Chenta se puso en contacto conmigo en un primer momento. No nos conocíamos personalmente, pero seguíamos nuestros respectivos trabajos. Estaba interesadx en algunas de nuestras piezas para formar parte de la portada de su álbum Jájá éqúísdé (distopía aburrida) realizada junto al fotógrafo Unax de la Fuente. El resultado fue espectacular y trabajar con Chenta me pareció muy fácil y emocionante.
Pensamos que sería interesante, con tiempo, realizar alguna pieza específica para su próximo concierto. Justo después, empezamos a reunirnos, vino al estudio, me contó mejor su universo creativo, estuvimos viendo materiales y posibilidades juntxs. Yo le decía, bueno, se me ha ocurrido usar esto pero no sé si es demasiado loco con esto otro… a Chenta nunca le parecía nada demasiado loco. Para la materialización del vestuario, trabajé desde la idea de mezclar lo humano con lo no humano, buscando una especie intermedia entre humano, planta y pez. Cada parte de la vestimenta tenía que expresar distintos aspectos importantes para Chenta desde un lugar interespecie: el cinturón orgánico, la piel humana con pelos mezclado con los huevos depositados de Leafy. El brazalete más etéreo y digital hecho con sobrantes de cables de cobre y bioplásticos, o el collar, hecho de los restos de los restos, frágiles, imperfectos, etéreos y texturizados. A Chenta le gustaban las pruebas directamente y se acababan convirtiendo en resultados finales.