Desde que era pequeña, Ela Fidalgo ha estado rodeada de mujeres, entre ellas su abuela, que bordaban y conversaban. Ese momento en el tiempo la ha acompañado desde entonces, convirtiéndola en la artista que es hoy en día. Aunque empezó trabajando en moda, tal y como nos explicó en la entrevista anterior, sus inquietudes artísticas continuaban muy dentro de sí y, poco a poco, con experimentaciones e imaginación, comenzó a trabajar en su pintura.
Siempre con el objetivo de dar respuesta a sus reflexiones, Fidalgo explora la belleza, el cuerpo humano, y, para su última exposición, la unión de ambas con la tecnología. De ente et essentia –disponible ahora en La Bibi Gallery de Mallorca– estudia el transhumanismo, busca una respuesta a: ¿qué es lo que nos hace humanos? Y, a partir de ese momento, consiguió llegar a una idea de que el cuerpo no es más que el contenedor de nuestra alma. Con estos matices, De ente et essentia pone al espectador en el punto de reflexión sobre la realidad humana.
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Moda y luego arte –aunque podríamos decir que ambas cosas van de la mano–. ¿En qué momento decides centrarte más en la pintura? La moda viene por parte de tu abuela, pero, ¿y esas mezclas de óleo y ceras? 
Realmente ha sido casualidad, desde pequeña he pintado e hice bachiller artístico. Entre estudiar moda o bellas artes, al final decidí diseño de moda… pero lo único que me gustaba de estudiar moda era poder recrear mi universo y materializar volúmenes y texturas extrañas y bellas al mismo tiempo. Mis profesores en el IED siempre me comentaban que lo que hacía no era una prenda al uso, y en muchas ocasiones, las colecciones que he hecho son bastante imponibles, rozando la escultura, por lo que creo que ha sido algo instintivo…
No sé cómo explicarlo, pero tal vez el crecer viendo cómo mi abuela y un grupo de mujeres bordaban en el taller del pueblo, hizo que yo comenzara a bordar los cuadros también… Lo cierto es que me siento una privilegiada por poder recrearme una y otra vez en mi mundo y en mi entorno. 
Mi etapa en moda no sé si acabó en 2018, tal vez vuelva a hacer algo en algún momento sin pretensiones de vender, simplemente por divertirme. La realidad es que me centré más en la pintura porque comencé a sentir que tal vez estaba gustando lo que hacía, que creaba reacciones y que posiblemente fuera un medio en el que me sentía mucho más libre que en la moda para hablar de pensamientos, miedos o dudas que me navegan en mi día a día observando el mundo.
Siempre me ha causado ansiedad entregar trabajos o encargos que realmente no nacen de mí, por lo que dejé el bachiller, nunca llegué a terminarlo. Lo poco que aprendí de técnicas y materiales me ha servido para trabajar de la forma en la que lo hago, pero como también me perdí muchas lecciones, utilizo los materiales un poco a mi bola y veces sin saber bien cómo y de qué manera se utilizan las cosas, pero me encanta, es como estar jugando todo el rato y descubrir nuevos tesoros.   
Si algo está muy presente a lo largo de tu trabajo, es la idea de que las imperfecciones no significan que un cuerpo no sea bonito. ¿Qué crees que es la belleza? 
La belleza es cómo te mira tu madre cuando ve que su hija es feliz, la belleza está en el abrazo de tus amigas cuando no te encuentras del todo bien, la belleza está cuando ayudas a esa anciana a llevarle las bolsas de la compra a su casa o cuando le regalas un dibujo a una niña. La belleza está en nuestro día a día, se representa a través de nuestras acciones y miradas, de nuestros sueños e ilusiones, del duelo y del amor. La belleza o la inteligencia suprema, como diría alguien al que admiro mucho, es la bondad.
Las imperfecciones son belleza, es el aprendizaje y el camino. Son las marcas de nuestras inseguridades o miedos, que al final es parte de lo que nos hace ser humanos, la fragilidad y la vulnerabilidad.   
Actualmente, De ente et essentia se está exhibiendo en Mallorca en La Bibi Gallery. Desnudos, tecnología… ¿cómo conectas las dos ideas? 
La idea de hablar sobre el posthumanismo viene a raíz de la anterior investigación sobre la exposición Contemporary Narcissists, que se presentó en la anterior edición de UVNT junto con mi galería, La Bibi. La desconexión del alma y del ser es algo que me ha dado que pensar desde que soy consciente del mundo en el que vivimos. Un mundo hipercapitalizado y expuesto a la imagen. Es por ello que la pregunta que abordaba constantemente era: ¿qué es lo que nos hace ser humanos? Y de ahí continuaba con la idea del cuerpo como contenedor, donde únicamente guarda nuestra alma. Entonces me di cuenta lo desconectadas que estamos algunas personas de nuestro cuerpo, de vernos completamente desnudos y lo que nos provoca nuestra imagen. En mi caso es un trabajo difícil por la dismorfia que sufro, por la que a día de hoy me cuesta verme desnuda. Me preguntaba cuánta gente se sentiría como yo. Tal vez realzando ese pensamiento de observación alguien que mire mi obra se sienta abrazada de alguna manera.  
