El trabajo de Teresa Gutiérrez, Tere o Ganges, pseudónimo con el que se la conoce en la industria musical, bebe del pop, la electrónica y el indie, aunque las atmósferas envolventes que crea con su voz (y el piano que siempre la acompaña) no responden a etiquetas. Después de haber protagonizado actuaciones íntimas y conciertos multitudinarios en el Tiny Tour junto a Natalia Lacunza, la santanderina presenta este viernes 23 de abril su nuevo disco, Dime algo (bonito).
Ha sido reconocida como una de las grandes promesas de la escena musical nacional, pero su discurso sigue aferrado a la naturalidad, la honestidad y el trabajo duro como única forma de vencer las adversidades. “La gente no tiene ni idea de cómo empezar en este mundo, yo sigo teniendo muchísimas dudas”, dice abiertamente mientras analiza las distintas formas de alcanzar el éxito en un sector cuya estructura ha cambiado desde que surgiesen las plataformas de streaming y las redes sociales.

El confinamiento la ha llevado a conectar más con su audiencia, y a lanzarse de lleno al desconocido mundo de la producción musical. “Ha sido como un proyecto de clase”, explica cuando habla de su nuevo disco, al que dio vida en tan solo tres meses después de un momento delicado a nivel personal. Los videojuegos, el amor y hasta el mismísimo Okuda San Miguel se dan cita en los ocho temas que integran su nuevo LP, creados teniendo siempre presente dos aspectos que considera fundamentales: la autenticidad y escuchar lo que a la gente le gusta. “No suelo hablar bien de mis discos, pero este me encanta”.
¿Podrías presentarte para aquellos que aún no te conozcan?
Soy Teresa Gutiérrez, pero me gusta que me llamen Tere. Soy compositora, pianista y tengo un proyecto de electrónica-pop que se llama Ganges. Voy a sacar ahora un disco que se llama Dime algo (bonito) y espero que os guste mucho.
La última vez que hablamos contigo Ganges lo conformabais tres personas. Ahora, es tu proyecto musical en solitario. ¿Qué ha cambiado desde entonces?
El proyecto empezó siendo en solitario realmente porque yo he compuesto todas las canciones, y en su día, el primer EP que grabé lo hice sola. Cuando se unieron Álvaro y Jorge, la intención inicial era que lo hicieran como músicos, pero finalmente se integraron dentro del proyecto, algo que me pareció fenomenal porque me apetecía muchísimo ser una banda. Más tarde, cuando el proyecto requería más tiempo y flexibilidad, hubo un momento de decisión, y fue cuando ellos lo dejaron. Me acuerdo del primer concierto en solitario, en Casa Corona Valencia… lo pasé súper mal.
A nivel de canciones, el proceso de composición y grabación ha sido igual. Ahora comprendo y entiendo que el proyecto era muy mío. Siempre he dicho que he preferido grupo porque es muchísimo más divertido, celebras más cosas, puedes compartir lo malo, etc. Pero comprendo que con mi ritmo de trabajo y mi forma de hacer las cosas, es mucho mejor que Ganges sea como empezó, solo mío.
Imagino que, al igual que conlleva una serie de inconvenientes, tener un proyecto personal en solitario tiene sus ventajas. Por ejemplo, el poder tomar las decisiones de acuerdo a tu criterio, o materializar tu visión sin tener que complacer a nadie... ¿Cuáles destacarías?
Hablando a bote pronto, el dinero (risas). Es así hoy en día, y más como están las cosas. Trabajar en solitario te da la flexibilidad de poder ir a donde quieras, saber perfectamente lo que tienes que hacer, ser completa y absoluta dueña de tu directo. Aún así he de decir que da muchísimo más miedo, y hay formatos en los que se necesita acompañamiento.
¿Cuándo nace Ganges?
Pues tengo la fecha escrita, podría mirarlo (risas). Primero fue la decisión de dedicarme a la música, un año más tarde me decidí a grabar, y el año siguiente saqué lo que había grabado. Fue un proceso muy lento. Me bailan las fechas, pero fue mucho tiempo de pensar, de no atreverme, de tener un EP y de no saber qué hacer. Siento que hay muchísima oscuridad interna en música a la hora de dar el primer paso, sobre cómo empezar.
¿A qué te refieres?
La gente no tiene ni idea de cómo empezar en este mundo. Yo sigo teniendo muchísimas dudas, y creo que eso fue parte del problema que hacía que no me acabara de lanzar. No hay una carrera, nadie te enseña los pasos que tienes que dar. Si eres médico lo tienes clarísimo, pero si eres músico, ¿qué haces?
