Puede ser que el nombre engañe, pero Le Petit Patito no es una cuenta adorable de animales pequeñitos. La ilustradora que hay detrás tiene una cruzada personal contra aquellas personas que venderían su vida por un puñado de likes, y además, hace un trabajo sutil de concienciación contra el machismo.
Vamos a hacer un ejercicio de sinceridad, ¿cuántos de nosotros seguimos a un puñado de pseudo-influencers en Instagram para criticar? Yo, por lo menos, sí lo hago. Y, además, también sigo a Laura Pato (más conocida como Le Petit Patito) que ilustra todos los pensamientos que me pasan por la cabeza cuando veo que a otra Instagramer le han regalado seis bandejas de sushi. Hoy, hablamos con ella.
Antes de empezar, ¿podrías presentarte?
Mi nombre es Laura Pato, soy gallega, soy arquitecta e intento ser ilustradora. La verdad es que me siento bastante incómoda cuando me preguntan que a qué me dedico, nunca sé qué responder sin enrollarme demasiado. A veces me sorprendo pensando qué quiero ser de mayor, a estas alturas de la película.
¿Cuándo decidiste ser ilustradora? Y, ¿por qué elegir Le Petit Patito como nombre artístico?
Pues en mi caso es una cosa que no he llegado a decidir nunca. Para mí el dibujo siempre ha sido una herramienta con la que me ha resultado fácil contar cosas. En el colegio siempre completaba los ejercicios con un dibujito de la princesa Jasmine al final, en el instituto hacía comics para la revista y durante la carrera sustituía las maquetas de cartón pluma por dibujos de mis proyectos.
Le Petit Patito viene principalmente de mi apellido, Pato. La parte francesa viene de cuando me abrí la cuenta de Twitter con este nombre (la primera vez que lo usaba), acababa de llegar de Francia por cosas de la facultad, no hay mucha más historia. Me gusta como suena porque al decir ‘le petit patito’ en alto la gente suele poner una vocecilla aflautada un poco odiosa.
Le Petit Patito viene principalmente de mi apellido, Pato. La parte francesa viene de cuando me abrí la cuenta de Twitter con este nombre (la primera vez que lo usaba), acababa de llegar de Francia por cosas de la facultad, no hay mucha más historia. Me gusta como suena porque al decir ‘le petit patito’ en alto la gente suele poner una vocecilla aflautada un poco odiosa.
Tu Instagram supera las mil publicaciones y los diecisiete mil seguidores, ¿empezó como una cuenta personal o ya tenías intenciones de que fuese una cuenta de ilustración?
Empezó como una cuenta personal, pero la verdad es que no me gustan demasiado las fotos ni salir en ellas. Prefiero ver las de los demás. Me acuerdo que empecé a subir dibujos por culpa de uno de esos retos un poco cutres, algo así como el October Ink, en los que tienes que subir un dibujo al día durante un mes, y vi más posibilidades en el dibujo que en subir fotos de paisajes.
Vamos a entrar en materia. Tu Instagram es un templo para aquellos que piensan que el Grupo Instamaki e Inditex deberían dejar de repartir comida y ropa de gratis y evitar que los anhelos de media comunidad de Instagram sean convertirse en influencers. ¿Cómo crees que hemos llegado a pensar que lo mejor que nos puede pasar en las redes sociales es recibir artículos gratis?
Creo que esto se debe a que cada vez las redes ocupan más parte de nuestro tiempo y al final estamos intoxicados; si lo primero que hacemos al levantarnos es meternos en Instagram es complicado que no se nos antoje cualquier tontería que vemos. Yo he llegado a desear una bomba de baño de Lush, y en mi casa tengo plato de ducha, así que no podría utilizarla.
Hace no muchos años tenía que interesarte bastante el tema para saber que, por ejemplo, existía alguien llamada Gala González que vivía de ‘hacerse fotos con ropa chula o algo así’. Hoy en día, ¿quién no conoce a alguien al que por lo menos le escriben por Instagram para regalarle cosas? Hasta a mí me han regalado algo. Una vez quisieron regalarme aceite de oliva y que subiera una foto a mi cuenta con la garrafa.
Supongo que esto sirve para alimentar el ego que todos tenemos, para sufrir viendo cómo suben los likes (o no) y, sobre todo, para sentirte superior a tus amigos con ciento cincuenta seguidores –pero para poco más. Yo espero que esto sea como la burbuja inmobiliaria, que estalle pronto y que solo sigan ahí los que valen.
