El genial Henrik Ibsen ejerció una gran influencia en el teatro moderno. Una de sus obras capitales es Solness, el constructor, quien en uno de sus monólogos nos dice: “Ya veo que los hombres no saben qué hacer con sus hogares. No encuentran la felicidad en ellos. ¿Qué haría yo con un hogar, si lo tuviera? Por más que intente ir lejos en el recuerdo, no veo nada. No he construido nada fuerte, nada sólido, ni he sacrificado nada para edificar algo perdurable”. Así de contundente se expresa el constructor revolviéndose contra los designios de su vida.
Nada que ver con la serenidad y el trato exquisito del arquitecto Victor Bergnes de las Casas, quien me recibe en su estudio de la zona alta de Barcelona desde donde vemos el mar. Me ha interesado conversar con él sobre la importancia de los espacios que habitamos y de qué manera contribuyen a nuestra felicidad. Al fin y al cabo, sean o no sean perdurables, es donde transcurren buena parte de nuestras vidas.

¿En qué momento decides estudiar arquitectura y por qué?
Mi aterrizaje en la arquitectura es a los doce años. Mi padre era arquitecto y me llevaba con él a ver las obras. De pequeño jugaba con piezas de Lego para construir casas. De alguna manera, la profesión la llevaba dentro. Seguramente por mi dislexia me costaban más las lenguas que todo lo que era visualización de espacios y matemáticas, así que me fui aproximando a la arquitectura de manera natural. Desde muy joven, sabía que me iba a dedicar a ello. Cuando empecé a estudiar la carrera, mi vida cambió. De repente, todo lo asimilaba de forma natural y se me hacía más fácil.
¿Fue una vía para acercarte a tu padre?
No lo veo como un vínculo sentimental; es algo que siempre he vivido. Cuando venían los amigos arquitectos de mi padre a casa, me fascinaba escucharles. La arquitectura es vocacional en mi caso. Estudié en la UIC y me hice amigo de dos compañeras que habían estudiado interiorismo y me sacaban cinco años. El tirón que supuso como grupo tener a dos personas ya formadas subió muchísimo el nivel de la promoción. Fue muy bueno para competir en positivo entre nosotros.
Fueron cinco años trepidantes y además tuve la suerte de que el proyecto final de carrera me lo corrigió Manuel Aires Mateus, y le encantó. Mi graduación coincidió con la crisis del 2008, y me fui a buscar trabajo a Suiza. Intenté que me contratara Peter Zumthor, hasta el punto de hacerme pasar por periodista para poder estar en la inauguración de la Serpentine Gallery de Londres, con la idea de entregarle mi portfolio. Por una casualidad, puede entablar conversación con su mujer y me lo presentó. Al final no salió nada, y no sé si haber trabajado para él me hubiera allanado el camino. Con los años, he ido aprendiendo por mi cuenta.
Fueron cinco años trepidantes y además tuve la suerte de que el proyecto final de carrera me lo corrigió Manuel Aires Mateus, y le encantó. Mi graduación coincidió con la crisis del 2008, y me fui a buscar trabajo a Suiza. Intenté que me contratara Peter Zumthor, hasta el punto de hacerme pasar por periodista para poder estar en la inauguración de la Serpentine Gallery de Londres, con la idea de entregarle mi portfolio. Por una casualidad, puede entablar conversación con su mujer y me lo presentó. Al final no salió nada, y no sé si haber trabajado para él me hubiera allanado el camino. Con los años, he ido aprendiendo por mi cuenta.
Me llama la atención que poco después de terminar la carrera decidieras viajar por el mundo en solitario para reflexionar. Algo que en el mundo anglosajón está muy vinculado a la formación personal y que es muy común entre los graduates. ¿Qué aprendiste en ese viaje?
