Almudena Amor está llamada a convertirse en la actriz revelación del 2022. Al menos así lo adelanta la crítica especializada y gran parte de los espectadores que ya han llenado las salas de cine para disfrutar de su fantástica interpretación en El buen patrón, película dirigida por Fernando León de Aranoa y elegida para representar a España en la carrera por los Oscar. Hoy llega a la gran pantalla La abuela, un film en el que la joven madrileña, quien desembarcó en el teatro con tan solo 14 años y apostó por su pasión tras una crisis existencial después de haber estudiado publicidad, se pone bajo las órdenes del reconocido Paco Plaza interpretando a Susana.
“Era mi primera película y tenía un personaje con mucho peso, así que me enfrenté a muchas cosas que eran nuevas para mí”, responde cuando le preguntamos por el personaje al que encarna, una modelo que debe abandonar su vida en París y regresar a Madrid para cuidar de su abuela enferma. Hablamos de la salud mental y la importancia del autocuidado al teatro experimental, donde el movimiento, la improvisación o el trabajo vocal convergen. Y hasta de la mismísima Nathy Peluso, con quien coincidió en un proyecto en Matadero. “Formamos parte de un colectivo llamado Net-Out que creamos entre amigas”, explica.
Son muchos los temas que abordamos en nuestra conversación, en la que Almudena demuestra respuesta tras respuesta profesar un amor (y respeto) incondicional por la interpretación, sin ocultar por ello el vértigo que ha llegado a sentir en determinados momentos: “Pero en cuanto nos pusimos al trabajo y salí de la cabeza, todos estos miedos se fueron diluyendo”.
Su irrupción en el panorama y gran parte de su discurso remiten inevitablemente a la estrella del 2021 por excelencia, Milena Smit, con quien tuvimos la oportunidad de hablar en marzo del año pasado. Teniendo las ideas claras y tratando de sacar el máximo provecho de sus primeros rodajes, adquiriendo todo el conocimiento y la experiencia posibles, ambas encarnan el espíritu de una nueva generación de actrices cuyos valores conectan a la perfección con las generaciones más jóvenes.
No tienen miedo a la hora de reconocer sus miedos y debilidades, en un aplaudido ejercicio de humanización de la profesión, y ninguna de ellas deja de formarse siendo plenamente conscientes de que el compromiso y la renovación continuada en el tiempo son fundamentales. Hablamos con Almudena para conocer (un poco más) a la prometedora actriz.
Son muchos los temas que abordamos en nuestra conversación, en la que Almudena demuestra respuesta tras respuesta profesar un amor (y respeto) incondicional por la interpretación, sin ocultar por ello el vértigo que ha llegado a sentir en determinados momentos: “Pero en cuanto nos pusimos al trabajo y salí de la cabeza, todos estos miedos se fueron diluyendo”.
Su irrupción en el panorama y gran parte de su discurso remiten inevitablemente a la estrella del 2021 por excelencia, Milena Smit, con quien tuvimos la oportunidad de hablar en marzo del año pasado. Teniendo las ideas claras y tratando de sacar el máximo provecho de sus primeros rodajes, adquiriendo todo el conocimiento y la experiencia posibles, ambas encarnan el espíritu de una nueva generación de actrices cuyos valores conectan a la perfección con las generaciones más jóvenes.
No tienen miedo a la hora de reconocer sus miedos y debilidades, en un aplaudido ejercicio de humanización de la profesión, y ninguna de ellas deja de formarse siendo plenamente conscientes de que el compromiso y la renovación continuada en el tiempo son fundamentales. Hablamos con Almudena para conocer (un poco más) a la prometedora actriz.
Almudena, tu nombre no ha dejado de sonar en los últimos meses y promete seguir haciéndolo en 2022. Pero, por si hubiese algún despistado que aún no te conoce, ¿podrías presentarte a nuestros lectores?
Diría que soy una chica madrileña de 27 años que estudió interpretación al terminar la carrera de publicidad. Llevo haciendo teatro desde la adolescencia y, en el 2020, rodé las películas de La abuela, que se estrena precisamente hoy, y El buen patrón, que está ya en los cines.
Estás viviendo un momento trascendental en tu vida. Tu salto a la vida pública parece venir acompañado de infinidad de reconocimientos y buenas noticias, ¿cómo te sientes? ¿Qué ha cambiado y qué se mantiene intacto respecto a la Almudena de hace un año?
