Criada en Magaluf –“la cuna del balconing y la droga caníbal”–, Samantha ha aprendido a tomarse la vida un poco más a la ligera. Por eso, de la polémica surgida después de que publicara su primer tema musical –Soy maricón–, se quedó con la parte buena: de la noche a la mañana se había convertido en una estrella del pop, y eso le abría un mundo de posibilidades. Aunque no todo podía ser de color de rosa. Además de que son muchos los que parecen no estar aun preparados para reivindicaciones y personalidades tan arrolladoras como la suya, hay otra cuestión casi tan preocupante como esta: “no tener ni un puto duro”, porque, como ella misma confiesa, “ser pobre y tener talento es un deporte de riesgo.”