Me ayudó a sacar esa rabia que tenía dentro después de cinco años de carrera sin parar, con un último curso frenético y por no haber podido entrar en un despacho de ese calibre. Mi tutora, la arquitecta Maria Barcina, me animó a irme de viaje. Estuve un mes preparando la ruta y me fui.
Tienes razón, en España no está muy arraigada esa idea de formarse más allá de los estudios, y pienso que es importante para conocer y conocerse. Sobre todo porque te forma como persona y te ayuda a tomar perspectiva y a relativizar los problemas. La idea de conocer mundo y entender cómo viven los demás, a nivel de la arquitectura te ayuda a plantearte qué proyectas, cómo proyectas y en base a qué, y también te ayuda a mantener una mirada exterior sobre aquello que haces.
Tienes razón, en España no está muy arraigada esa idea de formarse más allá de los estudios, y pienso que es importante para conocer y conocerse. Sobre todo porque te forma como persona y te ayuda a tomar perspectiva y a relativizar los problemas. La idea de conocer mundo y entender cómo viven los demás, a nivel de la arquitectura te ayuda a plantearte qué proyectas, cómo proyectas y en base a qué, y también te ayuda a mantener una mirada exterior sobre aquello que haces.
También es llamativo que decidas abrir tu propio despacho a tu vuelta. ¿Qué edad tenías entonces? ¿A qué responde esa decisión?
No fue inmediato. Cuando volví a Barcelona, cogí mi portfolio y volví a probar con los cuatro arquitectos que más me gustaban de Suiza. La situación de crisis no había cambiado mucho y empecé por mi cuenta casi sin querer empezar. Una amiga de mis padres me pidió que le reformase un piso. Le hice cuatro dibujos que acabaron siendo un apartamento muy resultón y terminó finalista de los premios FAD. A partir de ese primer proyecto surgieron otros, y con Marcos Catalán montamos el despacho en 2014. Tres años más tarde, tras haber colaborado en varios proyectos, Marcos y yo tomamos nuestros propios caminos. Fue en aquel momento en que constituí mi propio despacho.
La arquitectura de interiores es uno de tus fuertes.
No entiendo la arquitectura sin el interiorismo ni el interiorismo sin la arquitectura. Todos los proyectos se tratan de una manera holística y van desde la mega escala a lo micro. La idea de la arquitectura antigua de hacer una caja neutra y ya la habitarán no va con nosotros. La arquitectura y el interiorismo deben transformar la necesidad de un cliente en diseño. Desvincular una pieza de la otra no casa con nuestra filosofía. Siempre intentamos que todo tenga una cohesión y un hilo conductor para poder entender el proyecto en su conjunto.
“La idea de conocer mundo y entender cómo viven los demás, a nivel de la arquitectura te ayuda a plantearte qué proyectas, cómo proyectas y en base a qué.”
Actualmente estés trabajando en distintos tipos de proyectos. Háblame de ellos.
Justo estos días hemos acabado un proyecto en el Distrito 22@ de Barcelona, un edificio de dieciséis mil metros cuadrados compuesto por oficinas y una residencia de ancianos. El reto era combinar el programa de una residencia con el de unas oficinas con alturas y materiales diferentes dentro de un mismo lenguaje y que se vea de una manera unitaria. Es bonito porque el proyecto en fachada sigue una serie de líneas que son uniformes para los dos usos, pero se rompen en alturas para adaptarse a cada una de las dos propiedades.
Hemos utilizado la misma geometría en toda la fachada del edificio pero estas simetrías están representadas con materiales diferentes. El aluminio se ha utilizado en la fachada de las oficinas por ser más vanguardista y tecnológico, y en la residencia hemos utilizado materiales más pétreos como el hormigón, que te da una sensación de edifico sólido y que te recoge. Ha sido un proyecto muy bonito.
También estamos trabajando en residencial unifamiliar, en un proyecto que es divertido. Cierto es que dependes mucho de las necesidades de una familia en este caso, y hay que responder a todas sus necesidades, sentimientos e ilusiones, pero nos parecen proyectos interesantes porque ves la satisfacción del cliente. Cuando haces edificios mucho más grandes eso se pierde.
