Puede que Las Letras sea uno de los barrios más variopintos e inesperados de Madrid. Aún conserva ese regusto a siglo de oro, a cita becqueriana grabada en el suelo que ha sabido acoger un nuevo tipo de lenguaje, cada vez más cosmopolita, en sus calles. El número 30 de la calle León es un poco así. Walk With Me es de esos espacios que llegan al barrio para repensarlo todo: diseñado por Mateo Ferrari y decorado con piezas de Tornasol Studio, la primera tienda-taller en Madrid ha llegado para hacernos la vida más fácil con un nuevo código simple, minimalista y útil, donde todo se reduce a lo esencial.
Fundada en 2013 por Deria Reina y Pablo Baqué, Walk With Me nació como un estudio de diseño gráfico y editorial, especializado en cartografía, mapas y guías –de ahí su nombre–, hasta que en 2016 decidieron lanzar una nueva línea de complementos y mochilas. “Deria se ocupa de la parte de diseño. Estudió Comunicación Audiovisual y posteriormente hizo un master en escenografía. Tuvo una marca de bolsos que cerró y fue ahí cuando unimos fuerzas. Tenemos dos líneas generales de trabajo. Por una parte, en el taller, donde trabajamos toda la parte de piel reciclada; y por otra parte, las mochilas, que son de algodón orgánico y solo vendemos en tienda y online”, nos cuenta Pablo.
Una estética que, como él mismo dice, puede parecer algo escandinava por la inspiración en líneas limpias, geométricas y colores planos. “Aquí cuesta un poco más encajar, pero poco a poco. Nuestro mayor mercado es Reino Unido. Aunque vendemos un 60% fuera, aquí tenemos nuestro hueco y algunos puntos de venta también en Valencia, Barcelona o Bilbao, entre otros”.
Pablo nos cuenta cómo al principio se rompía la cabeza tratando de realizar y mantener la producción en España de alguna manera económica. “Esto pasa por no coser. El hecho de no tener mucha mano de obra, que es muy costosa en España, nos ha permitido ser competitivos en precio”. Durante nuestra visita a Walk With Me descubrimos que durante el proceso de trabajo se respira la misma sencillez que vemos en el producto final: de un trozo de piel reciclada en plano y sin costuras, con un par de movimientos, unos ojetes y algunos clavitos, resulta un maravilloso y ecológico bolso de mano. “Simplemente se cierra y se ensambla”.
Una simplicidad que también se encuentra en los materiales seleccionados con una clara preocupación por la sostenibilidad de sus productos, con una mezcla de fibras de piel reciclada –que nos enseñan en su estado inicial con unos pequeños puntitos blancos– y látex natural, siendo un material ecológico de características muy similares al cuero, así como el algodón 100% orgánico que utilizan para las mochilas.
En este espacio creativo se investiga, prueba y diseña. Nos da la impresión de estar ubicados en un puzzle viviente donde van encajando todas las piezas: en el piso de arriba está el pequeño equipo que se dedica a la selección y montaje, mientras que en el piso de abajo encontramos las máquinas de coser y un despacho abierto donde Pablo se ocupa de la labor comercial y de gestión. Y aunque tal y como pudimos ver, gran parte de la producción se realiza en la casa, hay ciertos procesos que se externalizan, como es el caso del taller de Miguel, a las orillas del Manzanares, con una amplia experiencia en la industria de la marroquinería desde hace más de sesenta años.
Pablo nos explica que no trabajan por temporadas. “Esto es como un horno de pan. Una vez se termina la producción de esa semana, lo traspasamos a la tienda. Cada día van saliendo bolsos y cositas que mostramos en tienda”.
Nos despedimos fijándonos de nuevo en la disposición de mochilas que decoran una de las paredes y en una esquina donde se expone la parte de cartografía que nos confiesa que tienen más abandonado. “No seguimos dándole tanta caña pero lo mantenemos porque funciona bastante bien. Hacemos alguna colaboración. Ahora, por ejemplo, con Natalia Vico, con la que hemos hecho unos veinte chales de seda y aparte tenemos nuestras láminas. En enero contaremos con artistas nuevos y volveremos a poner la galería”.
Una estética que, como él mismo dice, puede parecer algo escandinava por la inspiración en líneas limpias, geométricas y colores planos. “Aquí cuesta un poco más encajar, pero poco a poco. Nuestro mayor mercado es Reino Unido. Aunque vendemos un 60% fuera, aquí tenemos nuestro hueco y algunos puntos de venta también en Valencia, Barcelona o Bilbao, entre otros”.
Pablo nos cuenta cómo al principio se rompía la cabeza tratando de realizar y mantener la producción en España de alguna manera económica. “Esto pasa por no coser. El hecho de no tener mucha mano de obra, que es muy costosa en España, nos ha permitido ser competitivos en precio”. Durante nuestra visita a Walk With Me descubrimos que durante el proceso de trabajo se respira la misma sencillez que vemos en el producto final: de un trozo de piel reciclada en plano y sin costuras, con un par de movimientos, unos ojetes y algunos clavitos, resulta un maravilloso y ecológico bolso de mano. “Simplemente se cierra y se ensambla”.
Una simplicidad que también se encuentra en los materiales seleccionados con una clara preocupación por la sostenibilidad de sus productos, con una mezcla de fibras de piel reciclada –que nos enseñan en su estado inicial con unos pequeños puntitos blancos– y látex natural, siendo un material ecológico de características muy similares al cuero, así como el algodón 100% orgánico que utilizan para las mochilas.
En este espacio creativo se investiga, prueba y diseña. Nos da la impresión de estar ubicados en un puzzle viviente donde van encajando todas las piezas: en el piso de arriba está el pequeño equipo que se dedica a la selección y montaje, mientras que en el piso de abajo encontramos las máquinas de coser y un despacho abierto donde Pablo se ocupa de la labor comercial y de gestión. Y aunque tal y como pudimos ver, gran parte de la producción se realiza en la casa, hay ciertos procesos que se externalizan, como es el caso del taller de Miguel, a las orillas del Manzanares, con una amplia experiencia en la industria de la marroquinería desde hace más de sesenta años.
Pablo nos explica que no trabajan por temporadas. “Esto es como un horno de pan. Una vez se termina la producción de esa semana, lo traspasamos a la tienda. Cada día van saliendo bolsos y cositas que mostramos en tienda”.
Nos despedimos fijándonos de nuevo en la disposición de mochilas que decoran una de las paredes y en una esquina donde se expone la parte de cartografía que nos confiesa que tienen más abandonado. “No seguimos dándole tanta caña pero lo mantenemos porque funciona bastante bien. Hacemos alguna colaboración. Ahora, por ejemplo, con Natalia Vico, con la que hemos hecho unos veinte chales de seda y aparte tenemos nuestras láminas. En enero contaremos con artistas nuevos y volveremos a poner la galería”.