Cuando terminaron los grupos y cantantes, llegó el turno de los DJs. Henrik Schwarz, con un set de deep house, y el mítico Solomun, que cerró la primera jornada de festival con una sesión que duró tres horas y que definitivamente caló en el público con su sonido envolvente tan característico: techno, house, con bajo funky y melodías eufóricas. Mantuvo al público ahí hasta el final. Y así, por todo lo alto, se cerró el primer día de festival, que sin duda nos hacía presagiar que la segunda jornada, con los cabezas de cartel actuando, iba a ser de lo más espectacular.
Alrededor de las ocho actuó Morgan en el escenario Estrella Damm: la voz dulce pero a veces quebrada de Nina daba paso a la nocturnidad con canciones de discos anteriores como Home o Goodbye, y con algunas de su último disco, Air, como Sargento de Hierro o Blue Eyes. Fue sorprendente cómo el festival combinaba multitud de géneros sin aparente vínculo entre sí: la electrónica más pura, el rock, y de repente, raperos con versos reivindicativos –con referencias al feminismo, a la pobreza, y a la superación–, como fue el caso de Kase O, que actuó en el Sol House Stage a eso de las nueve.
Lo del Columpio Asesino no fue especialmente multitudinario. Una cosa estaba clara, cantarían Toro, el hit que les propulsó al estrellato en 2011. Parece que la gente lo intentó, pero no fue hasta el final cuando lograron prestar atención, cuando sonó la mítica canción que todos esperábamos y se pudo cantar aquello de “te voy a hacer bailar, toda la noche”. Además, el concierto fue interrumpido por algunos problemas de sonido.