¿Y no crees que ese desconocimiento generalizado lo fomentan los propios profesionales que ya están dentro de la industria? Es decir, puede que a la gente que ya está asentada en un sector tan opaco no le interese dar demasiada información sobre cómo funcionan los engranajes del sistema. Tal vez sea una forma de autoprotegerse de una futura competencia.
Puede que haya algo de eso, la verdad. Pero también hay un problema, y es que por mucho que expliques algo, esto se trata de contactos. Entonces, hasta cierto punto, los contactos los atesoras de cierta manera. Creo que todo consiste en ir a sitios, buscar cosas, hablar con gente, etc. La gente no te lo va a dar hecho, pero creo que pasa en todos los gremios que dependen de esta clase de relaciones. Todo el mundo se estanca en la acción, en el momento de enviar el primer mail. 
¿Te han cerrado las puertas muchas veces?
Ha habido bandazos. El primer EP fue un boom, pero hay que tener en cuenta una cosa. En música, siempre que empiezas, tienes un boom. Lo tienes que aprovechar, porque cuando eres nuevo a la gente le interesas más. El primer disco fue una cosa un poco tímida, y empiezas a sentir que no tienes tanta atención. Ahora puedo decir que veo la diferencia. Estancarse en la música es muy cruel.
Es cierto que hay artistas que tienen un boom impresionante cuando lanzan sus proyectos musicales, otros empiezan a interesar a raíz de una canción. Pero tengo la sensación de que es muy fácil morir de éxito cuando un hit se viraliza, o cuando el público te asocia inconscientemente a un tema concreto.
En mi caso, lo inteligente es seguir trabajando poco a poco. Pero esto que acabas de decir es algo que hablo a menudo con la gente, y es un debate recurrente en la industria. Siempre está la duda de si se pasará, si es una moda, pero tal y como está el formato ahora, según el cual tienes que sacar un single cada mes, creo que es más fácil agarrarse a eso. No es como antes que podías dar un pelotazo con un disco, ahora estamos dando contenido constantemente. Puedes bajar, pero creo que es más difícil. Me gusta muchísimo el proceso de C. Tangana, se ve que hay mucho trabajo detrás. Yo en este nuevo disco tengo muchísima fe, ya estoy pensando en lo que va a venir después. Trabajo todo lo que puedo y creo que cada vez va a ir a más, tal vez me equivoque.
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¿Cuál es el ingrediente fundamental para poder labrarse un camino en la música?
Dos cosas: la primera, ser auténtico, que no se note que estás haciendo una performance con la que no te identificas; y en segundo lugar, escuchar lo que le gusta a la gente, lo que pide el público.
¿Sientes que el adaptarte a lo que al público le puede interesar te ha limitado mucho en tu carrera? ¿Has renunciado a hacer lo que te gusta en cierto sentido?
Ha habido desequilibrio por el lado de la autenticidad, he pecado de no escuchar. Eso me ha hecho estar un poco perdida, pero ahora veo que lo que hago le gusta más a la gente, y eso me está gustando más a mi. Y aunque no le gustase a la gente, me gustaría más a mi. Al final lo que estoy haciendo ahora me convence mucho más que lo que hacía antes, pero lo he hecho escuchando a la gente.
En 2017, reconocías compaginar tu carrera musical con la creatividad publicitaria. ¿Es ahora la música tu proyecto de vida?
Sigo trabajando en fotografía con Juanjo Marbai, eso nunca lo he dejado, pero sí, la publicidad terminó conmigo antes de que yo pudiera acabar con ella (risas). Ahora soy feliz.
Surgido de tu primer sueldo, el cual invertiste en la grabación de unas maquetas en solitario, Ganges ha evolucionado mucho desde entonces. A tu sonido se han referido como dreampop, electro-pop, e incluso indie. Parece que no hay consenso. ¿Te sientes identificada con alguno de estos géneros?
Lo que la gente quiera. Ahora dicen mucho bedroom pop, me gusta el nombre (risas), pero ahora parece que todo el mundo haga lo mismo.
Es como el cauce de un río, con sus curvas, sus subidas y sus bajadas. Por cierto, ¿de dónde viene el nombre Ganges?
Cuando lo decidí, todo el mundo lo veía raro. Yo creía que la gente lo iba a pronunciar bien, aunque luego he visto que no. Se escribía igual en español y en inglés, y me gusta tipográficamente; lo veía como nombre de una banda indie. Me gustaba la palabra en sí, tampoco lo pensé mucho más y ahora lo siento parte de mi.
La creación de atmósferas y microclimas sensoriales siempre ha sido una máxima en tu trabajo. ¿Hay algún otro denominador común en tus canciones?