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¿El estudio anatómico que hay detrás de tus dibujos te ayuda a ti misma de alguna manera? ¿Te hace entender el cuerpo y por qué es así? 
Esta exposición ha sido rara. Ya de por sí la paleta que he utilizado es muy diferente a la que estoy acostumbrada y de alguna manera, me he expuesto bastante, ya que, en muchas ocasiones a la hora de desarrollar los bocetos, como no tenía modelos, me desnudaba frente al espejo o mi pareja me hacía fotografías y observaba para poder dibujar. Verme desnuda me cuesta muchísimo, es bastante contradictorio, pero cada vez estoy más alejada de ese concepto de belleza estética y más centrada en crear situaciones o recuerdos de absoluta belleza, me siento más yo y muchísimo más cómoda. Tal vez esté dejando de lado atajar un problema, pero es mi manera de sobrellevarlo.
Durante todo este periodo de bocetar y hacer esos cuerpos lo que veo es que me encantan esas gorditas hermosas y que tal vez es el momento de aceptar que es parte de mí y que es bello no por el cuerpo, sino lo poderoso que es en sí.  
En alguna ocasión has dicho que trabajar en esta obra ha sido una acción terapéutica, a la vez que aterradora, ¿por qué? 
Como he mencionado anteriormente, me crea ansiedad verme desnuda y era la única manera de trabajar el cuerpo, observando el mío propio. Es terapéutico porque, aunque en algunas obras estoy retratada y lo veo y me parece precioso, luego me veo y mi realidad comienza a tambalearse. Por eso intento no obsesionarme mucho o no darle muchas vueltas, y sobrellevarlo y crear cosas que no tengan que ver con la parte física y superficial. Hoy por hoy es bastante complicado y complejo para una persona que ha tenido trastornos de alimentación, la terapia al final es poder trasladar algo tan personal e íntimo con algo que te provoca verdadera angustia en imágenes bellas y hermosas, esa es mi verdadera terapia. Esto es algo que te acompaña siempre y lo sobrellevas, a veces lo tienes más acentuado y otras veces no lo piensas tanto. 
¿En qué momento empiezas a trabajar en De ente et essentia? ¿Surge como una respuesta a un momento concreto de tu vida? 
Lo cierto es que comencé a hacer los primeros bocetos en un hotel de Londres. Este año ha sido un poco raro para mí, comencé con una nueva galería, La Bibi, que me da alas y libertad para volar. En ese camino también están mis inseguridades como artista, donde aprecio y me encanta ser libre, pero me aterra muchísimo que salte y no pueda despegar, es complejo y no quiero ir de la típica artista dramática… pero ser artista es vivir con una felicidad absoluta y una angustia absoluta, además se junta que mis cambios emocionales son súper bruscos y eso es como una olla exprés… Este primer año quería ir a la esencia de lo humano, al comportamiento de este y al cuerpo, y a cosas que tal vez en otro momento de mi vida no me atrevía a decir. 
Los seres humanos en esencia somos lo mismo, sin embargo, hay pequeños detalles que nos diferencian. ¿Cómo crees que sería un mundo en el que todas las personas fuésemos físicamente iguales? 
Bastante desesperante y aburrido. Creo que sería bastante difícil vivir en un mundo así. Lo bonito es lo diferente… Estamos obsesionados con expulsar lo distinto y creo que, en la variedad, en la diferencia, está la riqueza en todos los sentidos. Es una sensación extraña, yo no me gusto, pero en el fondo me quiero y no quiero dejar de ser yo misma tanto física como intelectualmente. Aunque no me acepte, aprendo muchísimo y eso te da más ganas de vivir, ¿no? Descubrir cómo vas superando miedos o traumas, vas cumpliendo sueños, cómo vas observando lo que te hace plenamente feliz y en qué momento o dónde eres tú al cien por cien… y no haces ese aprendizaje tú solo, sino toda persona con la que te topas.
No me gustaría vivir en un mundo donde todas las personas fuesen físicamente iguales, la verdad. 
Lo distinto es igual a la armonía.   
Actualmente trabajas junto La Bibi Gallery, que apuesta por un concepto de galería distinta a muchas otras. ¿Cuándo decides que quieres formar parte? Supongo que tuviste que tomar decisiones importantes antes de dar el paso. 
