No se puede mirar al futuro sin entender el presente. Cualquier cambio, cualquier respuesta que se dé no tendrá ningún sentido si no se reflexiona sobre ello. Si no dejamos que haga poso. El poder de la mujer de hoy será la base del poder de la mujer de mañana. Y eso, en esencia, es lo que Women Z Fest, celebrado en Casa Seat por tercer año consecutivo, viene a reivindicar.
El encuentro tuvo lugar el pasado 9 de octubre en el destacable edificio de estética industrial de Passeig de Gràcia, en Barcelona, una jornada de actualidad marcada por toques de humor, ciencia, humanismo y música que confluyeron bajo una misma idea: el feminismo debe ser inclusivo o no será. No era un día particularmente frío, pero la hermandad que se generó en la planta baja del edificio abrigó a las asistentes.
Como nos viene chivando el nombre, Women Z Fest reunió a siete mujeres que representan las nuevas propuestas de esta genZ como la humorista gráfica La Prados, la escritora Elisabeth Duval o la cantante Diva Deva, entre otras. Moderado por la actriz Mar Blanch, el festival dio pleno protagonismo a estas voces, quienes demostraron por qué el futuro es cada vez más violeta.
Con una breve introducción, la moderadora puso los puntos sobre la mesa y contextualizó la realidad de las mujeres de esta generación. Una juventud dañada por la pandemia, con un futuro laboral precario con techos de cristal. En esencia, “vidas en pausa que necesitan reivindicar su espacio”. La empatía es obligatoria.
La Prados recogió el testigo con su monólogo. Habló sobre la necesidad de ejercer una mirada crítica sobre el feminismo y como este, a su vez, te hace ser autocrítica de forma constante. Con un humor ácido, bromeó sobre las exigencias y condiciones que son impuestas a las mujeres simplemente por reivindicar su libertad sexual, “cuando tú eres feminista tienes que pasar una carrera de obstáculos que te pone la vida por tu placer”.
Poco después fue el turno de la escritora Elisabeth Duval, presentada como escritora, filósofa y activista trans, puso el grito en el cielo contra la imperiosa necesidad de evitar la “reducción identitaria”. Es decir, evitar los estereotipos “como si ser trans modificara el hecho de ser escritora”. A su vez, hizo una crítica en torno a cómo la sociedad en su conjunto utiliza las voces femeninas y del colectivo LGBT para su propio beneficio en momentos concretos —como el 8 de marzo o el día del Orgullo—.
Pangea, una freestyler de 16 años tomó el relevo y llenó el escenario con la fuerza y el carácter esperado de esta generación. Buscó enseguida la complicidad con el público, pidiendo preguntas y palabras sueltas con las que jugaba en un rap a modo de respuesta. “Me gusta llevar ropa holgada, porque así no se me sexualiza nada”, rapeó al respecto de la sexualización de la mujer y la necesidad de luchar por la inclusión de la mujer en el mundo del hip hop –un mundo extremadamente masculino en España, todavía. Hubo espacio, además, para mostrar en exclusiva su primer tema, Geográfico, el cual trata la centralización de las noticias alrededor del primer mundo.
Por otra parte, también se destacó el papel de la mujer en la ciencia. De la mano de Judit Giró, CEO de Blue Box: un artefacto capaz de detectar el cáncer de mama mediante un sistema que copia el sentido olfativo de los perros, que son capaces de detectar esta enfermedad mediante el olfato. Habló de su experiencia en el mundo de la biomedicina, donde se encontró con inversores abusivos que ponían trabas a las capacidades de la mujer. “Como mujeres del futuro, somos mujeres que sabemos buscar fortalezas dentro y entre nosotras”, dijo tajante.
Finalmente, la velada concluyó con las actuaciones musicales de Sofia Coll y Diva Deva, quienes aparte de cantarnos sus temas, hablaron respectivamente sobre “pedirnos perdón a nosotras mismas y a las demás”. Como dijeron, toda nuestra vida hemos sido juzgadas por las “mismas decisiones que toman los hombres”. Tenemos derecho a no sentirnos avergonzadas por ser libres.