Qué difícil, no lo sé... creo que esto se ve mejor desde fuera. Pero tengo la sensación de que tiendo a hacer melodías parecidas, hay giros muy míos. Lo he comprobado cuando nos ponemos a componer varias personas juntas.
Aún recuerdo cuando escuche tu single Uno más por primera vez. Fue precisamente ese halo envolvente, entre la nostalgia, el intimismo y el dejarse llevar, lo que más me llamó la atención. ¿Qué es lo que más disfrutas del proceso creativo: la composición, la actuación frente a una audiencia o el desarrollo de todos los aspectos creativos que conlleva?
La composición, cien por cien. Este disco ha sido distinto, porque en mis anteriores trabajos componía con el piano y después iba al estudio. Pero este lo he producido casi al completo, así que los temas se componían a la vez que se producían. Desde el principio se está creando la canción tal cual la escuchas, es mucho más divertido. Ha sido como un proyecto de final de curso, estaba motivadísima.
La estética es otro de los pilares de tu trabajo. Okinawa nos traslada a un ambiente paradisiaco donde reina la despreocupación y el disfrute, y en gran parte lo consigue gracias al videoclip que acompaña al tema. ¿Qué papel juegan la fotografía, el arte y la moda en tu trabajo?
En este disco todo es más infantil y analógico. Juanjo y yo hicimos un trabajo de plantearnos la imagen; sabía que algo tenía que cambiar. Hay más ironía y sarcasmo. También tiene una parte friki, forma parte de mi. Sí que es verdad que nos hemos parado a sentar las bases de este nuevo trabajo, pero después en cada vídeo nos vamos a grabar y vemos que sale.
Más allá del ámbito creativo, la mejor forma de conocer a un artista es preguntándole por sus hobbies. ¿Qué hace Ganges una tarde libre de verano?
Me encanta el anime y el manga. Lo tenía un poco abandonado, pero últimamente estoy a tope con ello. Ah, y comer y ver a gente comer en YouTube (risas).
Volvamos a tu música. Otro de los cambios que vemos en tu trayectoria tiene que ver con el idioma. Te conocimos cantando en inglés, con singles como Kill the time o Downfall, y ahora pareces apostarlo todo al español, ¿por qué?
400 millas norte fue el primer experimento en español. Salió muy bien, y según terminamos de publicar el disco, ya nos lanzamos al español. Boy love amor ya fue entero en español. Todo el mundo te empezaba a sacar parecidos, con gente que no tenías nada que ver.
¿Con quién te han sacado parecido?
Con Amaia Montero, desde siempre. ¡Y hasta con Mecano!
¿Sientes que es más fácil expresarte abierta y sinceramente en tu lengua natal?
Ya no sé escribir en inglés (risas). 
Y Asia parece estar muy presente en tu imaginario. Lo vemos en tu tema Taipei, incluido en tu álbum Boy love amor. También en Origami, inspirado en el arte del plegado de papel surgido en Japón. Y en el ya mencionado Okinawa, que toma el nombre de una isla tropical japonesa. ¿Qué es lo que más te atrae de este continente?
Corea del Sur y Japón son los países que más me atraen. Los que bebemos del anime y del manga estamos en contacto con su cultura de alguna manera, y terminamos amando Japón. El Además me encanta el K-pop, ¡estoy deseando ir a Corea!
¿Y de dónde viene el nombre de Boy love amor?
Me gusta como queda escrito, y quería que tuviese una palabra en español. Una de las canciones se llamaba Boy love amor y era el nombre que más me gustaba de todos. Y también porque iba de amor (risas).
Sí, se ve que el amor está muy presente en tu trabajo, también en tu nuevo disco Dime algo (bonito). ¿De qué forma lo planteas? ¿Hablas de ello de forma instintiva, o piensas el enfoque desde el que quieres proyectar los sentimientos en tus letras?
En la mayoría de las canciones ha sido algo más racional, sabía que quería hablar de ello (salvo una de ellas). Pero, en general, es más de cabeza que de entrañas. Me parece interesante hablar sobre esto. En el disco anterior era desde otra visión, lo necesitaba más.
Okuda San Miguel y El País de Nunca Jamás confluyen en tu último single, 6º, con el amor siempre presente, por supuesto. Incluso dices que quieres “reventar a odio en Instagram”. ¿Han cambiado las redes sociales la forma de consumir y producir música?
Definitivamente, han ayudado a difundir el mensaje. Yo me divierto muchísimo estando en redes. Antes no me mostraba apenas, pero he intentado ser más yo.
 
¿Y sientes que hay algo que se ha perdido?
Para empezar, ayudan muchísimo al formato de consumir constantemente y no apreciar el trabajo de la gente. Es una máquina de presión, si estás mal anímicamente no creo que ayuden en absoluto.
