Cuando trabajo con EPs no suelo trabajar sobre un concepto en concreto, en cambio cuando es un larga duración siempre tengo la necesidad de desarrollar un storytelling, una historia y unos personajes, como por ejemplo en la trilogía de Mental Diary. En este caso, el trabajo es puro hedonismo, es ir al club y no parar de bailar hasta que las luces se encienda. Mi intención era crear temas de club, directos a la tripa, de esos que no quieres que se terminen, y por suerte lo conseguí.
El proyecto tiene muy pocos elementos, igual hay nueve pistas, pero el diseño sonoro de cada uno de esos elementos ha sido mucho más complejo, en especial el bombo, la caja o el bajo. Invertí mucho tiempo en ellos y lo hacía por capas; igual grababa de la caja de ritmos varios bombos, luego lo pasaba por distorsiones, los mezclaba, lo juntaba con sonidos de librería orgánicos (como con la caja, que tiene una textura metálica) y cuidar que todo suene equilibrado y en su sitio, de ahí el resultado industrial y contundente.