Soy maricón corrió como la pólvora y, sin esperarlo, Samantha Hudson se convirtió en “una pop star adolescente y blasfema”. Con una dosis de humor e irreverencia a partes iguales, esta virgo empedernida revoluciona las redes y los escenarios, cuestionando los roles de género, la heteronormatividad y cualquier otra convención a la que no le apetezca someterse.
Criada en Magaluf –“la cuna del balconing y la droga caníbal”–, Samantha ha aprendido a tomarse la vida un poco más a la ligera. Por eso, de la polémica surgida después de que publicara su primer tema musical –Soy maricón–, se quedó con la parte buena: de la noche a la mañana se había convertido en una estrella del pop, y eso le abría un mundo de posibilidades. Aunque no todo podía ser de color de rosa. Además de que son muchos los que parecen no estar aun preparados para reivindicaciones y personalidades tan arrolladoras como la suya, hay otra cuestión casi tan preocupante como esta: “no tener ni un puto duro”, porque, como ella misma confiesa, “ser pobre y tener talento es un deporte de riesgo.”
Para empezar, ¿quién es Samantha Hudson? ¿Cuánto de Iván González hay en Samantha y viceversa?
Samantha Hudson es una chica muy normal… Bueno, casi chica y casi normal. Una desfachatez que comenzó como un inocente proyecto de instituto pero que, poco a poco, ha derivado en una extensión más de mí misma. A día de hoy, soy una fórmula super concentrada de Samantha Hudson. Samantha 100%. Samantha virgen extra.
Has confesado que eres virgo, así que, para conocerte mejor, ¿qué características de tu signo son las más significativas en tu personalidad?
Soy muy solemne y muy extremista, y, como soy virgo, pues soy una virgo empedernida. Pragmática, analítica y, contra todo pronóstico, muy sensata. Sé que puedo parecer muy aleatoria y original –y lo soy–, pero ser tan espontánea es una decisión muy premeditada.
Samantha Hudson te ha dado fama, visibilidad y capacidad para cuestionar lo normativo. Sin embargo, todo esto nació como un proyecto escolar. Hiciste la canción Soy maricón para el colegio, el profesor de religión se enteró, no le gustó, lo denunció y esto hizo que trascendiera y que, al final, te acusaran de blasfemia desde la diócesis de Palma. ¿Cómo viviste todo lo que ocurrió después de que la canción viese la luz?
Me crié en Magaluf, la cuna del balconing y la droga caníbal y, como consecuencia, aprendí a tomarme la vida a la ligera. Y si a esto le sumas que cuando subí Soy maricón era una tierna e ingenua novicia… Toda aquella polémica ocurrió tan rápido que ni siquiera me dio tiempo a procesarlo. Solo recuerdo publicar el videoclip y, de repente, aparecer convertida en una pop star adolescente y blasfema. Ciencia ficción.
¿Te has planteado, en algún momento, cómo serían las cosas si no hubiese lanzado esta primera canción? ¿O si la respuesta de la opinión pública te hubiese achantado?
Sí, algunas veces, pero no demasiadas. Soy muy moderna y no hay nada más moderno que vivir el ahora. Pero alguna vez sí que me he imaginado cómo sería mi vida si nada de eso hubiera pasado. Supongo que seguiría igual de graciosa y rubia platino, pero desde luego no sería para nada la travestona que soy hoy. Toda mi personalidad la he confeccionado en torno a Samantha Hudson. Yo soy Samantha Hudson, así que imagino que no sería la misma persona.
Además de este episodio inicial, ¿has vivido algún otro encontronazo con la opinión pública que quieras compartir?
Cuando eres tan sexy y rutilante, es de esperar que la opinión pública no testifique a tu favor. Pero yo soy una supermodelo muy particular y, sorprendentemente, genero muy poca polémica. Supongo que es porque soy muy educada. Me da la sensación de que existe una nube de tolerancia en torno a mi persona, como que conmigo todo vale. Pero oye, la gente sabrá lo que se hace.
En tu discurso de graduación dijiste, “Yo realmente corro peligro por ser como soy”. Aunque ha pasado tiempo desde entonces, ¿hasta qué punto esta frase sigue siendo un reflejo de tu realidad?
Pues el mundo ha cambiado un poco desde entonces. ¡Y eso que no ha pasado mucho tiempo! Aún queda mucho que hacer, pero creo que ahora lo queer y los asuntos de temática LGBT+ están a la orden del día –no sé si por progreso o porque hoy en día es lo que vende. Seguramente siga corriendo el mismo peligro que corría cuando di aquel discurso, pero desde luego ahora me siento mucho más preparada para afrontarlo.
“Cuando eres tan sexy y rutilante, es de esperar que la opinión pública no testifique a tu favor.”
Tu primer éxito musical, el discurso de graduación y todas las performances reivindicativas que hay detrás de muchos de los gestos de tu día a día se han vuelto virales gracias a las redes sociales. ¿Crees que son precisamente las redes las que han ayudado a nuestra generación a normalizar y a liberarse de muchas de las ideas que han cohibido a otras generaciones? En tu caso, ¿qué es lo que te han aportado tus alter egos digitales? 
