Cuando empezamos con el proyecto establecimos una jerarquía según la cual la música era la piedra angular de Urfabrique. Es por eso que, aunque empezamos a componer y producir en 2014, no empezamos a desarrollar la parte visual hasta 2017. Queríamos tener consolidado un proyecto sonoro antes de llevarlo al plano visual. Las partes visuales siempre son las más complejas porque, pese a tener un criterio artístico para discriminar lo que somos y lo que no, lo que nos representa o lo que nos apela, no tenemos el conocimiento para llevar a cabo la dirección o la producción de nuestros vídeos.
Cheese or Kiss supuso el primer asalto y el mayor reto en esta búsqueda porque era nuestra primera vez. Si bien los cinematógrafos, Guille Bargu y Marc Gallifa, montaron un equipo de trabajo, nos tocó actuar como productores ejecutivos y, a ratos, también de productores del video (antes de que Ágata Bert se pusiera al mando). Por suerte, estuvimos muy bien acompañados. Nos dimos cuenta del esfuerzo de coordinación que se requiere en el cine en comparación con la música.
Creativamente, creemos que es mucho más difícil llevar a cabo un proyecto audiovisual porque el equipo es mucho más amplio y hay que atender a muchas más opiniones, lo cual no nos ocurre en la música, en la que nosotros escribimos, componemos y producimos lo que nos da la gana sin dar explicaciones y mayoritariamente sin demasiados condicionantes.