Haciendo nuestro el emblemático lema de Levi’s Use Your Voice, más necesario que nunca, damos la palabra a seis creativos destacados del colectivo LGBTQ+ que tienen mucho que decir. Seis voces procedentes de distintos ámbitos, entornos y realidades, que convergen en las páginas de nuestro número de verano y ahora también aquí para hablar abiertamente, compartir opiniones y experiencias y llegar a puntos de encuentro que contribuyan a hacer del mundo un lugar mejor. De la performer Samantha Hudson y la actriz Lola Rodríguez, a la impulsora de la fiesta queer Maricas, ISAbella, con quien hoy compartimos impresiones sobre la situación del colectivo y la necesidad de crear espacios de seguridad, cantantes como Megane Mercury y Conan Osíris y el director de cine Eduardo Casanova.
Si no existe, créalo tú mismo. Eso fue lo que ISAbella pensó tras años saliendo de fiesta a clubs de techno de Barcelona, donde no se sentía representada por la atmósfera que imperaba en esos lugares. “Nos dimos cuenta de que había una comunidad que necesitaba este espacio”, explica la productora y DJ colombiana, quien lleva once años viviendo en España. Fue entonces cuando, junto a sus compañeras Eloisa y Gina, decidió dar vida a una fiesta en la que todas las identidades, expresiones y formas de pensar fueran bienvenidas, siempre bajo el respeto y la tolerancia. Una forma de luchar contra la presión de la disidencia que parte de los miembros de la comunidad parece haber ignorado. Ahora, tres años después de su inauguración, el proyecto se ha convertido en un colectivo, al que ella se refiere como “una familia”. La educación, la globalización e Internet son algunas de las armas con las que combate la desinformación, después de haber promovido la unión de la comunidad durante la pandemia con la iniciativa House Of Maricas: The Art Of Staying At Home.
ISAbella, ahora trabajas en un estudio de sonido con Kai Landre, quien decía disfrutar expresando mensajes del espacio a través de la música la última vez que hablamos con él. ¿Qué nos puedes contar acerca de este proyecto?
Eso es, esto nace hace súper poco. Con Kai hemos trabajado durante mucho tiempo, y de hecho tenemos un dúo que se llama Operaciones Aleatorias, con el que hemos hecho varias instalaciones de sonido. Hacemos mucha música juntos y tenemos una conexión muy guay. La idea del estudio de diseño de sonido surge de la situación que hemos vivido el año pasado. Al verme con Kai en esta situación, y viendo que nos encantaba hacer música y diseñamos sonido para performances y documentales, decidimos emprender esta iniciativa.
Y por si fuera poco, continúas con tu proyecto, Maricas Records.
Tuvimos el lanzamiento de nuestro primer EP el año pasado. Salió muy guay dentro de todo, porque lanzar un sello en cuarentena… Es un poco extraño, no sabes la repercusión que tiene realmente. Es un proyecto que tanto a mí como a mis compañeras Eloisa y Gina nos hace mucha ilusión. Nos permite mostrar otra cara de Maricas y lo que representa nuestra música
Acabáis de celebrar el tercer aniversario de Maricas, en unas circunstancias insólitas que nadie hubiera pensado que nos tocaría vivir. Y la imposibilidad de celebrar eventos físicos ha afectado especialmente a proyectos como el vuestro, consistente en una fiesta techno queer. ¿Cómo os habéis adaptado a las circunstancias durante este año?
Ha sido un cambio enorme. Nos hemos visto muy afectadas ya que el mundo de la noche es ahora mismo inexistente. Esto nos llevó a buscar nuevos recursos para no dejar a nuestra comunidad de lado, para seguir apoyándonos y cuidándonos. El año pasado, durante la cuarentena, creamos una plataforma, House of Maricas: The Art of Staying At Home, con la que buscábamos apoyar a la comunidad. Es una de las comunidades más afectadas por la pandemia, y lo que planteábamos era invitar a distintos artistes. Teníamos mucha categorías, desde música y performance hasta programas de cocina. Todo lo que nos inventamos para no aburrirnos y apoyar haciendo donaciones, que se repartían entre todos los creatives que colaboraban con nosotras. Esta plataforma fue muy guay en su momento, una locura porque teníamos cinco artistes al día en la programación. ¡Y en el equipo éramos cinco personas! Cuando empezamos a ver que el contenido digital no era consumido de la misma forma a medida que pasaban los meses, decidimos parar con esto porque no tenía el mismo sentido. Pero en su momento fue de gran apoyo para todes. Todavía está ahí, tenemos todo el contenido. No sabemos hacia donde va a ir.
Incluso acogisteis recitales de poesía y workshops sobre activismo queer en esta plataforma.