Tengo la inmensa fortuna de que mi galerista es mi amigo, y es una de las personas que me ha visto crecer tanto en moda como ahora en arte y ve cosas que yo aún no veo en mí. Es una galería joven, pero es una galería que ama el arte y se esfuerza muchísimo en que sus artistas estén bien e inspirados. Ser compañera de galería de, por ejemplo, Marria Pratts, una súper artista con un universo increíble, es un sueño, porque conozco el trabajo de Marria desde que compré su libro Atalaia en 2014 o por ahí… Siempre la he venerado, ahora compartimos espacio y no solo eso, somos colegas y es increíble.
La Bibi es una galería que da mucho énfasis a la voz del artista y nos apoya muchísimo, está con nosotros en cada paso. Además, al ser una galería joven, el ambiente es relajado y muy fresco, dinámico. Marc llevaba mucho tiempo diciéndome de ir con él a la galería, pero yo no estaba preparada hasta que pude poner punto final con la anterior galería, en la que yo estaba demasiado cómoda y al final esa comodidad no es muy buena. Di el paso con él, se abrió el estudio, que es un local en un barrio de Palma llamado Sala de Variedades, donde mayormente estoy yo trabajando, pero mi pareja también viene a veces y tiene expuestas sus fotografías. Es un espacio amplio y diáfano, donde invitamos a amigos que se dedican al arte o al diseño a que pasen por el estudio a pintar o hacer lo que quieran. 
A lo largo de tu perfil en Instagram hay fotografías del momento de producción: un enorme lienzo y varias personas a su alrededor trabajando en la obra. ¿Qué supone ese momento? Imagino que durante el proceso se debe hablar de muchas cosas. 
Cada exposición es diferente y son diferentes personas que participan y me ayudan. Hay momentos para todos los gustos, como cuando venían voluntarios más jóvenes o estudiantes de diseño de moda, eran momentos súper divertidos, se bailaba, se cantaba… pero también hablamos de los miedos, las inseguridades, cómo abordar sus proyectos, etc. En esta última exposición, el grupo se hizo mucho más reducido, en él se encontraban mi madre, mis suegros, Cristina y sus padres, y por supuesto, Maria. Ahora comienzo una nueva etapa donde mi cuerpo me pide encerrarme y estar sola para poder hacer algo nuevo. 
Recientemente fuiste galardonada con el Premio Fundación Nadine. ¿Cómo recibes la noticia? ¿Qué supone un premio así? 
Fue algo increíble, es mi primer premio relacionado con el Arte y además hemos hecho un tándem buenísimo. La Fundación Nadine son maravillosos, me parecen tan increíbles todos los proyectos que hacen para visibilizar y concienciar a los artistas del futuro y a una comunidad enorme, que me parece abrumador el premio que me dieron, pero también me siento con la responsabilidad de hacer algo muy guay con ellos y que ya estamos ‘maquinando’.
Tanto la Fundación Nadine como yo tenemos algo muy sólido, que es nuestro compromiso social. Para mí la parte de obra social que hago es sumamente importante, no solo como persona sino a nivel artístico, y ellos me respaldan muchísimo, por lo que me siento muy privilegiada por un premio así. El premio consiste en diez mil euros para hacer un proyecto, al final se ha convertido no solo en una obra que se expondrá en la próxima edición de UVNT 2023, también en un proyecto de voluntariado –residencia– seminario y obra. Tanto a la Fundación Nadine como a mí nos encanta soñar y lo hemos hecho a lo grande. Consistirá en una instalación, dando punto final a la colección presentada de Contemporary Narcissists, y previo a la presentación se terminará la instalación con un grupo de voluntarios y se hará una semana de seminario y mesas redondas donde hablaremos con estudiantes, jóvenes artistas, coleccionistas, diseñadores, psicólogos, etc. de las cosas que nos mueven y qué preocupaciones tienen estos jóvenes…   
¿Qué otros aspectos de un futuro no muy lejano podrían enfrascarte en una nueva colección? ¿O al menos qué aspectos te suscitan curiosidad, despiertan tu faceta creativa…? 
Los temas que estoy investigando actualmente para lo próximo son: el abrazo, la mediación, la imaginación y el arte en la infancia, el juego, el origen de la obra de arte, la educación como arte y herramienta transformadora, la accesibilidad en el arte para personas con discapacidad… 
¿Tienes algún trabajo entre manos que puedas revelarnos para estos próximos meses? 
Actualmente tengo varios puntos abiertos. En primer lugar, estoy preparando lo nuevo para La Bibi en UVNT y la instalación junto con el proyecto para Fundación Nadine.
Además, mi pareja y yo estamos preparando un campamento de creatividad junto con varios amigos artistas donde trabajaremos juntos con un par de fundaciones y centros, para luchar conjuntamente y lograr que todos los individuos o grupos sociales puedan tener las mismas posibilidades y oportunidades para realizar proyectos artísticos, independientemente de sus características, habilidades, discapacidades o cultura. 
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