Dice que “el trabajo que uno desempeña no le representa como persona”. Por eso quizás no se siente fotógrafa sino alguien que hace fotos. Aun así, Clara Visa nos sorprende con una editorial, entrañable y divertida –sobre todo esto último. Hoy hablamos con ella sobre su fotografía de aire kitsch, desenfadada y llena de color. Nos metemos de lleno en su último proyecto y cómo logró desarrollarlo gracias a su musa y modelo: su maravillosa abuela.
Antes que nada, ¿quién es Clara Visa? ¿Podrías presentarte?
Clara Visa hace fotos. No me gusta decir que soy fotógrafa porque no lo siento así, y tampoco creo que el trabajo que uno desempeña sea lo que le representa como persona. Mi padre es fotógrafo y mi hermana es artista visual, no sabía qué estudiar así que estudié fotografía un poco por inercia. Estuve cuatro años estudiando fotografía puramente técnica donde no me dejaban espacio para la creatividad. En ese aburrido mundo técnico la moda apareció cuando empecé a trabajar como responsable del departamento de arte en Blow Models. Ahí aprendí quién era Balenciaga, cómo escribir bien Chanel y que Dior no es solo maquillaje. Me gustó tanto este mundo que me apunté a Fotodesign para actualizarme como fotógrafa de moda.
Nos presentas tu proyecto final en Fotodesign, una editorial entrañable y divertida a partes iguales. ¿Por qué decides llevar a cabo este proyecto? ¿Cómo surgió la idea?
Uno de mis profesores, Albert Ruso, me dijo que tengo un toque entre humorístico, burlesco y sarcástico en algunas de mis fotos, que es algo difícil de conseguir y que no todo el mundo puede hacer. Me motivó muchísimo a seguir por esta línea, y así lo hice. Tenía en mente hacer algo inspirado en la campaña que hizo Céline para la Primavera/Verano de 2015 con Joan Didion, y quise sumar a ello una estética divertida, un poco americana, kitsch.
¿Por qué tu abuela, mejor que nadie, había de ser la protagonista de este trabajo?
Quería hacer algo muy mío, que me representara, y mi abuela es mi amor, mi musa. Además es preciosa, tiene unos ojazos azules increíbles y es muy fotogénica. Mucha gente me sigue o me conoce por ella, por los videos y fotos de Instagram. Tiene muchos fans y es muy querida.
No todas las abuelas accederían a hacer esto. ¿Cómo le planteas a la tuya que quieres convertirla en protagonista de un editorial de moda con gorras de Balenciaga y chaquetas tejanas de Dior? ¿Y cómo acaba accediendo?
Me daba miedo que en las fotos pareciera que estaba disfrazando a mi abuela o burlándome de ella; hay una delgada línea entre esto y hacer que las fotos sean divertidas y entrañables a la vez. En realidad, está bastante acostumbrada a que le haga fotos todo el rato, pero para mí era muy importante que ella supiera que no la estaba disfrazando, así que primero le enseñé la ropa que le pondría, las fotografías de referencia que tenía, e intenté hacerle entender que era algo importante para mí, sin presionarla mucho. Está a punto de cumplir noventa y ocho años y no me gusta marearla, pero accedió, como siempre hace con todo lo que le pido.
Por las fotos, parece una persona muy cachonda, ecléctica y con muchas cosas que contar. Cuéntanos algo más sobre ella, una anécdota, una historia, la típica hazaña que nos ayude a conocerla mejor.
Ha tenido una vida muy triste. Perdió a su marido a los diez meses de haberse casado y estando embarazada de tres meses. Crío a mi padre con la ayuda de su hermano, que también era viudo, y años más tarde su hermano murió en un accidente de coche. Pero es una valiente y está muy agradecida de tener la familia que tiene. Ahora es muy feliz. Le encantan los pasteles de crema y los bombones. Acostumbra a tomar agua con un poco de anís y en su regazo siempre tiene a su gato. Hace unos días una amiga suya fue a visitarla y le preguntó si todavía tenía dientes, y ella dijo que sí, que algunos le quedaban, pero que no le preocupaba demasiado porque está convencida que a los cien años los dientes vuelven a crecer. Tiene muchas anécdotas así, es muy naif. Hay tantas cosas que podría contar… De hecho, estoy haciendo un documental sobre ella para poder contarlo todo.
En cuanto al shooting, ¿alguna anécdota divertida o que simplemente guardes con cariño de la sesión?
Le expliqué varias veces que haríamos las fotos, que la maquillaría y la vestiría, pero el día del shooting me dijo que le daba pereza y que quería ver la tele. Mis padres me ayudaron a hacerla reír y a distraerla porque estaba un poco enfadada, la verdad.
Belleza, diversión y un punto de humor para los más escépticos. ¿Por qué crees que el mundo de la moda necesita más experiencias como esta?
Al final las grandes marcas son las que deciden, pero creo que ya hay muchos directores creativos y fotógrafos haciendo cosas así. Todo tiene su público, lo aburrido también. Relacionamos moda con belleza y juventud, pero se puede ser bella a cualquier edad y mi abuela es una prueba de ello. Lo importante es la actitud, la transgresión, aunque está claro que es algo que no funciona para todas las marcas y al final son ellas las que conocen más bien sus consumidores, ¿no?
Nos cuentas que uno de tus referentes es Martin Parr, esos fondos tan kitsch y esa gorra de Coca-Cola me han trasladado por unos segundos a una de esas playas y souvenirs que tanto captura el artista. ¿Qué otros artistas te inspiran en tu fotografía?
William Eggleston me encata, Larry Sultan tiene algunas cosas que me parecen divertidas. Me encantan los autorretratos de Vivian Maier y su fotografía de calle. También me inspira mucho la artista francesa Sophie Calle. En cuanto a fotógrafos de moda, me gustan mucho algunas campañas de Willy Vanderperre, el universo de Petra Collins, Jamie Hawkesworth y Sarah Bahbah. Últimamente he empezado a seguir a David Luraschi y tiene cosas que me gustan mucho. La verdad es que soy muy mala recordando nombres de fotógrafos, he tenido que mirar una chuleta.
Esto no es más que el inicio, ¿dónde te ves en un futuro próximo? ¿Algún proyecto entre manos?
Estoy un poco perdida en cuanto a mí como fotógrafa. Soy muy exigente con mis proyectos personales, siempre intento hacer algo que nadie más haga, cosa que resulta muy difícil y que hace que al final nunca coja la cámara y que cuando lo hago nunca me termine de gustar. Siento que todavía no he llegado a encontrar la fotografía que me representa, pero en Fotodesign me ayudaron mucho a encarrilarme. Los profesores se han convertido en amigos que me motivan a seguir haciendo cosas porque creen en mí. Ahora mismo vivo en Londres y estoy disparando bastante. No tengo ningún proyecto en manos en especial, solo hacer fotos hasta que me sienta cómoda haciendo lo que hago. Y bueno, luego está el documental de mi abuela, que creo que va a enternecer a mucha gente.