Agnes Essonti Luque se define a ella misma como artista, cooperativista, mujer afro-española de l’Hospitalet de Llobregat. A sus 27 años, Essonti ha expuesto su trabajo en la Biennale de Dakar 2022 y próximamente lo expondrá en la Bineal de Arte de Lanzarote 2023. La fotografía o la performance son las diversas maneras que tiene la artista para reivindicar su posición como mujer perteneciente a la diáspora.
Sus obras pretenden viajar a través de sus raíces, busca el descubrimiento de su identidad, quién es ella y cuál es su lugar. Aunque todavía continúa trabajando en ello, poco a poco tiene más claro en qué consiste ser uno mismo, y así lo explica: “Para mí, las identidades (en plural, porque no hay una), se nutren de todo lo que nos rodea, físicamente y espiritualmente. De tu vecina que te saluda cada mañana y de la cena que te espera al llegar a casa, de una canción que no te puedes quitar de la cabeza”.
¿Qué elementos dirías que constituyen a Agnes Essonti Luque? ¿Quién es?
Creo que estoy hecha de todas las piezas que pertenecen a mi historia familiar. Soy una gleaner, me gusta mucho escuchar y aprender, luego ir incorporando esas historias a mi propio relato. Hay cosas de las que hablo que no me han pasado directamente a mí, pero sí a gente con la que he vivido. Me defino como artista y cooperativista, mujer afro-española de l’Hospitalet de Llobregat.
¿En qué momento empiezas a crear arte? ¿Surge como medio de expresión, de búsqueda de uno mismo…?
De pequeña me gustaba mucho dibujar, más tarde, escribir poesía, y cuando descubrí la fotografía con 12 años, sabía que había llegado para quedarse. Cuando empecé hacía fotos de la gente que tenía cerca y todo lo que me parecía bonito. No fue hasta que me mudé a Inglaterra en 2014 que empecé a dotar a mi obra de contenidos más políticos. Los procesos en los que ando metida (y que entiendo no solo como proyectos artísticos, sino como algo vital) sirven para encontrarme a mí, pero también para poner mis propias narrativas (que no son solo mías) en el centro.
¿Cómo es el proceso creativo? ¿Buscas las musas o ellas vienen a ti?
Es un poquito de las dos cosas. Me gusta mucho investigar: leer, ver películas, preguntar cosas una y otra vez. Disfruto de lo cotidiano y le saco mucho jugo, le doy vueltas a las cosas y de algo aparentemente ‘pequeñito’, hablo de cosas más grandes. Soy de estirar del hilo. También hay ideas que me llegan de repente, en sueños, por ejemplo. Sea como sea, algo que tengo claro mucho antes de saber de qué quiero hablar, es el título de lo que voy a hacer. Tengo libretas y muchos papeles llenos de cosas que he escuchado en algún momento, de cosas que he leído, de refranes... Creo que el lenguaje es algo que me acompaña desde hace mucho.
Una de las obras que más me han impactado y gustado (también por la historia que tiene detrás) es La Blanche, ¿qué supuso para ti su creación? Desde mi perspectiva como espectadora es un proceso de autodescubrimiento.
La Blanche fue una de las primeras obras que hice y que por suerte me acompaña hasta ahora. En el momento en el que la hice, estaba flipando con artistas, escritores y pensadores afrodescendientes, y la obra Caras negras, máscaras blancas de Frantz Fanon me marcó. Por eso decidí pintarme de blanco. Eso fue en 2015, en Inglaterra. Hice unas tres cientas fotografías que tardaron 5 años en ver el mundo en forma de vídeo. Tengo claro que las cosas buenas se hacen a fuego lento. En 2023, La Blanche formará parte de una de las exposiciones de la 11 Bienal de Arte de Lanzarote.