Me siento súper afortunada y agradecida. Es una suerte haber participado en estas dos películas y saber que el público y los compañeros las están disfrutando. A veces puedo sentir un poco de vértigo porque son muchas situaciones nuevas, así que intento apoyarme en el presente y vivirlo momento a momento. Siento que no he cambiado demasiado, pero sí siento que me conozco mejor. Sin duda el trabajo y este período me han llevado a seguir madurando y conocer otras partes de mí.
Interpretas a Liliana en El buen patrón, la película dirigida por Fernando León de Aranoa seleccionada por la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas como representante española para la próxima edición de los Oscar. Y el film, reconocido como Mejor Largometraje en los Premios Forqué hace unas semanas, compite ahora nada más y nada menos que en la categoría de mejor película internacional en los premios más importantes del cine. ¿Qué ha supuesto esta experiencia para ti?
Está suponiendo una experiencia muy bonita. Los premios y las nominaciones son muy guays porque alargan el recorrido en salas al motivar a más personas a ir a verla. Es genial también que la película viaje, hace que el trabajo de todo el equipo tenga más visibilidad. Y eso siempre es positivo.
Imagino que trabajar con actrices y actores de la talla de Manolo Solo o Javier Bardem, quien interpreta a Julio Blanco, ha sido emocionante. Pero, a su vez, un reto mayúsculo. ¿Cómo lo has vivido?
Sí, sin duda ha sido súper emocionante y enriquecedor. En esta profesión, como en todo, se aprende mucho observando. Y el tener al lado a compañeros así ha sido un aprendizaje increíble en todos los sentidos. Es cierto que al principio, a la vez que emoción y gratitud, sentía vértigo e inseguridades, pero en cuanto nos pusimos al trabajo todos estos miedos se fueron diluyendo.
“Es un personaje muy impredecible, con mucho misterio”, comentabas sobre tu personaje, Liliana, al que consideras “un regalo como actriz”. ¿Qué nos puedes contar sobre este enigmático personaje?
Liliana es un personaje que juega, desequilibra la balanza desde lugares incluso impredecibles para ella misma. Es una mezcla de fragilidad y fortaleza, inocencia y oscuridad; una presa que caza. Fue muy interesante encarnar un personaje con esas cualidades.
Mucho se habla de tu excepcional interpretación en la película y tu prometedora carrera, pero, ¿cómo surgió esta oportunidad? ¿Qué crees que vieron en ti para querer contar contigo en este proyecto?
Surgió de una manera cotidiana, me llegó la prueba a través de mi agente. Fernando me había visto en una noticia que salió de La abuela y me quería hacer una prueba para el personaje. El casting fue como una sesión de trabajo, disfruté mucho el trabajar con él ya desde ese primer momento. Imagino que encontró en mí a la Liliana que él se imaginaba. Escribió un texto muy bonito hablando de esto que llamó Los ojos no mienten.
¿Y cómo se produjo tu primera aproximación a la interpretación? He leído que estudiaste publicidad e hiciste un máster en diseño mientras estabas en la carrera…
Yo empecé con la interpretación con 14 años en el colegio. Después continuamos durante 5 años con un grupo de teatro que creamos. Al concluir ese período me alejé un poco de la interpretación mientras estudiaba la carrera, pero realmente a la mínima oportunidad me apuntaba a todo. Participé en videoclips, performances, cortometrajes... Finalmente, al terminar la carrera, tuve la crisis de ‘qué quiero hacer con mi vida’, y me di cuenta de que realmente lo que quería era estudiar interpretación y darme a mí misma la oportunidad de luchar por un sueño. Empecé a formarme y hasta aquí.
Ahora formas parte de dos de las películas españolas más esperadas de los últimos tiempos. Y es que, además de tu participación en la ya mencionada El buen patrón, interpretas a Susana en La abuela, dirigida por Paco Plaza y presentada en el Festival de Cine de San Sebastián. ¿Qué lecciones has aprendido de esta última experiencia? ¿Cómo lo has vivido?
Todavía no llego a ser consciente de lo aprendido porque todo está muy reciente. Sin duda disfruté muchísimo de esa semana, presentábamos por primera vez las dos películas ante el público. Eran mis primeras pelis, muchas emociones... Son días y momentos muy especiales.
En este film encarnas a una modelo que debe abandonar su vida en París y regresar a Madrid para cuidar de su abuela enferma. ¿Qué ha sido lo más complicado a la hora de dar vida al personaje? ¿Te ha costado conectar con ella?
