Hay personas tan bellas, tan pasionales, inocentes y profundas que irremediablemente acaban tiñéndose de la oscuridad, el dolor y la furia del mundo en el que vivimos. A Personaje Personaje –psicoterapeuta, activista y travesti ante todo, sudamericana y afincada en Barcelona– le ha ocurrido algo así. Pese a ello, continúa luchando por esparcir su poder y su conocimiento a través de charlas, talleres y sesiones de cuentacuentos, este último en referencia a su proyecto Colorete Colorado. “Aunque siempre sea un imposible, necesito formar espacios seguros para tener un espacio seguro”, nos dice. Ahora, para romper todavía más hielo, se ha encargado de comisariar Insumises, tres nuevas charlas del Primavera Pro, que empieza hoy con El silencio tras la fiesta entre Dominique Jackson y Lux Venérea, enfocándolas en la dimensión travesti; todo para darnos el privilegio de verlas y escucharlas hablar de sí, consigo, entre y para sí mismxs.
Y así, Personaje se abre en canal con nosotrxs para compartir su dolor, sus vivencias y sus más sinceros deseos por volver a Sudamerica. También nos deja bien claro que ha transformado el dolor en furia, pero que eso, al mismo tiempo, es algo maravilloso: “Para mí la furia es una celebración, también encontrar el deseo en otras travestis. Todo esto sí que es salir de lo colonial y lo binario. ¿Cuándo hemos podido celebrar la furia? ¡Nunca! Al igual que celebrar mis heridas (risas). Hablo desde la ternura, que es algo que nunca se me había permitido”.
Estás involucrada en tantos proyectos que no sé ni por dónde empezar. Venga, por el principio, ¿en qué momento nace Personaje Personaje? Y me refiero al autodescubrimiento, la comodidad en la disidencia y toda esta expresión de género, no al momento en el que le diste un nombre.
Esta pregunta es muy interesante porque presupone una concepción lineal en el tiempo y los procesos. Para mí, no sé exactamente cómo, pero no ha sido así. Personaje Personaje no es un nombre que yo eligiera, sino que me fue dado. Tengo el privilegio de ser de una familia, que además de sus complejidades y demás, es muy amorosa. Y yo, que era una criatura rara desde muy pequeñita, me empezaron a llamar así en vez de por el nombre que mis padres me habían dado. Decían, ay, es que es tan rarita pero las queremos tanto que no la tiraremos por ahí en un rincón, sino que le vamos a dar un nombre que le corresponda, y así me pusieron Personaje Personaje (risas).
¡Qué curioso! O sea es un nombre que lleva acompañándote toda la vida.
Sí, claro, fue algo que pasó desde pequeña. No fui ese niño que se esperaba y dijeron, bueno, pero le queremos, y como es así, le damos un lugar de existencia entre nosotros y nosotras. Y con los años era algo que siempre estuvo presente, pero en un plano más familiar. Luego lo retomé porque fue algo que tenía mucho sentido y había sido tan esencial para mí; algo que ahora llamo ser travesti. Por eso, aunque suene ridículo, no sabría decirte en qué momento exacto aparece esto en mi vida.
Imagino que lo sientes como una prolongación de ti misma. Todavía hay quienes no entienden la diferencia entre el ser travesti y el drag; también quien lo concibe como un álter ego, desde una perspectiva más artística fuera de lo personal…
Sí. Yo no hago nada por el álter ego, y por eso también hay diferentes perspectivas en lo drag queen o en lo drag king. Por esta razón asumo el termino travesti, que para mí habla de esa resistencia sudamericana, que habla del reclamo del término y todos esos lugares tan difusos que tanto me interesan.
Antes me hablabas de tu familia. He leído en tu Instagram un post de una charla que tuviste con tu madre donde le preguntabas si recordaba qué fue la primera cosa travesti que hiciste, a lo que te dijo que era algo que siempre había estado en ti. Cuando crecemos fuera de la norma nuestros referentes familiares siempre son los más determinantes, en tu caso intuyo que tu madre siempre fue un pilar fundamental, ¿no es así?
