La tormenta Martinho nos da una tregua y en Barcelona sale el sol para el festival D’A. Suerte para Asier Urbieta y Jone Laspiur, que estuvieron en la ciudad para presentar su nueva película, Faisaien irla, o La isla de los faisanes. Este primer largometraje del director llama nuestra atención hacia la emergencia migratoria no tan conocida que está sucediendo en el río Bidasoa, frontera entre España y Francia. 
Nos habla mirándonos a los ojos acerca de nuestra responsabilidad individual y colectiva y explora la forma en que estas dos deben estar inevitablemente entrelazadas, como explican la actriz y el director en esta entrevista: “Para mí eso es lo bonito, como lo colectivo y lo común es la forma de realizar una actividad individual, sino no llegamos a ningún lado”, nos dice Jone. La película plantea todo esto con una gran pregunta inicial, imposible de responder con certeza: si vieses a un migrante ahogándose en el río, ¿saltarías a ayudarlo?
Pero no todo es saltar. ¿Qué pasa después? ¿Cómo se puede encarar un problema sistémico? Con la responsabilidad que uno ha de asumir al ser ciudadano y persona muchas veces llegan la rabia, la incomprensión y, si no se tiene cuidado, el aislamiento. El rito de paso que atravesamos de la adolescencia a la madurez es donde nos peleamos con todas estas cosas, y en esas se encuentra la protagonista de este film, Laida, encarnada por Jone. Aunque ella no siempre ha empatizado con su personaje, el buen trabajo que ha hecho humanizándola consigue que el resto sí lo hagamos. 
Tras cinco años desde la última vez que pudimos hablar, ahora nos cuenta que ha crecido en su profesión y que ya va entendiendo eso de tener un Goya: “Me costó mucho digerir y entender todo lo que me pasó al principio, porque gané el premio con mi segunda película (…). No entendía muy bien el valor que eso tenía. Me gustaba el cine pero no conocía la industria, y ahora creo que puedo decir realmente que sé lo que es el cine y la industria”.
Esta es una de las capas que se pueden extraer de la compleja historia que Asier Urbieta nos necesita contar, una vez más junto a Carlos de Andoni. Es un “thriller fronterizo y humanista”, un drama; tiene elementos de un coming of age y, tras hablar con Asier, sabemos que también tiene partes casi documentales. Nos explica que él hace cine para reflexionar, no solo entretener, y que le interesa porque él mismo reflexiona: “Cuando trabajas sobre estos temas te haces preguntas. Tú mismo haces una labor personal de dónde te quieres colocar en el mundo”. Después de ver La isla de los faisanes, conocer lo que está sucediendo en Irún con el Bidasoa y de tener esta conversación, llego a la conclusión de que, por mucho que no podamos dejar de ver constantemente las brutalidades de nuestra realidad, hemos de poner nuestra energía en actuar con la vida, no contra ella. 
La primavera y el sol llegan con sus cosas malas también. Para mí y el resto de alérgicas es el polen. Para Asier, su encuentro con una cucaracha en el baño del hotel. Aún así, su paso y el de Jone por Barcelona y el D’A ha sido grato, nos dicen que han disfrutado del coloquio y del ambiente. Los dos contagian su buen humor por llevar un circuito de festivales que se siente, en sus palabras, “un poco vacacional incluso”, y este parece ser también el momento en que se encuentra el cine vasco, en pleno vuelo. 
¿A parte del incidente de la cucaracha, qué tal por Barcelona?
Asier: Todo genial, ¡incluso el hotel, eh! Nos quedamos poco tiempo, pero bueno. 
Ahora os vais a San Sebastián, ¿no? 
Asier: Sí, estuvimos en el Göteborg Film Festival, luego en Málaga, ahora aquí y luego Derechos Humanos en San Sebastián.
¿Cómo estáis viviendo hasta ahora el círculo de festivales y el estreno?
Jone: Muy bonito. A veces las promociones se hacen cansadas, pero como tenemos una relación chula y nos llevamos muy bien tanto entre nosotros como con la productora está siendo un poco vacacional incluso.
Asier: Sí, está siendo muy bonito. Göteborg, a nivel de prensa, y como estábamos en otro país, fue más como vacaciones; en Málaga sí que hubo bastante curro de entrevistas. Aquí también muy bien. Hay muy buen ambiente en el equipo.
Aparte de pasarlo guay, ¿qué sentís al ver que la película ya está fuera y cómo la gente está reaccionando a ella?
