Todas estas vivencias las cuenta en su libro debut con el objetivo de que, si una niña marrón y migrante se encuentra en su situación, pueda sentirse acompañada. “Es muy importante para una niña verse representada. Quizá si yo de niña hubiera visto a más gente marrón en la televisión habría crecido con más fuerza para enfrentarme al racismo. Quizá así no hubiera sentido que tenía que negar mi propia identidad, mi color de piel”, nos cuenta la autora.
De hecho, seguramente a muchos de vosotros os sonarán las animaciones que comparte en redes, ya que ya hemos hablado con ella un par de veces, primero en 2019 sobre su incipiente carrera, y hace unos meses en nuestro podcast sobre su amor por el arroz chaufa y Shrek, y aunque hoy no vengamos a hablar de su trabajo, tiene mucho que ver. Esa chica tan educada y agradable encontró su vía de escape para criticar a los modernitos de Barcelona o el infierno que supone ser autónomo en España a base de gritos y animaciones. “Después de todo lo que había vivido hasta entonces, cómo no iba a estar harta. Mis animaciones me sirvieron para explotar, para gritar que estaba harta y para mandar a la mierda a todas esas personas horribles que conocía”, dice Quillahuaman.
Hablamos con Rocío sobre no sentirse ni de Lima ni de Barcelona, la falta de referentes marrones en productos culturales o crecer demasiado rápido debido a la pobreza, es decir, algunos de los temas que trata en Marrón y que, si aún no os lo habéis leído, no sé a qué esperáis. De verdad, vais a llorar de impotencia y rabia, pero también vais a reír y entender que, si no eres blanca y/o rica, no te lo ponen tan fácil.