“Supongo que el principal rasgo que me diferencia de ese Alejandría de entonces es la completa pérdida de fe en el ser humano”, nos dice ya al principio de la entrevista. No obstante, si algo me ha enseñado releer sus palabras es que más que falta de fe, lo que hay es esa conversación: diálogo entre las experiencias pasadas y las expectativas de futuro. No sabría cómo interpretarlo –eso es cosa vuestra–, pero la sensación con la que se queda una es de haber topado con una persona que tiene muy claro quién es, quién quiere ser y, sobre todo, en qué mundo quiere estar. Se asocia su nombre con polémica, pero quien lo hace solo confirma lo que él mismo explica, “la sexualidad debe ser liberadora, una forma más de expresarse con creatividad y un vehículo para conectar con algo más grande que nosotros mismos”.