Jone: Ayer fue un día muy emocionante, yo creo que el día que más feedback hemos tenido porque el formato de coloquio que se hace aquí después de la sesión es muy cercano, con la gente, con una birra y tal. También vinieron mi madre, familiares, amigas, mi representante incluso. Entonces fue el feedback de gente cercana, de confianza, y también de gente de la industria. Por ahora está siendo muy bueno. En Málaga también, después de la proyección la gente se nos acercó, incluso hubo gente que me escribió por redes sociales para darme las gracias por el trabajo que habíamos hecho y cómo lo habíamos hecho.
Asier: En Göteborg fue curioso que nos contactaron unos vascos por Instagram que vinieron a la proyección y luego estuvimos cenando con ellos. Allí también hubo coloquio y llamaba mucho la atención el tema de la película porque es desconocido. Pero sí, es verdad que nos gustó mucho el formato aquí de la entrevista, nos pareció muy cercano y muy informal.
¿Vuestra relación cómo se dio? ¿Asier, tú pensaste en ella para la peli?
Asier: Eso es. Teníamos una protagonista femenina bastante fuerte, una persona muy decidida, que es más de acción que de reflexión; alguien que piensa y lo hace. No sé por qué Jone me daba esa energía, que luego ha sido real, pero también he conocido una persona muy humana, con muchos más matices. Y eso le ha dado ella al personaje, una fragilidad y más capas.
La isla de los faisanes habla de una isla fluvial verdadera que es un condominio español-francés y está en el río Bidasoa, frontera entre España y Francia. Muchas personas intentan cruzar ahí hacia el norte de Europa, y ya nueve han muerto en el intento. Asier, ¿cómo llegaste a conocer la existencia de esta isla y su problemática?
Asier: La conocía de hace tiempo porque es un dato muy curioso eso del condominio más pequeño del mundo. También me parecía metafórico en cuanto a las fronteras. ¿Cómo puede haber una isla pequeña, deshabitada, sin faisanes (risas) y que la soberanía sea compartida por dos países? Siempre tuve en mente que debía hacer algo con esto.
Luego, con el tema de la emergencia migratoria, todo empezó porque leí que una persona africana se había ahorcado en frente al río Bidasoa. Seguí leyendo y vi que la red de acogida de Irún decía que no era un hecho aislado, sino que había un flujo migratorio muy grande en la frontera. Esta persona, después de hacer todo el viaje de África a Europa, de cruzar el desierto, el Mediterráneo, etc. durante tres años, estando en Europa pensaba que habría libre circulación de personas, pero se encontró con una frontera que no conocía. No pudo cruzarla por el puente, debió de cruzar por el río y, una vez en Francia, lo devolvieron en caliente. Al parecer, hay mucha gente a la que han devuelto en caliente igual tres veces. A nivel psicológico estaba desbordado y se suicidó.
Jone: La devolución en caliente, explicar que es que de forma ilegal. El Estado francés coge a las personas que ve en estado de tránsito, las mete directamente en furgonetas y las devuelven al otro lado de la frontera, al Estado español, que es algo totalmente ilegal, pero que hacen sistemáticamente sin que quede  registrado de ninguna forma. Es como una captura, un secuestro.
Asier: Además, los sacan del país y ellos son, imagínate, o senegaleses o de Mali, no tiene ningún sentido que los devuelvan a España. En todo caso los tendrían que devolver a su país y hacer los papeles y demás.
Qué pasada. Además, esto de que la gente hace un viaje de igual tres años por el desierto atravesando todo tipo de circunstancias y que precisamente su barrera sea un río enano o una línea imaginaria…
Asier: Sí, y una línea que ellos no conocen, porque llegan en bus a Irún, les sueltan, no saben dónde están. Algunos cruzan el puente, no saben ni que es una frontera hasta que en la red de acogida se lo explican.
Para contar esto, la historia se centra en una pareja interracial, Laida y Sambou, que un día se encuentran a dos personas ahogándose mientras intentan cruzar el río hacia Francia. Ella se mete a ayudar sin pensarlo, pero él no. De primeras, por desgracia, puse sobre Sambou una especie de doble juicio: primero por no meterse, pero también porque intuí que él también había sido inmigrante y no estaba queriendo implicarse. Ya existió esa desigualdad a la hora de percibir a los personajes en función de su color de piel. ¿Era esta la intención cuando estabais construyendo el guion y tuvisteis que decidir quién se metía en el agua y quién no?