Hemos utilizado la misma geometría en toda la fachada del edificio pero estas simetrías están representadas con materiales diferentes. El aluminio se ha utilizado en la fachada de las oficinas por ser más vanguardista y tecnológico, y en la residencia hemos utilizado materiales más pétreos como el hormigón, que te da una sensación de edifico sólido y que te recoge. Ha sido un proyecto muy bonito.
También estamos trabajando en residencial unifamiliar, en un proyecto que es divertido. Cierto es que dependes mucho de las necesidades de una familia en este caso, y hay que responder a todas sus necesidades, sentimientos e ilusiones, pero nos parecen proyectos interesantes porque ves la satisfacción del cliente. Cuando haces edificios mucho más grandes eso se pierde.
Tu sello es alejarte del artificio y el respeto por el entorno. En ese sentido, tu apuesta por el minimalismo y la atemporalidad, ¿qué nos dice ti?
No sé si tengo un sello como tal, creo más bien que los arquitectos seguimos una evolución de conocimiento. Con el tiempo, vamos aprendiendo nuevas maneras de hacer y proyectar. Quizás sí que nuestro estilo puede quedar enmarcado en una línea que se entienda como el gusto que tienes. Para mí la arquitectura tiene que estar libre de artificios. A veces no tienes por qué haberte inspirado en algo, simplemente es porque a través de tu percepción de la arquitectura crees que tiene que ser así. Quizás no tendríamos que justificar tanto nuestras decisiones.
Buscas que el espacio construido influya en la experiencia vital de usuario de forma positiva. Ahora que parece que el Gobierno se plantea en serio un plan estatal para la vivienda, ¿cómo sería para ti el piso de protección social ideal?
Este es un tema caliente. Es obvio que tenemos un problema con la vivienda y no tiene fácil solución. A mí se me escapa cómo solucionarlo, pero cualquier iniciativa que promueva el acceso a la vivienda me parece interesantísimo.
En el caso de Barcelona, una ciudad amurallada por dos ríos, una montaña y el mar, con una ordenanza urbanística del 1976 que poco a poco se va actualizando aunque está claro que no podemos hacer grandes cambios, creo que hay que hacer una revisión de las normas urbanísticas y apostar por un crecimiento de la ciudad en altura. También apostar por la dinamización de nuevas zonas de vivienda y la concepción de nuevos edificios con mixticidad de usos para fomentar un crecimiento del parque de vivienda protegida. Esto podría ayudar a generar más bolsas de vivienda social.
Que en terrenos públicos se pueda permitir el desarrollo en altura, ¿pues por qué no? ¿Por qué una vivienda social tiene que ser diferente? ¿Por qué no pueden gozar de espacios exteriores? La poca superficie que hay disponible obliga a soluciones ingeniosas de pisos que están muy bien resueltos pero que se podrían hacer de otra manera. Me lo imagino como cualquier bloque de viviendas plurifamiliares como los que hacemos en el estudio para los proyectos de vivienda privada.
En el caso de Barcelona, una ciudad amurallada por dos ríos, una montaña y el mar, con una ordenanza urbanística del 1976 que poco a poco se va actualizando aunque está claro que no podemos hacer grandes cambios, creo que hay que hacer una revisión de las normas urbanísticas y apostar por un crecimiento de la ciudad en altura. También apostar por la dinamización de nuevas zonas de vivienda y la concepción de nuevos edificios con mixticidad de usos para fomentar un crecimiento del parque de vivienda protegida. Esto podría ayudar a generar más bolsas de vivienda social.
