Rosa Ferré, co-directora junto con Markus Reymann de TBA21, abrió la conferencia performativa Voces orgánicas y sintéticas (cantando con IA) explicando brevemente Organismo | Arte en ecologías críticas aplicadas, un programa que aborda el papel del arte en los procesos de transformación ecológica, desde la teoría hasta la práctica.
Desde hace un año, “el programa se propone compartir y experimentar las nuevas formas de conocimiento que nacen de las conexiones entre arte, ciencia, acción pública y conservación, como una nueva aproximación a los acuciantes retos del presente. Lo fundamental de este programa es que una hipótesis investiga cuál es el potencial transformador de los artistas como motores de cambio cuando lideran proyectos interdisciplinares. Son capaces de poner sobre la mesa otras preguntas, abrir nuevos imaginarios, mediar intercambios de conocimiento, crear contextos inclusivos, hacer conexiones insospechadas, pensar y construir desde las relaciones”, explicó Ferré. “Todos los participantes [aquí presentes] somos filamentos, micelios, tentáculos o cualquier otra forma que podamos imaginarnos de este organismo”.
En esta segunda edición, inaugurada en octubre, el Ministerio de Cultura, FECYT (Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología), y el BSC (Barcelona Supercomputing Center–Centro Nacional de Supercomputación). En la conferencia se encontraba la artista, cantante y compositora Maria Arnal; el investigador y físico Fernando Cucchietti; el moderador y comisario de la actividad, Lluís Nacenta; y la Project manager de Organismo, María Buey, que agradeció la asistencia de todos los presentes y dio paso a la performance de Arnal mientras las luces de la sala iban oscureciéndose poco a poco.
La artista empezó a entonar notas sueltas en un ambiente de silencio solemne y atávico. Después, repitió el mismo ejercicio durante un minuto, pero esta vez, nuevas voces se sumaron a la performance como un misterioso coro invisible, fiel a su característica mezcla entre música folclórica polifónica y electrónica de matices oníricos. “Lo que acabamos de escuchar son composiciones vocales en las que no canta nada más que lo que está grabado en directo. Todo el resto de voces han sido generadas con estos instrumentos digitales que hemos estado creando en los últimos años, gracias a diferentes proyectos y la colaboración con científicos como Fernando Cucchietti [del BSC-CNS]”, apuntaba Arnal.
Entre octubre de 2023 y marzo de 2024, se presentó Maria Choir en la exposición IA: Inteligencia Artificial del Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona (CCCB). Esta instalación inmersiva invitaba a un dueto con la artista, llegándose a grabar más de doce mil cuatrocientas voces con el fin de explorar los límites del canto. Según la BSC-CNS, “una experiencia social sobre la creación de nuevas herramientas musicales con IA, sobre el consentimiento en los datasets colectivos y el potencial de las voces sintéticas para extenderse más allá de la mera replicación de las capacidades humanas”.
La cantante añadió: “estos modelos, de alguna manera, son como extensiones [o prótesis] de mi propia voz y hacen cosas que yo no puedo hacer, como explorar nuevas ‘coralidades’ gracias a los datasets colectivos; plantear cómo sonaría mi voz si mi laringe midiera un metro; o juntar voces mías con vocalizaciones de animales para conseguir timbres inexistentes (…) Pero también está la parte de desafinar los modelos para hacerlos más humanos, eso ha sido algo muy divertido, porque es como que ensuciando lo sintético, lo humanizas”. Debido a su considerable impacto, Maria Arnal ganó el premio S+T+ARTS Honorary Mention por la instalación.
Este año, la artista estuvo colaborando con el Data Viz Group del BSC en el marco de la beca S+T+ARTS AIR para continuar investigando los límites físicos de la voz humana dentro de esa compleja intersección entre ética y creación musical con IA. El proyecto resultante fue Impossible Larynx, que se presentó en la sección Sónar+D del festival Sónar Barcelona 2024; este consiste en la integración de modelos de procesamiento de voz junto a una visualización en 3D del tracto vocal.
Maria Arnal y Fernando Cucchietti describían su funcionamiento: “tomamos las propiedades físicas [del tracto vocal] para que generar otra voz diferente. Así, este instrumento disecciona el tubo por cilindros para hacer que cada uno de ellos sean controlables de manera independiente. De esta manera, lo que estamos haciendo son cuerpos imposibles creando voces imposibles. Esto es un ejercicio especulativo de una manera muy divertida, porque no sabes cómo va a sonar esto”.
En el festival se interesó por el proyecto la Fundación Sifu, una entidad sin ánimo de lucro que fomenta la integración social e inserción laboral de las personas con discapacidad y con especiales dificultades de inserción. Arnal contaba: “con ellos tenemos la posibilidad de acceder a gente que necesita identificar una voz propia como su identidad, ya que los asistentes de hoy en día presentan modelos con sonidos muy genéricos, como productos hechos en masa. Fue un momento muy emocionante porque tú planteas tu idea pensando en cantar y, de repente, puede ser muy útil socialmente hablando”.
¿Por qué esa utilidad social? Arnal lo explica: “Pensaba en el concepto de ‘solidaridad vocal’ o algo así, por ejemplo, en el hecho dar la oportunidad a adolescentes con parálisis cerebral de poder tener su voz y diseñarla a su gusto, así como reajustarla con el paso del tiempo y las diferentes edades del ser humano. También por la parte de las personas que están transicionando su género, como en otro proyecto que tenemos con varios artistas que se encuentran en este proceso”. La artista expuso los estigmas dentro de las narrativas de las transiciones en cuanto a los “nombres muertos” y “voces muertas”, explicando que muchas personas no siempre conviven con estos elementos de forma traumática: “no necesitan matar su voz anterior, sino que de esta manera podrían usarla a través de estas herramientas”.
La mesa acabó reflexionando sobre el impacto social y ecológico de la experimentación con la IA: “es normal tener miedo, pero para mí como artista me parece mejor intentar entenderla y usarla para fines éticos. Como todo, depende de quien la use”, planteaba Arnal cuando el público preguntó por la problemática de los deepfakes a través de los voice transfers. Continuó Lluís Nacenta, reconociendo que “toda experimentación conlleva una huella. Es preocupante el ritmo por el cual crece, aunque esta industria [IA] no consuma como la del petróleo. Sin embargo, siempre es importante reflexionar sobre el gasto de agua y electricidad, de modo que podamos conseguir los mismos resultados con menos recursos invertidos. Frente el discurso aceleracionista y sin futuro, algo que no debemos olvidar es que, si usamos esta u otras tecnologías, debemos pensar cuándo la usamos, por qué la usamos y si es para el bien común”, a lo que el público se levantó aplaudiendo.