Mi madre y mi abuela son figuras fundamentales en mi vida porque siempre me han dado y me dieron el cariño que necesitaba. Aunque hubieran cosas que no entendieron en su momento o que a día de hoy no entienden, porque no forman parte de sus vivencias, me dieron un lugar en el que existir. Me hicieron entender que merezco amor, y que ese cariño también es un acto de radicalidad porque vivimos en un mundo lleno de violencia. Estas violencias pueden estar interiorizadas y nos pueden hacer ver que no somos merecedoras de ese cariño. Así que yo soy una radical de la ternura, y ha sido gracias a ellas. Para mí ha sido un proceso muy importante porque sé que la violencia que he vivido durante mi infancia, mi adolescencia y la que todavía vivo no me la merezco.
Y así es, creo que, en términos generales y a quien se le permite, esta es una de las funciones más orgánicas de las familias; bueno, no nos liemos, sigamos en tu infancia, ¿crees que toda esa inquietud por experimentar y jugar con diferentes personalidades de tu interior, viene desde que eras pequeña? O quizá surgió en base a tus gustos y referentes, la música, cuéntanos. 
Como decías antes, mi madre siempre me ha dicho que es algo que he tenido ahí. Desde muy pequeñita, me convertía en cosas: me transvestía, me disfrazaba, me montaba. Pero la pregunta es, ¿y quién no? Sí que ha sido una cuestión que mi entorno me ha permitido, y donde no, siempre encontraba la forma de sostenerlo. Pero es que de verdad me pregunto, ¿quién no es capaz de reconocer en algún momento la potencialidad de lo que implica lo travesti? O sea, no necesariamente porque todo el mundo tenga que hacerse travesti, sino que realmente hay una parte del movimiento que en sí es inherente hacer; creo que siempre hay transformaciones, transiciones, solo que hay quien se compromete a no permitirlo y bloquearlo.
En cuanto a los referentes, antes hablábamos de mi madre, y la admiro mucho y a mi abuela también, pero es que realmente yo no tuve ningún referente en lo travesti. Y es algo que hay que entender: nuestras infancias son muy solitarias, nuestras vidas son muy solitarias. Es sentirte rodeada en la infancia pero siempre sentir que eres otra cosa, siempre ser una otredad, una rara, distinta, sola, que se hace con lo que tiene o como bien puede cuando le dejan y como le dejan. Al menos en mi infancia no he tenido ningún referente al que apuntar, y ojalá en mi infancia hubiera conocido a los referentes que conozco ahora. Pienso en la música y, para mí, han sido súper importante los boleros y todas esas señoras enfadadas del bolero; pero, claro, no eran travestis. Y aun así creo que algo de lo travesti intentaba escarbar en ellas y ahí conectaba.
¿Y no tenías alguna especie de refugio al que acudir de vez en cuando? Como todo esto del bolero que mencionas, o protegerte en el cariño y afecto de tus padres o tus amigas. ¿No había descanso?
No, no porque dentro de ese amor y cariño que tuve de mi madre y mis amigas siempre tuve miedo. Miedo de sentir que si descubrían esa faceta mía pudiera perderlas. No hubo descanso. Ahora intento curar la herida porque ha sido y es una vida muy dolorosa y compleja. Y me da mucha pena ver que no tuve referentes y ver el miedo que tuve y aún tengo por saber que hay personas que podrían quererme pero no lo hacen por ser travesti. Hay una sensación de que el amor es contingente, y yo no lo creo que lo sea. Creo que es la violencia de mi interior que me hace creerlo, pero no quiero pensar que así es. Es un proceso terminal.
“Yo soy una travesti de la vida cotidiana: me levanto y soy una travesti, estoy durmiendo y soy una travesti, me sueno los mocos y soy una travesti, beso, odio, repudio y soy una travesti.”
Qué importante es hablar todo esto, sobre todo exteriorizarlo y visibilizarlo, ¿cierto? Gracias por abrirte de esta forma conmigo.
Entiendo que esto lleva a espacios lúgubres, pero para mí es una celebración poder hablar de ello y de mi dolor. Para mí la furia es una celebración, también encontrar el deseo en otras travestis. Todo esto sí que es salir de lo colonial y lo binario. ¿Cuándo hemos podido celebrar la furia? ¡Nunca! Al igual que celebrar mis heridas (risas). Hablo desde la ternura, que es algo que nunca se me había permitido.