Que en terrenos públicos se pueda permitir el desarrollo en altura, ¿pues por qué no? ¿Por qué una vivienda social tiene que ser diferente? ¿Por qué no pueden gozar de espacios exteriores? La poca superficie que hay disponible obliga a soluciones ingeniosas de pisos que están muy bien resueltos pero que se podrían hacer de otra manera. Me lo imagino como cualquier bloque de viviendas plurifamiliares como los que hacemos en el estudio para los proyectos de vivienda privada.
Rafael Moneo defiende que actualmente no se dispone de cánones que den unos conocimientos apropiados a quienes se inician en la arquitectura para que les ayuden en el ejercicio de la profesión. ¿Estás de acuerdo?
Lo que aprendemos en la universidad y lo que es la profesión no tienen nada que ver. Estoy de acuerdo. En la universidad te enseñan a proyectar y las cuatro normas básicas para que, como diría mi profesor de estructuras, no seas un mono con una pistola. Luego depende de la materia prima de cada arquitecto, lo bueno que puede llegar a ser con esos conocimientos y cuánto se puede nutrir de lo que la experiencia en su vida profesional le aporte.
Personalmente me gusta mucho el nivel de la arquitectura española. Coexisten despachos muy buenos, y hay una competencia muy positiva que hace que seas mejor. Me encanta envidiar proyectos de compañeros de universidad y de profesión.
Personalmente me gusta mucho el nivel de la arquitectura española. Coexisten despachos muy buenos, y hay una competencia muy positiva que hace que seas mejor. Me encanta envidiar proyectos de compañeros de universidad y de profesión.
Uno de esos aspectos esenciales de la arquitectura era el dibujo a mano, algo que la introducción de las tecnologías avanzadas ha hecho desaparecer. ¿Cómo valoras los cambios impuestos por las nuevas tecnologías?
El trazo se tiene con la mano y la proporción también. Históricamente es la forma natural con la que el hombre ha transmitido sus pensamientos, emociones y recuerdos. Goethe decía que “deberíamos hablar menos y dibujar más”; Rilke, que “el dibujo es una extensión del mundo interior de la mente” y Balzac, que “la mano es la expresión y continuación de un pensamiento que debe ser expresado”. El ordenador te ayudará a hacer las cosas más rápidas, o a ordenarlas.
Estoy de acuerdo con que se ha perdido el savoir faire que había antes. Pero qué duda cabe que la tecnología es de gran ayuda para llegar más lejos. El arquitecto es como el médico, es bueno cuantos más años tiene de experiencia. Si pudiera trabajar como hacían antiguamente, con gente con mucho oficio y con un plano, sería muy feliz. No sabes el dolor de cabeza que es tener que dibujarlo todo. Antes se construía con oficio, ibas a la obra y allí se construía. Lo que había que ajustar, se ajustaba en obra. Hay cambios que hay que hacer en el último momento, que son matices que hacen que el resultado final sea más interesante. Es una ayuda, por un lado, pero también un freno.
Estoy de acuerdo con que se ha perdido el savoir faire que había antes. Pero qué duda cabe que la tecnología es de gran ayuda para llegar más lejos. El arquitecto es como el médico, es bueno cuantos más años tiene de experiencia. Si pudiera trabajar como hacían antiguamente, con gente con mucho oficio y con un plano, sería muy feliz. No sabes el dolor de cabeza que es tener que dibujarlo todo. Antes se construía con oficio, ibas a la obra y allí se construía. Lo que había que ajustar, se ajustaba en obra. Hay cambios que hay que hacer en el último momento, que son matices que hacen que el resultado final sea más interesante. Es una ayuda, por un lado, pero también un freno.

Puedes valorar la arquitectura que se está haciendo en España. ¿Se construye mejor ahora, o se construía mejor hace unas décadas?
Es complicado. La proliferación de los ejercicios económicos en el mundo de la construcción a través de las promociones inmobiliarias ha empeorado el parque de edificaciones a nivel estatal. Ese boom de hacer negocio en el inmobiliario y de ajustar las calidades en función de los presupuestos, o que sean personas que no tienen nada que ver con la arquitectura o sin ningún tipo de conocimiento quienes gestionan el negocio, ha empeorado drásticamente la arquitectura que tenemos.