Desde el casting sentí una conexión muy fuerte con el personaje y la historia. Me cuesta pensar en qué fue lo más complicado porque lo fue todo y nada al mismo tiempo. Era mi primera película y tenía un personaje con mucho peso, así que me enfrenté a muchas cosas que eran nuevas para mí. Lo curioso es que eso mismo le ocurre a Susana así que, en lugar de evitar esas complicaciones, que podían ser las inseguridades, el cansancio o los miedos, me apoyé en ellas para estar más cerca y entender mejor al personaje.
¿Y cómo ha afectado la pandemia al rodaje de la película?
El 13 de Marzo de 2020 tuvimos que recoger nuestras cosas e irnos a casa, como casi todo el mundo. Después de eso cambiaron muchas cosas: el guion, la manera de rodar, nosotras e incluso el significado y la forma de sentir la vejez y a nuestros mayores.
Aquellos que han tenido la oportunidad de conocerte destacan tu naturalidad, además de un arrollador talento. ¿Cuáles crees que son tus principales fortalezas como actriz? ¿Hay algún miedo o reto que estés luchando por superar?
La constancia y la pasión hacia el trabajo me han sostenido mucho como actriz. También hacia la vida y las personas. Me gustaría rayarme menos en algunos momentos, pero siento que tiene que ver mucho con la experiencia. Así que intento estar tranquila, ir entendiendo y cuidarme.
Has hablado en varias entrevistas anteriores sobre el teatro físico, con el que experimentaste en la escuela de teatro de Mar Navarro. ¿Qué nos puedes contar sobre esta metodología?
Mar Navarro no tiene un método, sino que enseña a través de la pedagogía teatral de Jacques Lecoq. Una pedagogía basada en el movimiento, la improvisación y la creación. La música y el trabajo vocal lo imparte Andrés Hernández, que parte de las enseñanzas de Roy Hart. Son 2 años intensos y muy enriquecedores, muy parecidos a un viaje, junto a dos grandes maestros.
Más allá de lo físico, la salud mental, un tema que a todos nos afecta, parece ganar terreno en las conversaciones entre las jóvenes generaciones. Un buen síntoma que evidencia el fin de un silencio (convertido en ocasiones en tabú) cuyas secuelas han sido –y siguen siendo– mayúsculas, ¿no crees?
Totalmente. Ojalá esas conversaciones ocupen cada vez más espacios porque es un problema grave que nos atañe a todas como sociedad. Siento que es un cuidado básico que nos merecemos por el simple hecho de existir.
Al igual que el apoyo en nuestro círculo de confianza, ya sean colegas de profesión o amigos de toda la vida, con quienes poder compartir impresiones, reflexiones y debates internos. ¿En quién te apoyas cuando tienes un mal día? ¿Te está costando digerir tu –aún incipiente– exposición pública?
No siento que me esté costando demasiado porque tengo buenos apoyos. Es súper importante tener un entorno cercano en el que te puedas apoyar y te sientas comprendida. Yo esto lo encuentro mucho en mi familia y en mis amigas, y lo agradezco infinitamente. También es importante saber acompañarse a una misma, y esto es algo en lo que he trabajado mucho este tiempo. Las clases de danza, ir a terapia, a entrenar, cantar... son cosas que me han ayudado a estar conectada. Salir a caminar también. El movimiento y la acción me sientan muy bien para estar presente.
Si no me equivoco, coincidiste con la mismísima Nathy Peluso en un proyecto en Matadero, en Madrid, ¿no es así?
Sí, durante unos años formamos un colectivo llamado Net-Out que creamos entre amigas. Todo partió de una acción que íbamos a hacer con la marca de un colega, Kotté. Nos gustó y seguimos haciendo unas cuantas más en diferentes lugares. Fue un espacio muy bonito donde explorar entre amigos del que aprendimos mucho en su momento.
¿Con qué director o directora te encantaría trabajar? ¿Por qué?
Justo el otro día fui a ver Licorice Pizza y sería un sueño currar con Paul Thomas Anderson. También me fliparía con Julia Ducournau, me gusta y me interesa el enfoque que tiene su cine.
¿Y algún actor o actriz con quien sueñes con coincidir en un futuro cercano?
Hay tantísimos que no sabría por dónde empezar. Por soñar, me encantaría currar con Isabelle Huppert o con Zendaya.
Más allá de El buen patrón y La abuela, ¿qué nos puedes adelantar sobre tus próximos proyectos?
Por ahora, nada que pueda decir. Tengo muchísimas ganas de entrar en nuevos mundos y personajes, así que con ganas de contar pronto lo contrario.
Y ya para acabar, ¿un sueño por cumplir?
Viajar a Japón.