Cabe destacar la admirable organización del evento. Dos escenarios, Neo Stage y Anti Stage, que emanaban un fantástico sonido acompañado de unos visuales extremadamente modernos y atractivos. Food trucks a escasos metros de las actuaciones donde poder comer algo y coger fuerzas (estupendas las hamburguesas, por cierto). Un recinto junto al puerto en el que era imposible perderse, con controles de acceso, aforos limitados y colas aceptables. Algo a agradecer tras el caos que hemos presenciado en otros festivales, en los que pedir en la barra o coger un taxi a la salida era misión imposible.