Con un estilo underground y mucho sentido del humor, los juegos de palabras de Noemí Rebull, conocida por su alias, La Mandanga, llegan pisando fuerte y sacándole carcajadas al que se topa con ellos. La catalana es una auténtica experta en el arte de caricaturizar. Con un boli siempre en la mano, esta joven artista es capaz de retratar desde iconos de la música pop hasta al mismísimo papa Juan Pablo II. Su humor bizarro y macarra, unido a su facilidad para ver penes donde otros solo ven nachos, se convierten en la fórmula perfecta contra el aburrimiento.
Hola. ¿Vive aquí Britney Speed?
Sí, con Jenny Farlopa.
Mandanga, nos gusta como suena. ¿Qué es y de dónde sale?
Habitualmente me asocian con el Fary, pero no tiene nada que ver. Es un nombre que escogí al azar. Sí, no era mi mejor día.
Una de las cosas que más llama la atención de tus diseños son los juegos de palabras, en los que mezclas ilustraciones y texto. ¿Qué visualizas antes, la imagen o la palabra?
Casi siempre la palabra. A veces me apetece dibujar algo sobre una temática concreta y pienso en imágenes. Por ejemplo, el universo cani, que me fascina. Pero normalmente es al revés.
¿De qué corrientes artísticas bebes? ¿Qué te gusta y qué te horroriza?
El humor es mi gasolina. No solo en La Mandanga, sino en todo lo que me rodea. Me gusta desde el humor más inocente y sutil hasta lo más absurdo, abstracto o bizarro. Me río con cosas tan diferentes como Paco Alcázar, Jean Jullien, epic fails compilation, Berto Romero o Molg H. Todo vale.
Pero cualquier cosa que me rodee puede encender la llama, desde un concierto hasta una loncha de queso. Internet también me da acceso a un imaginario infinito. Encuentro mucha mandanga que me acaba siendo útil.
¿Cómo empieza tu pasión por dibujar y cuándo te das cuenta de que tus diseños llegan a la gente?
Empecé sin ningún objetivo concreto. Siempre me han gustado los juegos de palabras, contar chistes absurdos y hacer el subnormal. También dibujar, aunque nunca se me ha dado del todo bien, un handicap.
El arte es una manera de comunicarse, de expresar y transmitir. ¿Es Noemi Redbull la chica ingeniosa y divertida de sus diseños?
Siempre he tenido un boli cerca. Más que para dibujar, para incordiar. Siempre que puedo pinto penes a las cosas. Dibujar es una manera como otra de comunicarse, aunque sean penes.
Tu estilo underground a la hora de caricaturizar iconos y personajes famosos, ilustrando las miserias y verdades de nuestra sociedad de manera divertida y descarada, te ha hecho popular en las redes. ¿Crees en el poder del like?
Es un humor ordinario y totalmente accesible. Me gusta pervertir iconos populares y recrear situaciones cotidianas, con algunos guiños quinquis. Una especie de catarsis y un ejercicio para reírse del mundo y, sobre todo, de uno mismo.
Aunque, como te digo, empecé sin ningún objetivo concreto, Instagram me ha sido muy útil para llegar a mucha gente. Nunca he pretendido gustar a nadie en concreto, ni a la masa. Empecé La Mandanga como un hobbie y, de momento, sigue siéndolo.
¿Hacia dónde miras, tienes algún proyecto en mente que nos quieras contar?
Ahora estoy centrada en mi tienda online y a medio plazo me gustaría editar una publicación, ya tengo algunas ideas. 
Quiero seguir colaborando en proyectos, sobre todo vinculados a la música, la cultura o la gastronomía. He colaborado en proyectos tan diferentes como el festival Lapsus, la revista Perdiz Magazine o el blog Gent Normal. ¡Y espero que vengan muchos más!
¿Si tuvieras el poder de viajar al futuro, dónde irías?
Creo que el futuro utópico de los coches volando no existe y me encontraría más bien una escena de Black Mirror. Me atrae mucho lo desconocido y lo futurista, pero igual lo que vería me aterraría. Así que prefiero fantasear.
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