Ha conseguido que Miss Beige, la heroína de la normalidad encarnada por la actriz Ana Esmith, desfile para ella sobre una pasarela improvisada en las calles de Lavapiés. Ha aprendido a reírse de sí misma recurriendo a la invención y el surrealismo de la mano de Cuentos Rosales (también conocida como Soraya, Aaliyah o DelaRosa), a través de un particular proyecto televisivo bajo el nombre de Sor&Mor. Y ha ayudado enormemente a romper estereotipos, clichés y estigmas instalados en la sociedad desde hace décadas a base de creatividad, ingenio y un comprometido activismo siempre proyectado desde la carcajada. “El humor es lo que me hace tener ganas de vivir. Estoy todo el día riéndome”, confiesa Alex de la Croix, quien se sirve de la indumentaria, el humor, la música y las redes sociales para comunicar su vibrante imaginario creativo.
Un auténtico torbellino de energía. Además de artista, gestora cultural, modelo ocasional, docente y actriz, Alex de la Croix es vitalidad y puro nervio. “Soy una mujer de mi casa. Pero ante todo, una cómica”. Desde que se instaló en Madrid persiguiendo su sueño, la gaditana no ha dejado de crear y experimentar con todas las disciplinas artísticas habidas y por haber. Desde emprender desde cero un espacio de creación interdisciplinar, La Juan Gallery, junto a Juan Gómez Alemán, hasta revisitar géneros musicales patrios de la mano del director creativo Raúl Rosillo en su último trabajo.

Ahora, nos confiesa estar trabajando en su primer largometraje. “Me apasiona inventar a partir de situaciones reales donde me cuestiono el ‘qué habría pasado si…’”, comenta la polifacética creadora, quien encuentra en el cine de la primera década de los 2000 un hervidero de inspiración y referencias visuales.

Pero si hay algo que está presente en todos sus proyectos es la reafirmación de la propia identidad. Un profundo conocimiento del ser que adquiere forma de distintos personajes, creaciones y formatos. “Como persona trans, divago mucho en la idea de lo que el género significa y cómo lo expresamos”. Lejos de arrinconarla, las opiniones ajenas le valen para hacer autocrítica, cuestionándose el porqué de sus acciones. Una reflexión a la que invita a unirse a performers, diseñadores y amigas (entre las que encontramos a Samantha Hudson o La Dani) en su galería independiente, símbolo de una generación que busca indagar en su interior, desprendiéndose de arquetipos inamovibles y silencios molestos en torno a cuestiones controvertidas. “Somos muy afortunadas de vivir en una zona del planeta en la que no es delito expresarse como una quiere”.
Cineasta, gestora cultural y artista. La creatividad está presente en todas y cada una de tus facetas, pero, ¿quién es Alex de la Croix más allá de lo estrictamente profesional?
Una mujer de mi casa. Y en el sentido más estricto de la expresión. Me encanta estar en casa, me siento super creativa y disfruto ordenando mi alrededor porque siento que a su vez me hace ordenarme interiormente. No te puedes imaginar la actividad que hay dentro de mi cabeza todo el día. Surreal. Pero ante todo, una cómica. El humor es lo que me hace tener ganas de vivir. Estoy todo el día riéndome. Dicen que eso alarga la esperanza de vida, ¿no?
Naciste en Cádiz, te mudaste a Sevilla para estudiar cine y acabaste instalándote en Madrid, donde reconoces haber descubierto el faranduleo. ¿Qué ha cambiado desde que decidieses abandonar tu ciudad natal para perseguir tu sueño?
Ha cambiado el color de mi pelo, el largo de mis uñas, las gamas de colores que uso para vestirme y el pronombre con el que me refiero a mí misma. Quizás suene superficial, pero a lo que me quiero referir es que mi interior sigue estando intacto. Soy la misma persona con sueños e ideales que vino a Madrid para aprender, crear y crecer.
Desde 2015, eres codirectora (junto a Juan Gómez Alemán) de La Juan Gallery, un espacio de creación ubicado en el barrio madrileño de Lavapiés, donde fomentáis la participación artística, promovéis la perfomance y derribáis sectarismos y etiquetas. ¿Qué os llevó a emprender este revolucionario proyecto?