No sabría decirte a ciencia cierta si las redes sociales son las causantes de esto que me propones pero, sin lugar a dudas, internet y las nuevas tecnologías juegan un papel fundamental en las nuevas generaciones. Instagram, Youtube y similares se han convertido en herramientas muy útiles al alcance de cualquiera. Ahora todo el mundo puede crear contenido mediático. En mi caso, se han convertido en un método de trabajo, para darme a conocer y para establecer contacto con las salas de fiestas y la gente que me da trabajo. También me ayudan mucho a mejorar mis dotes de diplomática oradora.
Hablando de redes sociales, ¿qué meme te representa mejor en estos momentos? 
Yo misma, cada día, soy el meme que más me representa.
“Ya estoy harta de la clase alta, tanta jerarquía se quedó anticuada”. En tu carrera ha habido otros grandes éxitos como Burguesa arruinada. Desde tu experiencia, ¿qué es lo más difícil de ser de clase obrera o, lo que es lo mismo, la “Miranda Makaroff de los pobres”?
Pues no tener ni un puto duro (risas). Supongo que cuanto menos dinero tienes más complicado es emprender nuevos proyectos. Tienes menos medios. Si eres rica, puedes dedicarte a ser todo lo excéntrica que quieras, porque tienes asegurado no pasar nunca hambre. Ser pobre y tener talento es un deporte de riesgo.
Pero no formar parte de la burguesía no te impide lucir los outfits más eclécticos tanto dentro como fuera del escenario. ¿Cómo es el estilo de Samantha Hudson? ¿Consideras que la moda es una buena vía para expresarse? Aún así, ¿no piensas que, a veces, puede ser algo elitista?
La moda es lo máximo, pero también es un petardo. A mí me gusta vestir siempre con temática. Algunos días me apetece ser una stripper biónica que lanza rayos gamma por los ojos, y otros días me apetece encarnar a una divorciada de treinta y pico que viste con blusa y vaqueros. Hay que divertirse. Y yo en la moda encuentro mucha diversión. Y respecto al elitismo… pues estoy muy de acuerdo. Aunque también te diré que el dinero no compra el estilo y, al final, somos las más pobres las que más elegancia tenemos.
Ya sea a través de tus canciones o de tu vestuario, pones siempre la masculinidad en el punto de mira. Sin embargo, antes de cuestionar la idea imperante de masculinidad, ¿has sido víctima de ella?
Desde que me levanto hasta que me acuesto, soy una víctima de lo masculino. Aunque también soy una víctima de lo femenino. Me explico. Tal vez resulte subversivo que yo, en mi condición de chico, me oponga a la norma y me vista con toda mi pluma. Sin embargo, perseguir cánones estéticos femeninos también es agotador. Aunque mucho más chulo. Así que, haciendo un baremo, mi conclusión es que viva lo femme y vivan las travestis.
¿Hay algún otro artista –que esté haciendo este tipo de reivindicaciones– al que admires especialmente? Y, en cuanto a tus referentes, ¿quién ha sido fuente de inspiración a la hora de darle forma a Samantha Husdon?
Putilatex fue el grupo que me impulsó a cantar, y eso lo tengo mucho en cuenta. Los 80 y Almodóvar también han influido mucho en mi estética. Nina Hagen, Brigitte Nielsen, Arturo Valls, mis amigas… ¡Cualquier cosa me viene bien! Yo soy de dominio público. Y Putochinomaricón podría ser uno de esos artistas a los que dices que admiro. Y, por supuesto, también todas mis compañeras drags contemporáneas, que se desviven día y noche por hacer su arte y ganarse la vida con ello. Las Niñas de Sevilla, la Carvento y todas las transformistas del underground de Barcelona.
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Detrás de una gran dosis de sentido del humor hay un discurso político que cuestiona los roles predominantes, el género, la heteronormatividad y multitud de preocupaciones sociales actuales. ¿Hasta qué punto la construcción de este discurso parte de la propia experiencia? ¿Por qué decides abordar todas estas cuestiones desde el humor?
Yo soy un maricón pintao, así que mi experiencia es la de un maricón pintao cualquiera. A mí, gracias a Dios, no me ha tocado vivir nada muy duro, pero eso no quiere decir que no sepa ver más allá de mi nariz. Lo que pasa es que ya os he dicho que soy una virgo empedernida y, además, me gusta mucho estar informada. Saber es poder. A lo mejor mi discurso no parte íntegramente de mi propia experiencia, pero no hace falta vivir una situación para solidarizarse con ella. Y respecto al humor… El humor es la mejor forma de comunicar un mensaje. También sé ponerme seria, pero a veces sufro de soberbia y no me gusta pecar de prepotente. Así que, por eso, siempre hablo en clave de humor. Abre el estómago y allana el terreno.
Después esa primera canción, que fue el precedente de lo que es ahora Samantha Husdon, y de haber multiplicado tus seguidores de forma exponencial, ¿qué es lo que ha cambiado? ¿Cuáles son tus planes a partir de ahora?
Pues han cambiado muchas cosas. Ahora tengo más tetas, mi pelo está dos tonos más rubio, soy mucho más madura y ejecutiva… Aunque mi principal objetivo sigue siendo convertirme en una súper estrella del rock y salir en Ahora Caigo.
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