¡Y hasta talleres de voguing! Como todo era aprender al instante, todo ha sido muy positivo. Estábamos en un momento de incertidumbre total, y esto ha sido como una escapada en el tiempo libre que teníamos. Darle este espacio a muchos artistes que nunca habían tenido un lugar donde presentar su trabajo fue muy bonito.
Y es que el confinamiento ha propiciado el riesgo de exclusión y la discriminación intrafamiliar. Personas pertenecientes al colectivo LGTBIQ+, cuyas familias les rechazan o les niegan la identidad, condenadas a convivir con ellos durante meses sin poder salir de casa, en un ambiente hostil. ¿Es importante compartir experiencias e impresiones dentro de la comunidad, para recordarse a uno mismo que no está solo y que hay una red de apoyo fuera?
Totalmente. De hecho, es una de las cosas por las que nosotras más apostamos. Nos tenemos que cuidar. El año pasado, mientras estuvimos en la cuarentena, muchos de nosotres no sabíamos donde estábamos. Pasamos por muchos estados y emociones, y es muy importante que nos apoyemos y estemos ahí para nuestros amigues y familia. Actualmente tenemos una herramienta que es Internet y las redes sociales, que nos permiten estar interconectados con otras personas. Es paradójico, porque estamos totalmente aislados pero mega conectados porque vemos todo lo que pasa al segundo. Es un arma positiva, tiene un contexto muy favorable y es muy importante el apoyo.
Vosotras lleváis años favoreciendo la libre expresión a través de vuestro proyecto Maricas. ¿Cómo y de qué forma surge esta fiesta, y cómo ha evolucionado a lo largo del tiempo?
Maricas surgió como algo muy natural, con mis compañeras Elo y Gina en 2018. Nos juntábamos e íbamos a fiestas, donde ponían techno, que es la música que nos gusta. Pero no nos sentíamos nada identificadas con el ambiente, nos sentíamos un poco outsiders. Siempre nos reuníamos y hablábamos de que faltaba una fiesta como la que siempre habíamos querido ir. Maricas nace sin saber que era tan necesario, sale de forma natural. Al vernos en la primera fiesta en 2018, nos dimos cuenta de que existía una comunidad que necesitaba ese espacio. Evolucionó de forma orgánica y se convirtió en lo que somos ahora. Más allá de una fiesta somos un colectivo, y más allá de un colectivo somos una familia. Ha sido súper bonito todo el proceso, nunca nos imaginamos que este espacio fuese tan necesario.
“En Barcelona el problema con las fiestas de buena música es que el ambiente es súper cerrado en cuanto a diversidad sexual”, comentabas la última vez que hablamos, poco después de que desvelases junto a tus compañeras el más que necesario proyecto. ¿A qué atribuyes esta homogeneización sexual en la noche de la Ciudad Condal?
Yo creo que principalmente es porque la noche y los clubs están manejados por hombres heterosexuales cis. Y esto es una realidad. Ha habido un cambio, y espacios como Maricas, donde nosotres hemos hecho fiestas en espacios que son súper normativos, forman parte de esa transformación.
Del proyecto inicial consistente en una fiesta queer, a la creación de una sólida comunidad, en la que mucha gente encontró un ambiente que parecía no existir hasta el momento en Barcelona. ¿Qué encontraron estas personas en Maricas para sentirse parte de esta iniciativa?
Es un mix de muchos elementos, más allá de la diversidad. Tener un espacio donde te sientes totalmente libre de noche te hace empoderarte y te permite sentirte totalmente libre de día.
¿Sentíais que estabais haciendo algo revolucionario?
Más que revolucionario, era necesario.
Maricas se define como “un punto de reunión donde cada uno se siente libre y a gusto con lo que es y lo que los demás son, sin tener en cuenta la orientación sexual”. Y es que pese a haber sido catalogada como fiesta queer, hay espacio para todos en la fiesta epicentro de la diversa comunidad que habéis creado. ¿Tendemos a construir guetos que, a largo plazo, contribuyen a consolidar cánones y estereotipos muy marcados?
Desde el punto de vista de la comunidad, creo que hay guetos construidos porque todo está muy jerarquizado en cierto sentido. Un claro ejemplo es el Gay Pride. Está majeado por hombres gays cis blancos que hacen gueto; y lo hacen dentro de la comunidad. Estamos en un momento de evolución para que estas cosas cambien y el odio no exista, pero todo es un proceso. Es muy progresivo y aún nos falta muchísimo por aprender. Y me incluyo, porque es un aprendizaje cada día.
¿Hay discriminación dentro del colectivo LGBTQ+?
