Que el mundo está mal ya lo sabemos. ¿Pero qué se está haciendo al respecto? Entre las muchas propuestas que surgen cada día, aquí va una de las que más nos gusta. Se llama Makeo Top y es una tienda de ropa de segunda mano. Hasta aquí, nada nuevo. Pero quien lo lleva son Roberto Piqueras y Eme Rock, diseñador de moda y artista visual respectivamente, y siguen un criterio de selección muy particular, llevan la filosofía del quilómetro cero por bandera, y pretenden promover la divulgación de un consumo más ético y cercano.
A Roberto le conocemos de hace tiempo por su marca, con la que se mudó a Londres. Pero ha visto que el lujo no es lo suyo; de hecho, ahora está estudiando Educación Social. Y se ha unido con Eme para fundar esta tienda, que empezó siendo online pero que este miércoles inaugura oficialmente su apertura física en Barcelona, cerca de Arc de Triomf, con Steve Lean y Sushinigami como DJs, y Cecilio G como invitado especial. Una fiesta por todo lo alto para que el mensaje de sostenibilidad, responsabilidad y ética lleguen hasta los recovecos más imposibles de la ciudad y sus habitantes. Hablamos con ellos para descubrir el porqué del salto online a offline, qué les une, y cómo pretenden combatir el fast fashion.
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Roberto, Eme; además de Sabadell como ciudad natal y el proyecto que habéis iniciado juntos, ¿qué más os une? ¿Cómo y cuándo empieza vuestra andadura?
Roberto: Justamente Sabadell nos une como ciudad, pero no es hasta que yo ya llevaba un año viviendo en Londres (por el 2012) que empezamos a hablar por Facebook y mostramos intereses en común, como la cultura de extrarradio, que engloba muchas corrientes, y empezamos a colaborar artísticamente uno con el otro.
Eme: Nos une la visión crítica de la realidad y la creencia en la creatividad como herramienta de cambio social.
Roberto, a ti ya te conocíamos por tu marca, pero después de estar unos años en Londres, ‘desapareciste’. ¿En qué has estado metido todo este tiempo?
Roberto: Después de comercializar la marca en los mercados japonés y estadounidense, tocaba dar un salto y crecer a nivel estructural, pero era algo que no me apetecía demasiado. Así que en 2015 estuve trabajando seis meses para Coco Capitán como studio manager, y con la experiencia me di cuenta que cada vez me interesaba menos el mundo del lujo y, en consecuencia, la gente que trabaja en él. Por ello decidí hacer una pausa y ahora mismo estoy acabando segundo de Educación Social en la Universidad Autónoma de Barcelona, la cual me está aportando muchos conocimientos de antropología, sociología o psicología, y con ellos empezar a construir nuevos proyectos más sólidos y con fines sociales.
Tras todo esto, os unís con Eme Rock y fundáis Makeo. ¿Cómo surge el proyecto en primer lugar? ¿Qué os impulsa a hacerlo realidad? ¿La idea inicial era así, la de abrir una tienda de ropa de segunda mano? ¿O ha ido evolucionando?
Roberto: El proyecto surge de varias conversaciones en las que ambos seguimos con interés en el mundo del textil, pero yo sabía que producir como lo estaba haciendo hasta el momento no era viable ni sostenible, así que de alguna manera, estudiamos la relación con la ropa a partir del deshecho y la selección de piezas de segunda mano. Lo llevamos a cabo básicamente por las ganas de seguir haciendo cosas juntos y con recursos como para que se mantuviera como un hobbie, pero vimos la respuesta por parte del público –un tanto inesperada– y nos motivó a ir creciendo de forma orgánica online hasta que hemos pasado del online al offline.
Eme: El proyecto surge en gran medida sin demasiada ambición. Hacía tiempo que una buena amiga (Mireia González Lara) me insistía en lo interesante que sería crear algún negocio online en el que pudiera desarrollar mi obsesión por buscar prendas con algún tipo de historia –y de paso vaciar un poco mi armario. Por aquel entonces, Roberto había dejado de producir ropa y estábamos trabajado juntos en proyectos artísticos en los que reflexionábamos sobre la indumentaria como medio de expresión, así que nos decidimos a probar este proyecto sin pretensiones, pero con intenciones claras.
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A pesar de ser una tienda, Makeo tiene una función artística e incluso política más allá de la comercial. ¿En qué se pretende convertir?
Roberto: No hay una línea estrictamente marcada sobre el futuro de Makeo, pero uno de nuestros inputs es la selección de producto local para distribuir en proximidad. Básicamente, llevar el quilómetro cero al mundo del alargamiento de vida y la dignificación de la ropa. También, tener una función divulgativa sobre las consecuencias de la sociedad del consumo y la realidad sobre los procesos del fast fashion con un lenguaje visual contemporáneo para llegar a las nuevas generaciones.
Eme: En mi caso al menos, no pretendo que se convierta en nada. Creo que Makeo es un concepto que puede funcionar como tienda física, como tienda online o como cualquier cosa que se nos ocurra y apetezca hacer.
Se habla mucho de la sostenibilidad y la ecología en la industria de la moda, y cada vez son más las marcas que nacen con vocación verde y otras que ya existen apuestan por cambiar sus políticas de producción, distribución, etc. ¿Cómo veis actualmente el panorama? ¿Se está haciendo suficiente?