Hace unos meses tu trabajo se expuso en la Biennale de Dakar (Senegal) 2022, después de que el encuentro cultural pasase por un parón de casi 4 años tras la pandemia. ¿Qué implica que tus obras se expongan en un sitio de tal magnitud? ¿Cómo recibes la noticia de que eres una de las artistas seleccionadas para la Bineal de Arte Africano Contemporáneo?
Cuando recibí el correo de la Embajada de España en Dakar invitándome a mí (y a unos cuantos colegas fotógrafos afro-españoles) casi no me lo podía creer. Para mí, los espacios de arte africanos son súper importantes. En 2015 tuve la suerte de mostrar una imagen en una exposición colectiva en la Biennale Rencontres de Bamako (Mali), y eso es para mí de lo más significativo que he hecho.
Fue todo un honor poder llevar mi serie La Cordobayangue hasta Dakar. De hecho, aún tengo una carpeta en mi ordenador que se llama La Cordobayangue de go Dakar (La Cordobayangue se va a Dakar, en pidgin). Era la primera vez que la Embajada de España y el Instituto Cervantes en Dakar proponían una muestra de artistas afro-españoles y simplemente puedo decir que ya era hora.
Me sirvió para conocer de cerca qué estaba ocurriendo en Senegal y en el resto del continente, también en otros lugares de la diáspora. Además, pude juntarme con gente a la que sigo desde hace años y hacer cosas tan importantes como dar una clase en la Universidad Cheikh Anta Diop o aprender a preparar thieboudienne.
Fue todo un honor poder llevar mi serie La Cordobayangue hasta Dakar. De hecho, aún tengo una carpeta en mi ordenador que se llama La Cordobayangue de go Dakar (La Cordobayangue se va a Dakar, en pidgin). Era la primera vez que la Embajada de España y el Instituto Cervantes en Dakar proponían una muestra de artistas afro-españoles y simplemente puedo decir que ya era hora.
Me sirvió para conocer de cerca qué estaba ocurriendo en Senegal y en el resto del continente, también en otros lugares de la diáspora. Además, pude juntarme con gente a la que sigo desde hace años y hacer cosas tan importantes como dar una clase en la Universidad Cheikh Anta Diop o aprender a preparar thieboudienne.
Assia es una pieza muy importante en tu trabajo, pero siento que también es una obra que está en constante cambio y que te acompañará a lo largo de tu vida. Podríamos decir que es un modo de autodescubrimiento, de dar respuestas a las situaciones en las que te has encontrado como mujer negra en la diáspora. ¿Qué es Assia? ¿Qué hay detrás de esta obra? Porque tiene un peso importante.
No tengo claro en qué momento empezó este proyecto, pero sí que durante 2015-2017 le puse muchísimas energías. De hecho, fue el proyecto con el que me presenté a la Beca del Máster de Desarrollo de Proyectos Fotográficos en Blank Paper y con el que gané. En Assia, (que significa paciencia, fuerza o coraje) hablo de cuestiones como la construcción de las identidades, del sentimiento de pertenencia, de la familia, todo ello a través de fotografías. Es muy importante porque es la primera vez que pongo sobre la mesa que todas las cosas que me ocurren por mi condición de mujer negra en la diáspora, merecen ser contadas y creo que lo hago de una forma muy honesta.
Como dices, Assia es un proyecto que me acompaña y se me hace difícil imaginármelo como algo terminado, así que seguiré volviendo a las imágenes y a la maqueta de fotolibro que hice en su momento, con la esperanza de seguir uniendo piezas.
Como dices, Assia es un proyecto que me acompaña y se me hace difícil imaginármelo como algo terminado, así que seguiré volviendo a las imágenes y a la maqueta de fotolibro que hice en su momento, con la esperanza de seguir uniendo piezas.
Tu trabajo es una constante vuelta a las raíces, al saber quién eres, lo que te rodea… partiendo de ahí, ¿qué crees que configura la identidad de una persona? ¿Son sus orígenes?