Asier: Algo de eso hay, sí. Pensé en Jone para el personaje de Laida y en Sambou porque le conocía. Me parecía interesante que fuera una pareja interracial. Cuando nos surge que uno se tira y otro no, creíamos que era interesante que el que no lo hiciera fuera Sambou porque íbamos a tener más prejuicios, íbamos a juzgar más, aunque no deberíamos. Luego nos dicen mucho que no se sabe por qué él no se lanza. Es algo que trabajamos con Sambou y con Jone, pero simplemente eran lugares para trabajar, nos parecía mejor dejarlo abierto.
Más adelante sabemos que Sambou nació en Euskadi y que su círculo está compuesto mayormente por gente blanca. Lo vemos en su equipo de fútbol americano, por ejemplo. Tiene un compañero que es su amigo, pero que recurrentemente le llama Iñaki, que es el nombre que se utilizó en Euskadi para referirse a los primeros africanos que venían a trabajar. A medida que avanza la película vemos como él pone sus límites, pero inicialmente se ve en él un cinismo que suele rodear este tipo de problemas sociales. Él le llega a preguntar a Laida en un momento si cree que va a cambiar las cosas por ayudar solo a una persona y ella le responde, ¿te parece poco una persona? Quería saber vuestra opinión sobre esto, ¿dónde creéis que está el límite entre actuar y dejar ir?
Jone: La película hace alusión todo el rato a la responsabilidad individual, pero ayer me di cuenta de que Sambou actúa de una forma mucho más valiente que ella. Laida se obsesiona y hace todo el proceso sola y lucha sola, pero sin la clave que le da Sambou en ese sueño que tiene de ‘hagámoslo entre todos’. Hubiese sido totalmente imposible, no hubiese llegado a nada. Sambou le da sentido a todo lo que Laida ha hecho. Para mí eso es lo bonito, como lo colectivo y lo común es la forma de realizar una actividad individual, sino no llegamos a ningún lado. Por supuesto que tenemos una responsabilidad individual todos, pero si no nos juntamos, no sucede. 
Asier: Sí, y respecto a lo que dice ella de que ‘una persona es suficiente’, no podemos cambiar el mundo, podemos hacer pequeñas cosas. Pero si cada uno hacemos una cosa pequeña, haremos mucho. Yo creo que una persona es bastante. Una vida es mucho.
“El cine puede ser un lugar para la reflexión y para el cambio. Se puede utilizar no solo para el entretenimiento.” Asier Urbieta
Volviendo a lo que me decías de Sambou, Jone, su inacción puede ser una forma muy inteligente de decir ‘yo esto no lo puedo gestionar solo ni puedo pretender hacerlo. No voy a saltar al agua porque no me quiero poner en riesgo de esta forma’, pero igualmente acaba encontrando su propia forma de ayudar. Me pareció brillante la idea que se le ocurre y cómo se da la reconciliación entre la pareja, con que no hace falta estar todo el rato dando la vida. Es agotador, como vemos en el proceso por el que pasa Laida, estar todo el rato poniendo tu vida en juego, pero hay otras formas de ayudar colectivamente más efectivas. 
Jone: Sí, y esto también se lo deja claro la voluntaria, el papel que hace Itziar Ituño, que le da la clave al final de la película. Da muchísima rabia, pero sin esa rabia no llegaríamos a ningún lugar. También que no se puede conseguir cambiar el mundo en tan poco tiempo y que sola no lo puede hacer. Para mí es muy bonito ver ese proceso que hace Laida de ser consciente. Fue un reto para mí también. Le quito algo de edad a ella, la hemos hecho de unos veinticuatro años o así. Entonces, al ver a Laida con esa impotencia, con la realidad que le ha dado en la cara, encontrándose por primera vez con una injusticia tan grande, necesita hacerlo ella por sí sola. Ahí puede existir también algo de culpa blanca, de ese complejo de salvadora, y por eso Sambou tal vez no actúe así, porque no tiene el mismo background; vienen de sitios muy distintos.
Asier: Luego es muy curioso eso que dices de la idea que se le ocurre a Sambou porque está inspirada en la realidad. Pasó antes de que rodáramos, o sea, que nos inspiramos en ello. Unas personas se disfrazaron y pasaron a gente en tránsito entre ellos. Y mientras rodábamos hubo una carrera popular, la Korrika, y entre los corredores pasaron camuflados treinta y seis migrantes. Ahora siete activistas están en espera del juicio por tráfico ilegal de personas.
Wow, la gente se las ingenia.