¿Por qué la palabra 'bonito' va entre paréntesis en tu nuevo disco?
Eso pertenece a un interludio del disco, y la frase continúa “dime algo (bonito) para dormirme…”. Es una frase que engloba al disco perfectamente y una sensación que me flipa.
En este nuevo disco te estrenas como productora, y reconoces sentirse plenamente satisfecha con el resultado por primera vez en tu carrera. ¿Qué nos puedes contar acerca de este nuevo LP?
Es el trabajo que más me gusta, con muchísima diferencia. Es muy yo, tiene todas las partes de mi. Hablo de videojuegos, tiene una parte bromista e infantil. Yo no suelo hablar súper bien de mis discos, soy súper crítica conmigo misma, pero este disco me encanta. La gente que me conoce sabe que no suelo decir esto. Estoy deseando sacarlo y tengo muchísimas expectativas.
¿Cuándo empezaste a trabajar en él?
El disco se terminó en tres meses, de diciembre a febrero del año pasado. ¡Súper rápido! En pandemia ya lo tenía hecho. Aprendí a producir en diciembre también.
¿Qué ha sido lo más difícil a la hora de producir? ¿En qué momento vital estabas?
Estaba en un momento complicado, había tenido algunos problemas... O me hundía, o hacía un disco. Era un momento mental muy extremo, o todo o nada.
Si tuvieses que quedarte con una única canción, ¿cuál escogerías?
Creo que la que más me representa es Ojalá fuéramos amigos. Es la más romántica de todas, muy épica. Pero todo el disco me representa muy bien, las canciones cuadran dentro del disco y conservan algo parecido.
Has actuado en algunos de los festivales más codiciados de nuestro país. El Mad Cool y el Primavera Sound, entre ellos. ¿Qué es lo que más disfrutas de estas experiencias?
Estar en la zona de artistas, compartir camerinos y ver a gente a la que llevas admirando toda tu vida al lado es muy fuerte. Ahora lo valoramos mucho más. Después de tocar te bajas y formas parte de todo eso, es increíble.
Y en el último año has recorrido media España de la mano de Natalia Lacunza, María Lázaro, Luz Abril y Paula Ruiz. El Tiny Tour ha hecho escala en Barcelona, Murcia o Vitoria, entre otras muchas ciudades. ¿Cómo surgió este proyecto?
Al principio éramos tres, pero ya de 'tiny' no tiene mucho, ya que ahora somos cinco (risas). Yo me sabía todas las canciones de Natalia al piano y se las toqué un día que quedamos. Soy fan suya y la seguía, me parecía que tenía un proyecto muy guay, fue amor a primera vista. Luego conocí a María, con la que me llevé súper bien desde el principio. Fue genial, nos lo pasamos genial ensayando, de gira, etc. Actuar frente a tanta gente, en esos escenarios enormes, era increíble. ¡Y ahora somos cinco!
Natalia se refería al grupo que habéis conformado como “lo mejor que tengo en mi carrera”, reconociendo haber formado una familia. ¿Cómo definirías tú vuestra relación?
Somos amigas, es la gente con la que paso más tiempo. Nos vemos muchísimo, haya conciertos o no. Hemos pasado por mucho juntas, las giras unen un montón. Es un grupo muy sano, nos apoyamos y ensalzamos las unas a las otras. Todas son buenísimas personas y divertidísimas. Hay muy buen ambiente, también con Fabriccio, el técnico de sonido. ¡Un tío super top! Lo mismo con Adri; somos familia.
Se han suspendido más de veinticinco mil conciertos. Una cifra escalofriante que ha llevado a gran parte de los artistas a trasladarse al terreno digital. ¿Ha supuesto el streaming la salvación de la industria musical?
Yo he tocado con Edmmond Studios, con Pompeii y en el Cuarentena Fest desde casa durante la pandemia. Me lo he pasado muy bien haciéndolo desde mi salón (risas).
En 2017 confesabas que tu objetivo principal era “seguir moviendo tu música y hacer conciertos”. ¿Cuál es el reto para 2021?
Tengo varias colaboraciones sobre la mesa, ¡así que seguir con ellas!. Y seguramente sacar un EP para otoño.
¿El Tiny Tour continuará?
Tenemos fechas hasta abril por el momento, pero surgen sobre la marcha. ¡Estamos todas a tope con el proyecto!
Y si piensas a largo plazo, ¿qué te gustaría estar haciendo en cinco años?
Lo mismo que ahora, con un publico más o menos consolidado, haciendo giras, sacando discos y viviendo de esto. Y componiendo para otras personas.
¿Hay alguien para quien te gustaría componer?
Por soñar, Blackpink (risas). ¡Y me gustaría hacer una canción de reggaetón!
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