Juan y yo conectamos desde el primer momento. Nos conocimos en Túnez por casualidad (o quizás no), y automáticamente tomamos la decisión de alquilar un local en cuanto volviéramos a Madrid para fusionar nuestros mundos artísticos. En su caso, las escénicas, y en el mío, lo audiovisual. Desde ahí, todo sucedió muy rápido. En cuestión de meses empezamos a acumular publicaciones en prensa, que fueron las que pusieron nombre al concepto que habíamos creado.
Desde La Juan está de moda, un evento de moda experimental con tres ediciones a sus espaldas, hasta Acción x m², una propuesta de carácter interdisciplinar surgida hace cinco años, ¿qué proyectos has afrontado con mayor ilusión durante tu etapa como conductora de la galería?
Creo que La Juan está de moda es la actividad que más disfruto (y sufro) haciendo. Me encanta estar en contacto con los performers y los diseñadores, elegir el estilismo y pensar qué nos sugiere para acompañarlo con una instalación y una acción en vivo. Es muy interesante observar cómo se unen diferentes disciplinas.
Ahora presentas tu último trabajo de la mano de Raúl Rosillo, junto a quien revisitas el género de la copla a través de dos videoclips musicales en clave de humor. ¿Por qué habéis decidido abordar los orígenes flamencos desde la parodia y el surrealismo?
Como mencionaba antes, soy una persona extremadamente humorística. Soy capaz de reírme de todo, y lo que más me gusta es hacerlo de mí misma. Saber cantar es algo que siempre me habría encantado, y por eso decidí hacer la parodia de estas canciones poniendo la peor voz que salía de mis adentros.
La copla siempre me ha encantado, y Herencia gitana es una canción que mi prima Luisa siempre me cantaba, así que la hice en su honor. Amapolla me vino un día a la cabeza viendo vídeos de Sara Montiel y preguntándome, ¿hablará esta canción de una polla? Soy un poco mal pensada, lo sé.
Las piezas audiovisuales se acompañan de un reportaje fotográfico, realizado íntegramente por Raúl. ¿Cómo surgió esta colaboración? ¿Habíais trabajado juntos con anterioridad?
Raúl y yo nos conocimos por amigos en común, todos andaluces, y da la casualidad que ambos somos de Cádiz. Siempre quisimos hacer algo juntos porque descubrimos que teníamos el mismo humor. Durante el rodaje no podíamos parar de reír, aunque no se note en los vídeos. Fue una experiencia que se asemejaba más a un cumpleaños familiar que a una sesión artística.
Compaginas e involucras el activismo en tus proyectos audiovisuales, recurriendo al sarcasmo, la ironía y el humor a la hora de conectar con tu público. Háblanos del proceso de desarrollo de tus trabajos artísticos. ¿De dónde sueles partir y cuáles son tus principales fuentes de inspiración?
Todo lo que creo suele venir de de historias que escucho o veo a mi alrededor y de experiencias que me han sucedido, que en la mayoría de las veces autoficciono. Me apasiona inventar a partir de situaciones reales donde me cuestiono el ‘qué habría pasado si…’.
Por ejemplo, el otro día me caí de la moto, y horas después me imaginaba cómo habría sido la escena si hubiese sucedido en una rom-com protagonizada por Cameron Díaz. ¡Probablemente un encuentro romántico con ‘el amor de su vida’ que resultaría descubriendo que es su hermanastro perdido! Me inspira mucho el cine de los 2000 en su expresión más absurda.
44Studio, Brain & Beast o la londinense Di Petsa. Has desfilado para algunas de las firmas más irreverentes, defensoras de la libertad y la autodeterminación más absoluta. ¿Cómo definirías tu relación con la moda? ¿Cómo la planteas y materializas en tu imaginario estético a través de propuestas creativas?
Mi identidad como sujeto en esta sociedad es algo que me incumbe mucho. Como persona trans, divago mucho en la idea de lo que el género significa y cómo lo expresamos. Y mayormente, de forma exterior, se hace a través de la indumentaria y la imagen. Cuido mucho estos aspectos de mí porque me gusta que se lea por fuera lo que estoy sintiendo por dentro. Por eso muto en cuanto a estéticas, tanto en mi vida diaria como en mis creaciones.