Justo. ¿Qué pasa con todo el trasfondo de vuestras realidades? Os toman como portadoras de valores artísticos y punto. ¡Como una especie exótica que consumir de vez en cuando!
¡Claro! Y por eso prefiero hablar desde lo travesti, en vez desde lo drag. Siento que el drag ha sido secuestrado y se ha convertido en un mero espectáculo. Por eso prefiero referirme a ello como un oficio. Yo soy una travesti de la vida cotidiana: me levanto y soy una travesti, estoy durmiendo y soy una travesti, me sueno los mocos y soy una travesti, beso, odio, repudio y soy una travesti.
Exacto.
¡Todo el rato! Con o sin hormonas, operada o no operada. Yo soy una travesti y nadie me lo quita.
Y has conseguido transformarlo en tu trabajo, sobre todo en cuanto a concienciación en charlas y talleres. Tú, personalmente, ¿cómo explicarías tu trabajo? Porque como decía antes, estás involucrada en muchísimos proyectos diferentes.
Uf, es que es muy difícil (risas). No sé a qué me dedico porque para tratar de mantenerme monetariamente tengo que hacer una infinitud de cosas. Tengo que raspar de por aquí y de por allá, y cuando consigo el dinero que necesito se esfuma porque he de pagar el alquiler o he tenido que ir al médico, o comer, porque las travestis también comemos. También he de atravesar muchos inconvenientes, porque también soy sudamericana. Pero en fin, me dedico a muchas cosas y a todo lo que haga falta para mantenerme económicamente, en mi vida y en un futuro; y en toda la vida disidente que ha tenido que pasar por incovenientes coloniales e insisto mucho en esto porque lleva mucho peso detrás.
Pero, bueno, hagámoslo sencillo: soy psicoterapeuta, hago talleres pensados para la adolescencia y la infancia sobre la disidencias. Soy toda una parlanchina, o sea, me das un micro y me puedo estar 3 horas hablando o más, y también escribo artículos.
¿Y cómo llegas a todo esto? Quiero decir, ¿viste que tenías suficiente potencial para dedicarte a ello?
Soy súper feliz de poder dedicarme a lo que me dedico. Me encanta mi trabajo y creo en la urgencia que tiene mi trabajo. Pero también admito su vulnerabilidad, porque yo, personalmente, necesito encontrarme con la infancia. Necesito hablar de mi infancia y, aunque siempre sea un imposible, formar espacios seguros para tener un espacio seguro. Estoy implicada en la necesidad de lo que hago, pero también es arte y forma parte de quién somos.
Desde luego tu historial de proyectos es extenso, y precioso también. Colorete Colorado ha llamado especialmente mi atención. Se trata de sesiones de cuentacuentos para niñxs, criadores y personas adultas. ¿Qué tal es currar en algo así?
Amo poder dedicarme a la infancia, a lo intergeneracional, a lo lúdico y encontrar espacios desde la infancia, para la infancia, sobre la infancia fuera de lo educativo y de las instituciones formales. Yo realmente no enseño nada, lo que hago es hablarles sobre cosas que se tienen que hablar, que desde la infancia sepan qué es la disidencia. Yo tomo la idea de la crianza y la desmenuzo porque no debe ser una relación jerárquica de una persona adulta, sino que debe ser algo que nos implica a todxs: con las personas mayores, con las que acaban de llegar, con las que estamos presentes.
En lo travesti también hay una idea de la crianza que hacemos juntas, nos vamos criando pese a ser adultas, entre nosotras. Bueno, y utilizo la palabra crianza porque es la que está disponible, pero ya nos encargaremos de encontrar otro término (risas). ¿Cuándo ha habido lugar para la travesti o lo disidente en la familia? Tenemos que encontrar otro término porque las palabras tienen herencia, y si seguimos la de la palabra familia, veremos que no hay cabida para la disidencia. Tenemos que juntarnos todas.
¿Tú la encontraste?
