Por su parte, Guillaumet y Roselló exponen su propio proceso en La vista renuncia, se trata de una exposición de fotografía sin fotografía, tal y como ellos comentan. Su pieza está más cercana a la instalación, exponiendo diferentes versiones de su trabajo a modo de diario, sin focalizarse en la denominada ‘obra final’, tratando de quitarle peso. Nos traen referencias claras a la historia de la fotografía, basando su propuesta en la unión de representación más percepción, estudiando como se generan las imágenes.
Bego Antón nos traslada a su mundo de fantasía y de ficción mágica, con su serie realizada en Islandia, generando paralelismos entre las criaturas fantásticas del lugar y las del País Vasco, donde reside la artista. La exposición sobre la obra de Miserachs busca su mirada sobre las realidades que conviven simultáneamente: los venidos de fuera, los barrios de barracas o los gitanos de Barcelona.
Hanna Jarzabek explora el autoproclamado estado independiente de Transnístria al este de Moldavia, trayendo a colación como, 30 años después de haberse declarado independiente, estas regiones no han obtenido reconocimiento. Xavi Bou cuestiona los límites de la percepción humana con su proyecto Ornitography, con la intención de plasmar en un único espacio de tiempo los patrones hipnóticos que generan las aves al volar, haciendo visible lo invisible.
La propuesta de Roger Grasas, Min Turab, documenta a través del paisaje la paradójica transformación sociocultural que han experimentado las monarquías del Golfo Pérsico a consecuencia de la entrada masiva de divisas procedentes de las exportaciones de petróleo, así como para la globalización y el turismo de masas. En definitiva, el objetivo de Lumínic es crear y cuidar el tejido fotográfico, con el deseo de contribuir a la educación de la mirada delante de la fotografía.