Yo creo que sí. Desde Maricas, nosotras lo hemos vivido. En el Gay Pride no te sientes bienvenido, no hay cuerpos disidentes. Y ahora sí se puede ver que hay un cambio, más visibilidad para la disidencia. Pero estamos en el camino.
Es precisamente la libertad inherente a Maricas lo que ha cautivado a gran parte de vuestro público, expresándose sin reparo en un ambiente exento de prejuicios y sin preocuparse por el qué dirán. Pero a la vez, me parece preocupante que estemos en el siglo XXI y este aspecto sea considerado algo revolucionario o atípico, ya que significa que estamos acostumbrados a cohibirnos y hacer un acting continuado en nuestras vidas, ¿no crees?
Creo que esto es algo muy personal. Si tú te sientes cohibido por tu identidad o lo que representas y tienes que actuar en tu día a día para ser quién eres, creo que es tu decisión. Sí que es cierto que en muchos países y ciudades que no son tan abiertas es mucho más difícil ser libre y mostrar quién eres. Pero creo que es algo totalmente personal.
No obstante, hay que reconocer que la popularidad de determinadas acciones o reivindicaciones ha ayudado a visibilizarlas. E incluso a normalizarlas, acercándolas a personas que a priori no se habían planteado según qué cosas. ¿Son importantes los espacios de seguridad dentro del colectivo LGBTQ+?
Ante todo, un espacio seguro está creado por las personas que están en este espacio. Somos nosotros los responsables de que este espacio sea seguro. Nosotros, como colectivo y familia, nos cuidamos y hacemos de este espacio un lugar de respeto, donde puedes liberarte, puedes estar desnudo y puedes ser quien quieras. Pero es por el trabajo en comunidad.
Además de proporcionar un espacio seguro cargado de buen ambiente, vuestro proyecto rompe con muchas falacias que han sido aceptadas sin ser cuestionadas durante mucho tiempo. Por ejemplo, aquella de que a todos los gays les encanta el pop y han hecho de una cantante internacional su musa por excelencia, supliendo en ella carencias provenientes del ámbito familiar y personal. ¿Es la música un territorio cargado de LGBTfobia?
Sí, un poco. Estamos todavía en un proceso en el que la libertad y este movimiento es muy nuevo en el mundo de la noche y los clubs. Y sí que existe un poco.
Habéis hablado de la estrecha relación entre la música techno, símbolo de Maricas, y la cultura queer. ¿Qué nos puedes contar acerca de este vínculo?
Los espacios queer en los años ochenta donde se escuchaba disco y house por primera vez dieron lugar a los clubs y la música techno que conocemos ahora. Es ahí donde todo surge. Incluir la música techno, que es con lo que nos identificamos, y la necesidad de escuchar esta música, fue lo que nos hizo crear Maricas.
Antes hacías alusión al Gay Pride. ¿Deberían reformarse este tipo de eventos?
Creo que deberían reformarse con una nueva visión. Estamos en un punto en el que el Pride es un evento comercial, se vive como algo súper mainstream. Ves todas las carrozas y están todas patrocinadas por marcas. La verdadera esencia de lo que es el Pride se ha perdido muchísimo, y creo que tenemos que replanteárnoslo.
Creo que son muchos los que piensan que este tipo de iniciativas no son necesarias. Es decir, que ya hemos conquistado todos los derechos habidos por haber y están convencidos de que a día de hoy todos y todas convivimos en armonía, expresándonos libremente. Pero si así fuese no estaríamos hablando de vuestra fiesta como algo necesario y revolucionario. ¿Acaso hace falta ser víctima de discriminación para saber que sigue existiendo? Es como si no supiésemos ver lo que no nos afecta en primera persona.
Aunque sea un poco triste, es una realidad. Hasta que no pasan eventos que son noticia, como algunos que vivimos el año pasado, la gente no es consciente de lo que las minorías viven. Por ejemplo, el movimiento Black Lives Matter. No había este tipo de conciencia hasta que ha pasado. Todo tiene su lado positivo y negativo, pero en cierto modo sí que falta mucha conciencia.
¿Y crees que esta conciencia es real? ¿O se queda en la superficie, potenciada por las redes sociales?
Creo que hemos dado un paso, pero es un camino muy extenso y nos queda muchísimo trabajo para que haya un cambio real.
No insulta quien quiere, sino quien puede. Y a la vista está que lo realmente preocupante de las agresiones verbales no son las palabras en sí, sino las intenciones que encierran. Vosotras os apropiáis de un término históricamente despectivo hacia el colectivo, dotándolo de orgullo y convirtiéndolo en un cumplido. ¿Qué importancia juega el lenguaje en la conquista de derechos?