Tengo muchos grupos de personas muy diferentes entre sí que también han vivido diferentes momentos de mí, pero sí, tengo unas parientes con las que hemos creado parentescos artificiales (risas). Comemos, nos cocinamos, nos adoramos, nos mimamos. Pero no es una familia, yo no tengo familia aquí, tengo estos parentescos que nos hemos permitido. Ahora, por ejemplo, me he encontrado con dos criaturas: una tiene 15 años y la otra 16 y, obviamente no son mis hijas ni yo su representante legal, pero soy su representante ilegal (risas). Entonces, si tienen curiosidad por empezar a hormonarse o no, lo hablamos o les presento a alguien que conozca, ¿que quieren aprender a maquillarse? Pues que se vengan que les enseñamos. En ese sentido nos vamos criando entre nosotras, sustentándonos. Y también tengo contacto con sus familias biológicas, y les gusta más o les gusta menos que sus hijas sean esto o lo otro, pero se lo deben permitir.
“Tenemos que encontrar otro término porque las palabras tienen herencia, y si seguimos la de la palabra familia, veremos que no hay cabida para la disidencia.”
Justo, e imagino que debe ser algo fundamental en todo el proceso. También por cómo me contabas antes, seguramente a su edad a ti te hubiera encantado encontrar una mentora que te hablara de todo esto y te ayudara así. 
Sí, y en este sentido sí que hay una cuestión de referentes. Al igual que ahora también he descubierto a las demás; porque, claro, resultó que yo no era la única rara, sino que hay otras muchas más que me voy encontrando aquí. Ellas son mis referentes, por ejemplo Ken Pollet, o sea, por favor, ¡es mi amado! O MuertealanormaMama Lynch o Iki Yos. Todas estas personas son mis referentes y mis compañeras, las amo profundamente y dan vida a mi palabra.
Volvamos a tu proyecto Colorete Colorado: el éxito fue tal que acabaste presentándolo en La Casa Encendida, en Madrid. ¿Cómo surge esta colaboración? Te contactaron al ver el proyecto por redes, alguien asistió a una sesión y se fijo en ti, ¿cómo fue?
Es un poco misterioso (risas). Sé que había gente que me quería programar para alguna cosa porque habían visto mi trabajo por redes o porque alguien les había comentado algo…Y bueno, así de repente aparece La Casa Encendida. Y espero que no se quede en algo que sucedió una vez, porque estos proyectos necesitan y tienen una continuidad. El dinerito en el bolsillo está bien, pero necesitamos un soporte y la estructura para seguir con ellos adelante. Ojalá también no seamos solo una moda para la industria cultural.
¿Te da esa sensación? ¿Crees que todo esto de la disidencia disfrazada de mainstream acabará en algún momento?
Tengo la legítima desconfianza de que el medio cultural nos vaya a sostener. Pero también tengo el profundo deseo y la convicción de que independientemente de que nos apoye una industria cultural o mediática vamos a seguir. Yo no vengo de la nada, vengo de unas herencias que ni sabía que existían hasta que por fin he podido encontrarlas; por ejemplo todo el movimiento travesti en Argentina, o todo lo que ocurre en Brasil y Ecuador. Yo no vengo de la nada, vengo de unas herencias que ni sabía que existían hasta que por fin he podido encontrarlas; por ejemplo todo el Archivo de Memoria Trans de Argentina, o en Ecuador la Asociación Coccinelle.
Somos hierbas malas, crecemos hasta donde nadie se imagina que podríamos. Y vamos a seguir haciéndolo. Y pensemos también en las travestis mayores, porque hablo mucho de la infancia pero también dirijo la mirada a las viejas, a las adultas. Es cuestión de deshacer todas estas cuestiones.
Ya que volvemos a la dimensión travesti, en lo último en lo que has estado comprometida ha sido en comisariar algunas de las charlas del Primavera Pro. ¿Qué crees que vieron en ti para que las organizaras?
Creo que han sido ellos, ellas, ellxs, los que se han permitido vernos. Es lo que te decía, lo travesti siempre ha estado ahí y yo lo que me pregunto es cómo ha podido ser tan invisible cuando es algo tan evidente y delicioso de ver. En las charlas las invitadas solo giran entorno al eje travesti, solo personas del sur global, racializadas, y vienen a hablar. Es un encuentro que surge con el apoyo de unas instituciones; sí, porque han acumulado poder y nos tenemos que apoyar en ellas para que vean nuestra potencia. Y el Primavera Pro se ha fijado en mí porque también me ha visto trabajar. Pero es algo de lo misterioso, y lo celebro, y espero continuarlo también. Yo no pretendo ni quiero quedarme con este poder, con el saber, quiero llevarlo hasta otras manos, quiero que se contagie.