Humoristas, actrices, escritoras, raperas, cantantes. Ser mujer va más allá de tener un eje diferenciado por nuestra condición de no-hombre. Women Z Fest, en esencia, gritó ese día que hay una obligación de ver más allá de ello. Ya no solo por nosotras, sino por quienes nos reconocen. Y es que es un discurso que fue dicho hacia las mujeres que estaban en la sala, que reaccionaban ante esa sororidad latente, que entendían y reconocían. Pero también apelaba a las que no estaban, a las que estuvieron, a esa niña que estuvo en primera fila mirando atentamente todo aquello que iba sucediendo delante suyo. Porque el festival fue protagonizado por las mujeres de la genZ, pero el mensaje iba también para aquella niña, la futura mujer.
Como nos viene chivando el nombre, Women Z Fest reunió a siete mujeres que representan las nuevas propuestas de esta genZ como la humorista gráfica La Prados, la escritora Elisabeth Duval o la cantante Diva Deva, entre otras. Moderado por la actriz Mar Blanch, el festival dio pleno protagonismo a estas voces, quienes demostraron por qué el futuro es cada vez más violeta.
Con una breve introducción, la moderadora puso los puntos sobre la mesa y contextualizó la realidad de las mujeres de esta generación. Una juventud dañada por la pandemia, con un futuro laboral precario con techos de cristal. En esencia, “vidas en pausa que necesitan reivindicar su espacio”. La empatía es obligatoria.
La Prados recogió el testigo con su monólogo. Habló sobre la necesidad de ejercer una mirada crítica sobre el feminismo y como este, a su vez, te hace ser autocrítica de forma constante. Con un humor ácido, bromeó sobre las exigencias y condiciones que son impuestas a las mujeres simplemente por reivindicar su libertad sexual, “cuando tú eres feminista tienes que pasar una carrera de obstáculos que te pone la vida por tu placer”.
Poco después fue el turno de la escritora Elisabeth Duval, presentada como escritora, filósofa y activista trans, puso el grito en el cielo contra la imperiosa necesidad de evitar la “reducción identitaria”. Es decir, evitar los estereotipos “como si ser trans modificara el hecho de ser escritora”. A su vez, hizo una crítica en torno a cómo la sociedad en su conjunto utiliza las voces femeninas y del colectivo LGBT para su propio beneficio en momentos concretos —como el 8 de marzo o el día del Orgullo—.
Pangea, una freestyler de 16 años tomó el relevo y llenó el escenario con la fuerza y el carácter esperado de esta generación. Buscó enseguida la complicidad con el público, pidiendo preguntas y palabras sueltas con las que jugaba en un rap a modo de respuesta. “Me gusta llevar ropa holgada, porque así no se me sexualiza nada”, rapeó al respecto de la sexualización de la mujer y la necesidad de luchar por la inclusión de la mujer en el mundo del hip hop –un mundo extremadamente masculino en España, todavía. Hubo espacio, además, para mostrar en exclusiva su primer tema, Geográfico, el cual trata la centralización de las noticias alrededor del primer mundo.
Por otra parte, también se destacó el papel de la mujer en la ciencia. De la mano de Judit Giró, CEO de Blue Box: un artefacto capaz de detectar el cáncer de mama mediante un sistema que copia el sentido olfativo de los perros, que son capaces de detectar esta enfermedad mediante el olfato. Habló de su experiencia en el mundo de la biomedicina, donde se encontró con inversores abusivos que ponían trabas a las capacidades de la mujer. “Como mujeres del futuro, somos mujeres que sabemos buscar fortalezas dentro y entre nosotras”, dijo tajante.
Finalmente, la velada concluyó con las actuaciones musicales de Sofia Coll y Diva Deva, quienes aparte de cantarnos sus temas, hablaron respectivamente sobre “pedirnos perdón a nosotras mismas y a las demás”. Como dijeron, toda nuestra vida hemos sido juzgadas por las “mismas decisiones que toman los hombres”. Tenemos derecho a no sentirnos avergonzadas por ser libres.
Humoristas, actrices, escritoras, raperas, cantantes. Ser mujer va más allá de tener un eje diferenciado por nuestra condición de no-hombre. Women Z Fest, en esencia, gritó ese día que hay una obligación de ver más allá de ello. Ya no solo por nosotras, sino por quienes nos reconocen. Y es que es un discurso que fue dicho hacia las mujeres que estaban en la sala, que reaccionaban ante esa sororidad latente, que entendían y reconocían. Pero también apelaba a las que no estaban, a las que estuvieron, a esa niña que estuvo en primera fila mirando atentamente todo aquello que iba sucediendo delante suyo. Porque el festival fue protagonizado por las mujeres de la genZ, pero el mensaje iba también para aquella niña, la futura mujer.