Hay una parte que puede estar relacionada con los orígenes, pero creo que es mucho más complejo. A mí me cuesta mucho decir que soy catalana, a pesar de haber nacido en Barcelona. Durante mucho tiempo tampoco me he identificado como española. Para mí, las identidades (en plural, porque no hay una), se nutren de todo lo que nos rodea, físicamente y espiritualmente. De tu vecina que te saluda cada mañana y de la cena que te espera al llegar a casa, de una canción que no te puedes quitar de la cabeza, de algo que te decía tu abuela de pequeña y ahora que ya no está, piensas “qué razón tenía”, o de que vayas por la calle y alguien te diga “eh, tú, vete a tu país”.
El Arts Santa Mònica tiene actualmente la exposición Duerme en el accidente que provoca, que también habla sobre los orígenes, el hogar… y donde también tienes Bush butter i swit fo mboa. ¿Por qué esta obra? ¿Qué relación tiene con el hogar? De hecho, la hiciste expresamente para la exposición.
Cuando me llegó la propuesta del Arts Santa Mònica tenía claro que quería explorar el hogar a través de lo que comemos y cómo lo comemos. Yo entiendo el hogar desde la cocina y esta como el espacio de relación central en una casa. En esta obra, propongo un comedor lleno de objetos catalizadores de mi identidad: fotografías de lo que como en mis viajes a Camerún, ingredientes y especias, telas wax, el neón en pidgin… De esta manera, planteo este espacio que conecta con mis orígenes y se nutre de lo cotidiano, de mi memoria familiar, pero también de cuestiones más ancestrales. Una obra para ser vivida, en la que quién quiera puede sentarse a la mesa y disfrutar el momento como prefiera.
¿Qué supuso para ti marcharte a Inglaterra y dejar todo lo conocido atrás? ¿Te ayudó a abrir la mente para nuevos proyectos? ¿Fue un cierre de capítulo en tu vida y el inicio de uno nuevo?
Para mí fue un gran cambio, que me hizo reconfigurar la forma en la que veía el mundo. En Inglaterra es donde encontré los primeros referentes afrodescendientes y así me di cuenta de que era posible explicarme a mí misma y de que mis narrativas (las de una mujer afrodescendiente y española) también podían ponerse sobre la mesa.
Me gusta mucho describir ese momento como un despertar, o “el momento en el que todo hace clic”. De hecho, creo que la Essonti que habla ahora mismo, que mi vida tal y como la entiendo ahora, quién soy y qué me sostiene, empieza a partir de ahí.
Me gusta mucho describir ese momento como un despertar, o “el momento en el que todo hace clic”. De hecho, creo que la Essonti que habla ahora mismo, que mi vida tal y como la entiendo ahora, quién soy y qué me sostiene, empieza a partir de ahí.
No solo utilizas el arte como medio de expresión y reivindicación, también participas en talleres como el del Laboratorio Afrofeminista del colectivo Biznegra. ¿Está relacionado de algún modo con tu trabajo?
Creo que todo lo que hago es político y para mí, todos los procesos son importantes, porque me llevan por ese camino de descifrar y de conocerme más a mí misma. En el taller que voy a dar en el Laboratorio Afrofeminista hablaré precisamente de cómo ha sido este proceso de tener que buscar y buscarme, de deconstruirme y de utilizar las artes para poder hablar de aquello que me preocupa y me interesa visibilizar. Disfruto mucho generando y participando de espacios como este para poder compartir y nutrirnos las unas a las otras.
¿Algún proyecto futuro entre manos que puedas desvelarnos? ¿Alguna exposición tal vez?
Esta semana inauguramos la exposición colectiva Cartografies del Foc: Mapes d’allò que no volem oblidar, en la Sala d’Art Jove. Durante lo que queda de año habrá diversas cenas que ocurrirán en mi pieza en el Santa Mònica. Lo que ocurrirá más adelante, prefiero guardarlo hasta tenerlo más trabajado, pero en febrero haré una performance en el Museo Reina Sofía.