Hace no muchos años tenía que interesarte bastante el tema para saber que, por ejemplo, existía alguien llamada Gala González que vivía de ‘hacerse fotos con ropa chula o algo así’. Hoy en día, ¿quién no conoce a alguien al que por lo menos le escriben por Instagram para regalarle cosas? Hasta a mí me han regalado algo. Una vez quisieron regalarme aceite de oliva y que subiera una foto a mi cuenta con la garrafa.
Supongo que esto sirve para alimentar el ego que todos tenemos, para sufrir viendo cómo suben los likes (o no) y, sobre todo, para sentirte superior a tus amigos con ciento cincuenta seguidores –pero para poco más. Yo espero que esto sea como la burbuja inmobiliaria, que estalle pronto y que solo sigan ahí los que valen.
¿Te atreves a hacer una predicción del Instagram del futuro? ¿Cambiar likes por trabajo es algo que suena muy loco, o ya lo estamos viviendo?
En el futuro me gustaría que canjearan likes por euros (risas). ¡Pero lo de los likes y el trabajo ya ocurre! A mí no me ha tocado nunca directamente, pero he visto cómo dan trabajos a ilustradores con más seguidores (comprados) que a otros con menos pero de más calidad. Supongo que por eso mismo mucha gente compra seguidores: te asegura que algunas empresas/marcas se fijen más en ti. Muy triste.
También tienes una cruzada contra la gente básica, ¿qué crees que significa que este tipo de gente haya llegado a puestos de tanto poder entre los jóvenes (y no tan jóvenes)?
Supongo que es lo que la gente quiere ver. A mí no me gusta El Hormiguero, pero parece ser que es líder de audiencia todo el rato. Del mismo modo me pregunto, ¿cómo es posible que Sita Abellán tenga menos seguidores que María Pombo? Yo creo que la gente no quiere ver cosas diferentes, la gente quiere ver eso a lo que les han dicho que tienen que aspirar. Y si María Pombo apareciera un día vestida de Vetements la insultarían y sería trending topic.
Un tema que tocas mucho también es la falta de identidad en aquellas marcas que se han masificado a lo bestia, criticando a los productos más comercializados y que todas las pseudo-Instagramers tenían. ¿Con qué siguiente trend te gustaría meterte? ¿Has visto algo que te haya llamado la atención y quieras dibujar en breves?
Me gustaría meterme con el cinturón de Gucci, pero me gusta demasiado (risas). Me he fijado en que hace un año más o menos lo petan los cinturones de tela con texto (normalmente el nombre de la marca, menos los de Zara claro, que ponen ‘follow your dreams’ o algo así) colgando por todos lados. Me apetece hacer un dibujo de eso.
Otro de tus temas recurrentes es la denuncia a comportamientos machistas que, por desgracia, pasan mucho en España (y en el mundo). ¿Es tu dibujo una manera de llegar a gente más joven que quizá no está tan informada? ¿De qué maneras ayudas a estas generaciones más jóvenes?
Pues me gusta pensar que sí, aunque creo que me quedo corta con dibujos sobre este tema y que me queda mucho por aprender. La verdad es que ahora mismo el tema está muy candente y me parece una maravilla que todas nos estemos cuestionando todo y desaprendiendo lo aprendido. Yo intento tratar el tema de manera sutil y muy de vez en cuando para pillar a la gente que pueda estar a la defensiva con la guardia baja, y que así les vaya calando el mensaje poco a poco sin darse apenas cuenta.
Normalmente en tus dibujos vemos alegorías a la modernidad y a una vida no tan tradicional: rollos de papel de váter, capturas de Instagram, las historias de Miranda Makaroff, una bolsa del Gadis, entre otros. ¿Usas estas imágenes universales del día a día para conectar más con tu público?
¡Sí! Descubrí hace poco que me gusta lo cotidiano; todas mis películas favoritas son escenas cotidianas en las que al final ocurren cosas, por muy surrealistas que sean. Pero necesito una base cotidiana. Con mis dibujos voy plasmado las cosas del día a día y de paso comprobando cómo son mis seguidores, ¿conocen a Miranda Makaroff? ¿Compran en Gadis? Si les hace gracia lo que subo supongo que sí, y así cada vez los voy queriendo más.
También utilizas figuras más clásicas en tus dibujos, las esculturas griegas predominan mezcladas con elementos más modernos como los smileys, camisetas de Thrasher, etc. ¿Por qué usar imágenes tan clásicas para expresar preocupaciones de la actualidad?
Las uso por dos motivos: en primero de carrera tuve una asignatura durísima, Dibujo I, en la que nos pasamos meses dibujando estatuas griegas; tengo un trauma. El otro motivo es que me parecen perfectos lienzos en blanco. Cualquier mensaje que escribas sobre ellas va a parecer más potente en contraste con lo clásico de la base y lo inesperado de ver una estatua pintarrajeada.
