Realmente, empecé con la ilustración antes de embarcarme en la música. Siempre tuve un afán por crear criaturas mágicas inspiradas enormemente por Tim Burton y Dr. Seuss. Encontré fascinación en universos fantásticos, con enseñanzas y críticas sociales presentadas a través de personajes peculiares. Pasé a pintar sobre lienzos con temas un poco más fuertes. Recuerdo que una maestra me dijo que mi trabajo solo consistía en ser explícito.
Durante la preparatoria, me dediqué al arte conceptual y a hacer críticas fuertes como acto de rebelión personal; pero también como acto de rebelión contra un entorno muy conservador en el que crecí. Exploré el performance art, esta vez mezclando los personajes de las ilustraciones que hacía, y me inspiraban con lo que pintaba en lienzo. Más carácter, más fuerte. Fue entonces cuando se creó Deer, alguien que podía expresarse a través del cuerpo como pieza de arte. Aún tengo cicatriz de una pieza que hice donde leí un poema de amor al cortarme en la pierna un corazón. Creo que ahí se creó lo que Deer es hoy musicalmente. El dolor que surge del amor, por el arte, por una persona, por ti mismo, por el mundo. El dolor que va de la mano del amor. Durante esta época, también nació una fascinación por Alexander McQueen. Crecí rodeada de moda porque mi madre era estilista, pero hasta que conocí a lo que se presentó como un outsider de lo elitista de la moda no surgió tanto interés. Esto me llevó a estudiar diseño de moda. Me daba el poder de crear no solo una colección de ropa, sino un universo alrededor de ella y trabajar con lienzos humanos para narrar historias.
Claramente, de aquí volví a la música, con la cual también crecí porque mi padre era ingeniero de sonido. Siempre tuve ese acercamiento, pero tenía que encontrar mi camino sola. ¡Y lo hice! De la moda era un salto pequeño a la música, son universos que cada vez viven más y más entrelazados. Vi en la música como podía crear un universo aún más completo de arte, donde podía expresarme auditivamente. Darle un sound track a todo lo visual que se creaba. No solo darle un sound track, sino un universo aún más grande, con más posibilidades de explorar. Empecé por medio de la producción, y poco a poco fui incorporando mi voz. Ahora trabajo con mucha gente muy talentosa que me ayuda. En definitiva, ¡me dejé llevar!