Roberto: No, no se hace lo suficiente porque se utiliza como una vía de marketing y lavado de cara por grandes empresas, cuando se olvidan de esa parte de concienciar al consumidor. Pero sería hipócrita que marcas del fast fashion te dijeran, ‘no consumas más ropa de usar y tirar’, se quedarían sin negocio.
Eme: No conozco demasiado cuál es el estado actual de la industria de la moda, sin embargo, puedo decir sin miedo a equivocarme que no se está haciendo suficiente y sospecho que muchas de las cosas que aparentemente se hacen por el bien común y el medio ambiente, en realidad se hacen por pura imagen comercial.
Justo el miércoles inauguráis el espacio por todo lo alto en Barcelona: Steve Lean y Sushinigami como DJs, y Cecilio G como invitado para cortar la cinta inaugural. Tras ser una tienda online durante al menos un año, ¿qué os lleva a abrir una tienda física en Barcelona?
Roberto: Llevamos mucho tiempo trabajando a través de las pantallas digitales y nos apetecía tener un contacto más próximo con el usuario. Poder realizar acciones a pie de calle es algo que nos llamaba la atención, y tener nuestro propio local donde poder participar con otras artistas y creativas puede ser muy enriquecedor a nivel personal.
Eme: Nos pareció un paso natural. Nuestros clientes se desplazaban a mi estudio de Sabadell (que ha funcionado como headquarters de Makeo durante este año) a recoger sus paquetes, a probarse prendas o simplemente a visitarnos, así que pensamos en instalar Makeo en un punto accesible para más gente.
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Contadnos un poco más cómo estáis contribuyendo a la ecología, la lucha contra el fast fashion y a la concienciación social. Por ejemplo, sé que lo de reducir el packaging al mínimo es algo en lo que invertís mucho esfuerzo.
Roberto: Como comentaba antes, una de las bases es la de no importar producto y no distribuir de manera internacional. Por otro lado, como packaging solo utilizamos papel reciclado, tanto para envolver como las bolsas. Pero la intención es que el consumidor venga con su propia bolsa, una gran parte de nuestras clientas lo tiene muy en cuenta. Ahora, contra el fast fashion, nosotros somos una pequeña gota en un océano y nuestra acción es más bien divulgativa a través de charlas y redes sociales, donde mostramos noticias sobre el sector y la lucha por los derechos laborales en el mundo textil desde una perspectiva feminista.
Eme: Intentamos ser sinceros con lo que ofrecemos. Trabajamos con empresas que se dedican a reciclar el producto que recogen en nuestro radio de acción. No compramos grandes paquetes que vienen de países lejanos, vendemos ropa que compramos a diez o veinte quilómetros de la tienda, intentamos dignificar las prendas y, de paso, reivindicar a toda una sociedad, su forma de ser y de hacer las cosas. Eso me parece lo más revolucionario que puedo ofrecer.
Uno de vuestros puntos fuertes es la selección de cada prenda. No compráis al mayor ochocientas chaquetas tejanas medio rotas, sino que de cada lote, buscáis las que más os interesan, gustan, o llaman la atención. ¿En qué os basáis a la hora de elegir las piezas?
Roberto: El criterio es complejo de definir, pero básicamente depende mucho del día, el estado de ánimo que tengamos y las piezas que pasan por delante de nuestros ojos. Intentamos no crear un uniforme y cosas que hace un año seleccionamos, quizás para el público tengan sentido un año más tarde, es difícil decir a cosas que no, pero lo que sí tenemos claro es que si no respira aire vintage, ni uniforme de segunda mano, seguro que lo seleccionaremos.
Eme: Para seleccionar las prendas (siempre lo hacemos pieza a pieza) intervienen varios factores: el concepto que transmita, la originalidad, la calidad de producción y, por último, el precio.
El nombre, ‘makeo’, me lleva un poco al ‘makeover’, y teniendo en cuenta que uno es diseñador y el otro, artista, ¿les hacéis algo a las prendas antes de venderlas? ¿Las customizáis o existe la posibilidad de pedirlo?
Roberto: Nos llamamos Makeo por el verbo ‘maquear’. Esta connotación canalla habla mucho del barrio y de ir guapa cuando te arreglas. Hasta ahora, nosotros no hacemos recycling ni upcycling, pero encargamos a otras artistas a colaborar y a hacer colecciones cápsula que presentamos de manera paralela. Hicimos una con Svmak y ahora estamos a punto de lanzar una con el artista Enguany.
Eme: En principio no intervenimos sobre la prenda de ningún modo, nuestra intervención es sacarla de un espacio, prepararla si es necesario, y presentarla en otro espacio (ya sea digital o físico).
Y ahora que la tienda estará abierta, ¿a qué otros retos os enfrentáis tanto personal como profesionalmente?
Roberto: Ahora el reto es integrar nuestras motivaciones en el tejido social y local del barrio de la Ribera en Barcelona y poder responder a las necesidades de la nueva generación y poder crecer con ellos.
Eme: Me encantaría ver que la tienda funciona como un espacio de intercambio de información y opiniones. Me encantaría que Makeo fuera un concepto en equilibrio entre la estética y la ética, sin miedo al negocio y a la crítica, abierto a la intelectualidad y conectado con mis raíces de extrarradio.
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