Esto es súper importante. La lengua española, en la que nosotras hablamos, no es nada inclusiva. Es totalmente binaria, donde está el masculino y el femenino, y el género está totalmente marcado cuando hablamos. Generalizamos por lo general en masculino, es lo que nos han inculcado desde pequeños. Esto tiene un punto machista, y por eso creo que el sistema binario no se siente representado por este lenguaje. De ahí viene la importancia en la conquista del derecho a tener un lenguaje inclusivo.
Las instituciones encargadas de velar por la preservación y el legado de la lengua parecen no estar muy de acuerdo con determinadas demandas que provienen, en su mayoría, de las jóvenes generaciones. Por ejemplo, han mostrado una firme oposición al reconocimiento del género neutro como parte de nuestra lengua. ¿Es una cuestión de miedo ante lo desconocido, o acaso hay sectores que empiezan a ver amenazados su privilegios de alguna forma?
Ante todo se ven desde un lugar privilegiado, y se ven amenazados ante el cambio. Creo que ese es el problema.
Uno de vuestros lemas más repetidos es “vive y deja vivir”. Y es que son muchos los que se niegan a permitir que cada cual viva su vida a su manera. Al menos, cuando esa vida no se encuadra dentro de los límites de lo que consideran aceptado o normal. ¿Cómo debemos combatir la intolerancia?
Wow (risas). Ante la intolerancia, yo creo que lo que debemos hacer es respetarnos, apoyarnos y aprender que al final del día todos somos iguales.
Tal vez la escucha sea el primer paso para conseguir todo lo que propones, ¿no?
Efectivamente. Entendernos, aprender de todes y escucharnos es primordial.
¿Cómo valoras el momento actual en términos de avances en derechos y libertades LGBTQ+? ¿Estamos atravesando un momento histórico?
Sí, totalmente. Es algo histórico, pero aún es muy nuevo. Aunque a veces nos pensemos que hemos hecho muchísimo avance, creo que todavía está todo muy crudo.
Parece que al fin se han puesto temas sobre la mesa, que en absoluto son nuevos, pero siempre habían estado silenciados y ocultados por las instituciones. La Ley Trans es un buen ejemplo de esto. Y para que se empiece a hablar sobre estos asuntos, ha sido fundamental la presión ciudadana y la reivindicación continua. ¿Son las jóvenes generaciones más conscientes de que para conquistar derechos, hace falta pelearlos?
Las nuevas generaciones vienen mucho más decodificadas dentro del género, hemos avanzado mucho en la forma de referirnos, hay mucho respeto en el lenguaje. Creo que hemos tenido un punto de inflexión en el que, yo personalmente creo que se ha sentido un cambio en otro nivel en términos de conciencia. Y esto tiene que ver en gran parte con la globalización y el Internet, como te comentaba antes. Esto te permite tener mucha información, ver lo que pasa, y que tu conciencia cambie un poco
¿Es el cuestionamiento del género y la revolución de lo queer el próximo paso en este proceso?
Esperemos que sí, pero creo que estamos en un primer escalón hasta llegar a ello. Esto sería lo ideal.
Isabella, tú naciste en Colombia. Ahora vives en España, y estoy convencido de que estás al tanto de la escena queer y los avances en materia de derechos LGBTQ+ de los cinco continentes. A la vista está que dependiendo del país sus miembros gozan de unas u otras libertades, de acuerdo a las leyes y el reconocimiento de garantías. ¿Crees que somos conscientes de la situación que viven las personas del colectivo en otras regiones del mundo, donde su condición u orientación se pena incluso con la muerte? ¿Hay suficiente conciencia?
Puede que sí, aunque esto también tiene un punto muy personal.
Resulta paradójico que precisamente en las ciudades más pequeñas y en los pueblos donde todo el mundo se conoce, sea donde en ocasiones las personas se sienten menos libres a la hora de vivir como quieren. Es decir, a priori podría parecer un entorno más familiar y cercano, donde se respetase a cada cual tal y como es. Pero parece que los lazos de sangre no entienden siempre de respeto y tolerancia.
Yo vengo de Colombia, de una ciudad súper pequeña que se llama Cali. Mi familia, en su momento, no entendía nada de mi orientación sexual. Y creo que un arma muy importante es la educación, a nuestros padres, a nuestra familia. Tu orientación no va a cambiar quién eres por dentro. Es una relación de paciencia y enseñanza, yo lo he vivido y me siento muy identificado con esta situación. Hay que ser paciente y hay que enseñar de alguna manera, cambiar la mentalidad y la conciencia. Al final del día tú no cambias quién eres por dentro.
¿Qué deseo te gustaría pedirle al universo?
Que nos respetemos los unos a los otros, porque todos somos iguales.