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Tu perfil de Instagram constituye una completísima hemeroteca de tu vida. En el extenso archivo gráfico, con casi una década de historia, encontramos imágenes profesionales, videos, e incluso selfies caseros. ¿Qué papel juegan las redes sociales en tu vida? ¿De qué forma las aprovechas para difundir tu mensaje?
Las redes son un lugar misterioso en el que puedes conectar tanto con una persona al otro lado del globo que necesita escuchar historias como la tuya para sentirse empoderada, como con una realizadora de cine de reconocimiento internacional. Pienso que es importante tenerlas presentes y darles buen uso de cara a proyectar tu activismo y tu visión artística del mundo con los demás.
Pero si hay alguien que ha estado presente en tus publicaciones (y en tu carrera) desde el principio, esa es Cuentos Rosales. Juntas co-protagonizáis @soyr.y.mor, un particular proyecto televisivo inspirado en los programas de finales de los 90. ¿Cómo surgió esta iniciativa y qué pretendéis conseguir con este formato paródico?
Vivimos juntas, y a las dos nos encanta disfrazarnos, cambiar nuestra apariencia hasta parecer ridículas, jugar a ser otras personas e interpretar personajes. El archivo de atuendos y pelucas de Sor es inimaginable, y con eso nos da para inventar y recrearnos. Solemos inspirarnos en personajes femeninos que vemos en películas y en mujeres con las que nos cruzamos por el barrio. El mix de eso hizo que señoras como Felicia o Soledad cobraran vida en la pequeña pantalla.
“No estoy atrapada en mi cuerpo. Estoy atrapada en las percepciones que otras personas tienen de mi cuerpo” leemos en uno de tus primeras publicaciones en la red social. Una cita extraída de un discurso de la poeta y activista no binaria Ollie Schminkey. ¿Qué importancia le concedes a las opiniones ajenas? ¿Crees que invertimos demasiado tiempo sumidos en el ‘qué dirán’?
Yo utilizo las opiniones ajenas como oportunidad para ser autocrítica y reafirmarme en por qué hago lo que hago y por qué soy quien soy. Creo que es importante escuchar a tu entorno y saber dónde estás. Somos muy afortunadas de vivir en una zona del planeta en la que no es delito expresarse como una quiere.
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Compaginas tu labor artística con la docencia, impartiendo clases de Dirección de Arte y Narrativa Visual en el IED Madrid. ¿Qué es lo que más disfrutas de la enseñanza?
No me había planteado la docencia hasta que surgió esto, y acepté encantada. Es una experiencia super enriquecedora porque conoces las mentes de muchas creadoras diversas. Es bonito participar en guiarles para llevar su práctica por el camino que desean. Disfruto compartiendo mis referentes con ellas, y sobre todo, viéndome a mí misma reflejada en la ilusión con la que realizan los trabajos.
Además, eres una habitual de los grandes eventos de la capital. Desde fiestas orquestadas por firmas de lujo como Gucci y Loewe, hasta festivales de cine y esperadas premieres. ¿Crees que existe una falta de autenticidad y verdad en la escena creativa nacional? ¿Pecan los profesionales del arte y la moda de ser extremadamente superficiales y vanidosos?
Para nada. Hay perfiles de todo tipo, pero en mi caso puedo decir que admiro a la gente de mi entorno por su creatividad y originalidad. Soy afortunada de tener un círculo de amigas y allegadas cuyo arte rebosa allá por donde van. Personalidades como La Dani o Samantha Hudson hacen que mi vida tenga más sentido.
¿En qué proyectos te encuentras trabajando actualmente?
Recientemente, terminé de rodar un cortometraje para Apoyo Positivo que dirijo y protagonizo, titulado Privilegiada. Es una reflexión sobre la pérdida de mis privilegios tras haber decidido no considerarme hombre de forma legal y social. También estoy preparando un proyecto de comisariado de arte queer internacional y multidisciplinar que verá la luz en primavera de 2021 (si el Covid-19 lo permite). Y para añadir más leña al asunto, he empezado a escribir el que será mi primer largometraje.
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Pantalones y top CHRISTIAN SILVANI, corset ANEL YAOS.
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Chaqueta MARQUINA, vestido GILORTIZ, vestido DOMINNICO, pendientes PETROLEO.
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