Se titulan: ¿Y si la música no calma a las fieras?, La nana como canción protesta y El silencio tras la fiesta. ¿Qué puedes adelantarnos de estas charlas? Cuéntanos un poco acerca del proceso de creación de las charlas: cómo llegaron a ti las ideas que las dirigen, por qué escogiste hablar de estos temas…
Yo con esta actividad he sido súper generosa, aunque no tanto como las personas que vienen a hablar, con la industria musical. Estas charlas son un acto de generosidad con esta industria y con la gente que cree que puede vivir sin nosotras. Es permitirles a todas estas personas que nos vean y nos escuchen hablar entre, para, con y desde nosotrxs. Así que, para mí, es invitarles al privilegio de participar en nuestra celebración; aunque sea solo con la mirada y la escucha de nuestra vivencia. También para recordarles que estamos presentes en la cultura y siempre lo hemos estado, pero que nos han querido silenciar, que vamos a seguir protestando porque todavía no tenemos suficiente, ni vamos a tener suficiente aún. ¡Y recordarles que existimos en cualquier momento: en la infancia, en la madurez y en la vejez! Ves, me pongo furiosa y celebro esta furia.
¡Y me encanta! Es como un recordatorio social, ahora solo falta que se atrevan (risas).
¡Claro! Es que no hay dinero en el mundo que pueda pagar lo que estamos haciendo al insistir en nuestras vidas.
Las charlas cuentan con grandísimas invitadas como Dominique Jackson, Lux Venérea, Missex o Camila Sosa. ¿Te encargaste de seleccionarlas? ¿Cuál fue tu criterio?
Sí, y fue porque las admiro, y porque forman parte de una reconstrucción histórica. El criterio lo tuve claro desde el principio porque quería construir un espacio de vivencias travestis en el que teníamos que encontrarnos entre las disidencias; y repito, para encontrarnos con nosotrxs, desde nosotrxs, entre nosotrxs, para nosotrxs. El criterio también se vio un poco afectado por toda la violencia que implica traer personas del sur global a España, porque había gente que yo quería invitar y no ha podido venir. Por tema de visas, por tema de presupuestos que no alcanzan, de violencia estructural que nos impide llegar. Y sabía que esto iba a ser algo muy complejo, y lo ha sido. Así que me alegro muchísimo de las que han podido venir, y del ejercicio que haremos al reunirnos.
Organizar un proyecto así debe ser algo muy poderoso, ¿no? Pero sentir al mismo tiempo todas las implicaciones, debe generar una impotencia enorme…
¡Es que esto pasa! No hay palabras suficientes para hablar de lo violento que es el mundo. En estos ciclos invitamos a la palabra por el hecho de renunciar a ella frente a la violencia. Es que no hay palabra que la cubra a veces. Pero por eso mismo organizamos cosas así, y esta edición es muy importante porque vuelve a ser presencial y también muy ambiciosa, es más grande que otros años.
Pasaría horas y horas hablando contigo, pero tenemos que ir acabando. Personaje, ¿algún nuevo proyecto en el que estés involucrada? ¿Dónde podremos verte, además de en las charlas del Primavera Pro, próximamente?
Estoy moviendo un proyecto pensado para la infancia, para la prevención del abuso sexual infantil y el maltrato, y también para las víctimas de violencia machista. Es un proyecto pensado desde lo travesti, se llama Cabaya, y estoy tratando que entre en algunas instituciones sea parte de espacios, y nace desde la noción de autonomía corporal. Y yo creo que, ¡qué mejor que lo travesti para esta idea! Y también hablar del deseo, la necesidad, el sueño que tengo por trabajar con gente de mi país para compartir la riqueza simbólica. Necesito volver a Sudamerica, implicarme más con mi región desde mi migración, desde mi vivir en Europa, mi ignorancia sobre cosas que pasan allí… Es algo que necesito y por lo que pido ayuda, porque sola no puedo.
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