Asier: Totalmente. El otro día charlaba con el fotógrafo en el que está inspirado el fotógrafo de la película. Estaba con él pasando por la frontera y vimos a un chico que parecía una persona en tránsito y dijimos, mira, va a pasar. De repente vemos que el tío lleva un perro. Entonces dije, va, no, está sacando el perro. Y me dice él, les solemos dar perros…y bicis, y de todo. Claro, porque si lleva un perro te despista.
Jone: ¿Y pasó? ¿Lo visteis pasar?
Asier: Pasó.
Jone: ¡Ha! Qué huevos tienen.
Es hasta un vacile, aunque no sea a propósito. 
Jone: La gente voluntaria que está ahí todos los días y que convive con esta realidad lo hacen de una forma muy optimista, su filosofía es incluso desde el humor.
Asier: Es gente que está viviendo en primera persona con estas personas en tránsito y todo este drama, pero sí que tienen una actitud muy positiva. La forma de cruzar tiene hasta un punto cómico. Hay algo carnavalesco, irónico, de ‘mira cómo pasamos’. Como el caballo de Troya.
Jone: Son medidas absurdas, entonces las formas de responder son también absurdas. 
Volviendo al personaje de Laida, Jone, y lo que me contabas antes de su evolución: me sentí muy identificada, y seguro que mucha gente joven también lo hará, cuando se tomó la lucha como algo personal. Se implica demasiado y hasta de distancia de gente que la quier ayudar. Mencionabas a Tania, el personaje de Itziar Ituño, esta mujer mayor, activista, que le acaba haciendo entender que estas luchas son de toda una vida y que hay que saber medirse. ¿Cómo creéis que se puede utilizar la rabia de forma útil, como propone Tania?
Jone: Yo creo que empapándote de gente que lleva más años en luchas como estas. Cuando te acercas a otras realidades que no son tuyas, a movimientos, a gente militante, voluntaria, etc., aunque llegues con muchas ganas, siempre pasa lo mismo: te das con la realidad en la cara, y es que las cosas van muy despacio y que apenas se puede hacer casi nada. Pero creo que eso, empaparte de la gente que está en ello y que sabe más que tú. 
Asier: También hay algo de transformar algo negativo en positivo. Intentar transformar esa rabia en algo que sea para bien. 
“Cuando te acercas a otras realidades que no son tuyas, a movimientos, a gente militante, voluntaria, etc., aunque llegues con muchas ganas, siempre pasa lo mismo: te das con la realidad en la cara.” Jone Laspiur
El objetivo de la peli es plantear un dilema. ¿Qué esperáis que se lleve el espectador?
Asier: Esta problemática ha salido en los medios de comunicación, no es que le hayan hecho el vacío, pero hay mensajes que no llegan a la sociedad. La peli es un intento de emocionar o de llegar con esta problemática desde otro lado y que al verla digas, ostras, ¿está ocurriendo? Y reflexiones. Hombre, si ya cambias un poco la actitud… o igual es demasiado pedir. Simplemente con emocionar y dar visibilidad a esto ya sería un montón. 
Es tu primer largometraje, Asier; previamente has dirigido Altsasu y el corto Pim Pam Pum. Según estos trabajos puedo intuir que te interesan los movimientos sociales y un poco el caos. En el caso de La isla de los faisanes podríamos decir que es el momento de caos y subversión el que resuelve el conflicto de la peli. Aunque tenga un punto cómico sigue siendo subversivo. ¿Qué de esto te atrae tanto?
Asier: La verdad que no lo sé. Yo me dedico a esto por la necesidad de contar historias que me interesan. Pim Pam Pum habla de cómo los niños pueden jugar en la guerra. Altsasu habla de un montaje policial y un proceso judicial en el que unos chavales fueron condenados por terrorismo desproporcionadamente. Aquí hablamos de una problemática de la frontera. Por qué hay fronteras, y esto tiene unas consecuencias dramáticas para la gente. Siempre está esa temática, pero es de una manera natural.
Es algo que me interesa porque también yo mismo reflexiono, cuando trabajas sobre estos temas te haces preguntas. Tú mismo haces una labor personal de dónde te quieres colocar en el mundo. El cine puede ser un lugar para la reflexión y para el cambio. Se puede utilizar no solo para el entretenimiento, que también, intentamos que la peli también sea entretenida, pero podemos ir más allá. 
Jone, cuando hablamos contigo la vez pasada, nos contabas que tú entras en el cine por casualidad, a través de tu interés y talento en la música. ¿Cómo te estás encontrando ahora que ya llevas unos años más metida en la industria del cine?