Y no solamente usas esas figuras clásicas, sino que te remites a lo más clásico de una generación: Los Simpson. ¿Usar estos personajes con un contexto y personalidad tan marcado detrás (Cletus como el idiota del pueblo, Kirk Van Houten como el típico cuñado, etc.) ayuda a cambiar el contexto a uno que toca más cerca?
Los Simpson me parecen un idioma universal. Los de mi generación tenemos un sentido del humor muy contaminado por esta serie y me encanta. Mis amigos y yo nos sabemos los diálogos de memoria. Si conozco a alguien a quien no le gustan Los Simpson, ya no me apetece hablarle.
Voy a remitirme un momento a los rollos de papel de váter: has puesto a Pablo Motos, a ‘tu opinión’ y a Maluma, ¿qué más pondrías? ¿Puedo proponer la línea de libretas de Mr. Wonderful?
Creo que hay infinitas cosas que pondría en ese rollo, y me arrepiento de no haber hecho uno con el ‘despasito’ en su momento. Por supuesto que Mr. Wonderful ocuparía varios rollos: uno con las libretas, otro con las agendas y otro con las tazas. Sigo preguntándome qué es lo bonito de tener una agenda que en la portada ponga ‘Sal ahí fuera a brillar’, ¿en serio necesitas que te diga eso una libreta? Debería decírtelo alguien que te quiera, o en su defecto, tu coach.
Y cómo olvidarnos de los chistes como Louis Putón y Kinky Mouse, ¿de dónde salen este tipo de juegos de palabras? ¿Crees que tu humor (al igual que el mío, y cada día el de más gente) se basa en chistes malos?
El primero que se me ocurrió fue el de Louis Buittoni, y los demás vinieron solos. Una vez haces uno, tu mente ya está predispuesta a buscar el chiste malo y es difícil salir de ahí. Me divierte mucho este humor absurdo, pero la reina en esto es La Mandanga. En cuanto a mi humor siempre me dicen que es ‘humor ácido’. Supongo esto más chistes malos igual a Le Petit Patito.
Aparte de tener una cuenta en redes sociales muy activa de la cual ya hemos hablado, has diseñado para Vazva Clothing. ¿En qué se ha diferenciado de la ilustración en general? ¿Habías pensado anteriormente trabajar en moda?
Lo mejor de Vazva es que hago lo que quiero y exactamente lo mismo que haría para subir a mi Instagram –quizá con un poco más de cariño–, solo que cuando acabo el dibujo tengo que escanearlo y enviarlo. Me divierte un montón y me inspira mucho todo eso del skate y del surf. Cuando era más joven y tenía que ir a clase hacía un desvío enorme para pasar por donde estaban los skaters y mirarlos un rato (risas).
Nunca había pensado en trabajar de esto pero lo cierto es que la moda lo inunda absolutamente todo, así que no te queda otra que amarla o vestirte solo por no ir desnudo; yo la amo y me divierto muchísimo con ella. Me encanta además ver como cada vez más los ilustradores tienen papeles importantes en este mundo. Soy muy fan de las colecciones que Susana López o Marcos Cabrera han hecho con Krizia Robustella y de todo lo de Amanda Portillo en general.
Nunca había pensado en trabajar de esto pero lo cierto es que la moda lo inunda absolutamente todo, así que no te queda otra que amarla o vestirte solo por no ir desnudo; yo la amo y me divierto muchísimo con ella. Me encanta además ver como cada vez más los ilustradores tienen papeles importantes en este mundo. Soy muy fan de las colecciones que Susana López o Marcos Cabrera han hecho con Krizia Robustella y de todo lo de Amanda Portillo en general.
Vemos que también has trabajado con Tantanfan, ¿de qué manera te ha ayudado a abrirte a más público? ¿Cómo has disfrutado la experiencia?
Tantanfan es un escaparate muy potente solo por el hecho de compartir web con gente como Moderna de Pueblo o Monstruo Espagueti. Al empezar a vender cosas con ellos la gente me empezó a tomar un poco más en serio: “¡ah! ¡así que con Moderna de Pueblo!” La experiencia es una maravilla; el equipo es estupendo y todas tienen muchísimo talento. No nos conocemos en persona pero tenemos mucho feeling. Me hace mucha ilusión estar ahí.
Finalmente, aparte de todo lo comentado, ¿qué otros proyectos estás preparando?
Ahora mismo estoy trabajando en cosas nuevas para Vazva, preparando unas viñetas mensuales para Eslang y Norte (dos revistas online), y también estoy trabajando en la rehabilitación de una casa. Un caos, vaya. A veces pienso que debería centrarme solo en una cosa, pero enseguida se me pasa.