusta enlazar estas series a mis fotografías de moda y darles así un toque personal.
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Eres una persona muy activa en Instagram y lo utilizas a modo de diario. ¿Crees que es imposible llegar a destacar en el 2016 sin tener presencia en redes sociales?
La verdad es que Instagram es un buen medio en el que compartir imágenes y donde poder reflejar lo que te gusta, en lo que te fijas, cuál es tu visión de las cosas que te rodean, los detalles… También, obviamente, es una buena plataforma para poder compartir y hacer visible tu trabajo de una manera rápida, y muchas veces con mayor influencia e impacto mediático. Así que, sí, lamentablemente hay que estar presente en las redes sociales. El mundo va muy rápido y la gente no tiene tiempo de esperar, de buscar; todo se resume en segundos y en likes, así que si quieres mayor visibilidad en tu trabajo tienes que hacerte hueco en esta jungla y dejarte ver.
¿Cuáles crees que son sus beneficios para alguien que se dedique específicamente a la creatividad?
Creo que el único beneficio es la visibilidad. Las redes sociales son un arma de doble filo, ya que exponerte significa afrontar críticas, y no todo el mundo es lo suficientemente fuerte como para aguantar cierta presión. Creo que, antes de exponerte a ti mismo o tu trabajo, tienes que saber qué quieres y quién eres, y sobre todo entender que no a todo el mundo le va a gustar lo que haces, o simplemente tú como persona. Ser fiel a ti mismo, aceptarte y sentir lo que haces, es esencial antes de empezar a mostrar tu material –si no quieres entrar en un dilema profesional, o incluso personal.
Últimamente te has interesado por la ilustración y la pintura. ¿Qué te ofrecen estas dos disciplinas que no encuentres en la fotografía?
Desde pequeña he ido a clases de dibujo y pintura, y a día de hoy sigo con ello: eso es algo que me provoca una sonrisa enorme. Cuando eres un niño, haces verdaderamente lo que quieres, te expresas, lloras y ríes de una forma totalmente libre, no te da vergüenza chillar en la calle, tirarte por el suelo o comer con las manos en público. La ilustración y la pintura me dejan soltar todo lo que llevo dentro sin tener que chillar en la calle o tirarme por el suelo (risas). Todas las disciplinas artísticas te permiten expresar de forma distinta, y me parece algo esencial para el desarrollo de la persona y la canalización de las emociones.
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