Reconocer los propios privilegios es esencial para entender el punto de partida. Y el director de cine Eduardo Casanova no duda en hacerlo tan pronto como nuestra conversación comienza. “Sí, soy un maricón de 30 años. Y cualquier persona blanca de 30 años, más aún si eres un hombre, es privilegiada”. Tan solo tenía 12 años cuando dio sus primeros pasos en la actuación, y lo hizo como el primer adolescente homosexual de la televisión española, encarnando a un personaje que le acompañó en su propio proceso de descubrimiento sexual. No fue hace tanto tiempo, pero el progreso social es evidente. Desde una mayor visibilidad de las minorías en la ficción hasta un enfoque más respetuoso que ahora empieza a desprenderse de clichés instaurados. Sin embargo, el artífice de Pieles, su película más conocida estrenada hace cuatro años en la Berlinale, en la que se sumergía en realidades que trascendían lo socialmente aceptado, enfatiza la importancia del discurso puro y radical. “Cuando ese discurso se tiene que exponer frente a mucha gente, tiene que pasar por una licuadora, o por un blanqueamiento, para que sea entendido. Y ahí es cuando pierde su esencia”.