Pese a que ya había dirigido algunos proyectos autoproducidos con anterioridad, el videoclip para Reyko fue una experiencia relativamente nueva para mí. En esa ocasión hubo una productora detrás, más medios de los que había estado acostumbrado hasta entonces y, en definitiva, también un equipo humano mucho más numeroso.
El proyecto me llegó a través de O, la productora que me representaba por aquel entonces. Tras algunas reuniones con la discográfica y presentarles la idea, nos pusimos a trabajar enseguida. En este proyecto decidí salir de mi zona de confort, ya que se apostó por rodar en imagen real lo que podría haber sido un proyecto de ilustración o animación. El rodaje fue muy intenso. Rodamos con dos cámaras en paralelo, en dos sets distintos, una experiencia algo estresante pero de la que aprendí muchísimo. Lo que me gusta es que se trata de un proyecto que fusiona muchas disciplinas en una misma pieza.