La pasión es algo para toda la vida, un amor que nunca muere. “No paré, ni nunca pararé”, nos confiesa, pues a sus 74 años sigue buscando el peligro para estar del lado de los oprimidos. Porque lo que siempre ha anhelado es que, aunque sea una pequeña parte de estas fotografías, sirva para erradicar la violencia y el terrorismo. Ha arriesgado su vida durante todos estos años en países como Camboya, Afganistán o Irlanda del Norte fotografiando el horror de la guerra. Pero, a través de su mirada única, de sus luces y sombras que recogen una dualidad tan terrible como tierna, captura la esperanza, el milagro en el dolor más profundo.
A raíz del documental, dirigido por Xavi Herrero, tenemos la oportunidad de sentir la pasión de esta corresponsal de guerra cuyas fotos han dado la vuelta al mundo. Repasamos el trabajo que Moonface, como la llamaban en Camboya y Vietnam por su rostro redondo, confiesa muy solitario, su desdén por la muerte, pero también su amor por la vida.