Jone: Ahora me encuentro muy cómoda, en un momento muy bueno, muy feliz. El año pasado rodé dos películas protagónicas, esta y otra, Karmele, que va a salir a final de año (esperemos). He tenido todo el rato este complejo de impostora porque vengo de las bellas artes, pero ya llevo cinco años y ahora le estoy cogiendo el gusto.
También me costó mucho digerir y entender todo lo que me pasó al principio, porque gané el premio con mi segunda película y no me lo terminé de creer; no solo eso, sino que no entendía muy bien el valor que tenía. Me gustaba el cine pero no conocía la industria, y ahora creo que puedo decir realmente que sé lo que es el cine y la industria. Este año he decidido hacerme académica porque ya me siento parte de esta comunidad y me siento cómoda en los festivales, hablando con diferente gente de distintos gremios, directores u otros. Es un mundo que me ha acogido de forma muy casual y en el que estoy ahora cómoda y agradecida. 
Has conseguido llenar ese espacio, esa imagen que se proyectaba de ti. 
Jone: Totalmente. Y eso se consigue trabajando, formándote y viendo mucho cine.  
¿Cómo ha sido para ti ser Laida?
Jone: Es un personaje con el que en parte empatizo mucho y desde el principio pensé que era un papel que podía hacer perfectamente, pero por otra parte, hay muchas cosas de ella que no me gustan y momentos donde me cae mal, directamente. Entonces me costó mucho y tenía miedo, y esto lo hablábamos durante el rodaje con Asier, de que el público no empatizara con ella o que al público le cayese mal porque Sambou, a mí como espectadora, me da mucha pena en varios momentos. 
Es injusta a veces.
Jone: Sí. Y él le dice, me estás juzgando y me estás condenando. Es verdad, y Laida no se da cuenta. Está tan metida en lo suyo que descuida su pareja, descuida su trabajo, descuida su propia vida, su relación con su padre, la relación con su amiga… Se aísla y es muy peligroso eso. Pero bueno, yo creo que lo pude conseguir gracias a esa idea de quitarle años también, de entender que es una persona más joven, que está en otro punto, que puede ser más inconsciente o más inocente en algunas cosas.
Para mí hubo dos retos para que el público empatizara: darle esa juventud, porque igual a mí me hubiese salido hacerlo de una forma más rígida o distinta, y también darle un punto de dulzura y fragilidad todo el rato, ver que estamos tratando con una persona vulnerable.
Asier, has dicho que la idea del dilema que plantea la película surge de una noticia sobre dos ciclistas que se encontraron con la situación que les toca vivir a Laida y Sambou. Eso te hizo preguntarte qué hubieses hecho tú en su lugar. Dijiste que te encantaría responder que te hubieras tirado al agua, pero no lo tenías tan claro. ¿Ha cambiado algo después de acabar la película? ¿Lo tienes más claro?
Asier: La verdad que no sé qué haría, en este tipo de situaciones es el inconsciente el que piensa, tú no lo puedes controlar. Yo creo que Sambou no está orgulloso de lo que ha hecho. Es mucho más complicado el papel de él que el de Laida porque ella ha hecho lo correcto. Si no te lanzas es más difícil. Es de estas cosas que van en lo más profundo, que no conocemos y no llegamos a saber hasta que pasa. Si pasa un tren, hay alguien ahí, ¿te tiras a ayudarle o te quedas quieto?  O en los momentos de agresión, que decimos no, yo reacciono… nunca sabes, puede pasar que te agredan y no seas capaz de moverte. Te puedes quedar inmóvil.
Jone: Yo, como dice Asier, soy un poco impulsiva. Mi lóbulo frontal es impulsivo. Nunca he vivido situaciones tan graves ni mucho menos, pero soy de reaccionar rápido. Pero es lo que dice Asier, no es algo moral ni político. Es otra cuestión que no somos capaces de saber. 
Ahora vais hacia San Sebastián. ¡Muchísima suerte! ¿Qué planes de futuro tenéis? Jone, tú estás esperando estrenar Karmele, como nos contabas. Asier, ¿veremos algún largometraje más por tu parte?
Asier: Eso espero, sí. Estamos trabajando en ello. Junto con Andoni tenemos varios proyectos y estamos trabajando.
FAISAIEN-IRLA_2024-02-21@Nicolás-de-Assas__1282.jpg
FAISAIEN-IRLA_2024-03-08@Nicolás-de-Assas__3630-(2).jpg
MUGA_2024-02-15@Nicolás-de-Assas__0076.jpg