La magnífica Dreta de l’Eixample en Barcelona la construyeron terratenientes que desarrollaban sus viviendas con un gusto que se ha perdido. Los edificios de los 50 o 70 que ves en la ciudad tienen una nobleza y unas entradas magníficas. Todo eso se ha perdido. Ahora vamos a fachadas de SATE, piezas de gran formato, porcelánicos, toda una serie de materiales que hacen que la ciudad pierda su identidad e inciden totalmente sobre la percepción que tenemos de ella.
La magnífica Dreta de l’Eixample en Barcelona la construyeron terratenientes que desarrollaban sus viviendas con un gusto que se ha perdido. Los edificios de los 50 o 70 que ves en la ciudad tienen una nobleza y unas entradas magníficas. Todo eso se ha perdido. Ahora vamos a fachadas de SATE, piezas de gran formato, porcelánicos, toda una serie de materiales que hacen que la ciudad pierda su identidad e inciden totalmente sobre la percepción que tenemos de ella.
¿La sociedad española está suficientemente formada para entender qué es la arquitectura? ¿Crees que hay el mismo nivel de cultura arquitectónica que, pongamos por caso, literaria, cinematográfica, o musical?
Que la arquitectura como tal incide no solo culturalmente sino socialmente también; eso es así porque vivimos en ciudades. La manera en que organizamos y construimos las ciudades influye en la sociedad. La percepción de este diseño es muy subjetivo para cada uno de los individuos. Seguramente a todos les generará una opinión pero muy dispar.
A mí me gusta lo que no le gusta a la mayoría. En general, hay más interés por la música o el cine que por la arquitectura, y es una pena. Pero también observo que a mucha gente le interesa. Sin embargo, muy poca gente va a ver el último edificio de Moneo, pero sí van a ver la última película de Bayona, o escuchan lo último de Amaia. Somos tontos. ¡Tenemos que ponerla de moda!
A mí me gusta lo que no le gusta a la mayoría. En general, hay más interés por la música o el cine que por la arquitectura, y es una pena. Pero también observo que a mucha gente le interesa. Sin embargo, muy poca gente va a ver el último edificio de Moneo, pero sí van a ver la última película de Bayona, o escuchan lo último de Amaia. Somos tontos. ¡Tenemos que ponerla de moda!
Cuando empiezas un nuevo proyecto, te planteas que con ello puedes contribuir a mejorar la realidad presente y a la vez construir una realidad futura. ¿Tienes esa concepción sobre tu trabajo?
Creo que cuando proyecto no lo hago anclado en el pasado, más bien me interesa el futuro. No construyes pensando que el edificio lo van a derruir en quince años. Va a ser un elemento atemporal que se mantenga por mucho tiempo con su propio vocabulario. Ahora hay una moda que me pone un poco nervioso, que es desmaterializar la arquitectura. Estos espacios que son todos blancos, sin materiales, me pregunto qué pasará con ellos dentro de veinte o cincuenta años. Ana y Eugeni Bach lo hicieron en el pabellón de Mies. Lo vinilaron todo de blanco para que perdiera toda la materialidad y lo convirtieron en una maqueta. ¿Ese pabellón blanco puede ser una pieza atemporal? ¿O son los materiales los que hacen la singularidad de ese espacio y que sea una pieza única, in aeternum? Creo que la mayoría de arquitectos proyectamos mirando al futuro.
Preparando la entrevista, he leído que a Alvar Aalto la inspiración le llegaba a través de dibujos que hacía mientras pensaba en otras cosas. ¿Cuál es tu modo de trabajar?
Trabajé con un constructor que se reía mucho porque a veces se me ocurren las soluciones de los proyectos en la ducha. Cuando llegaba por la mañana a la obra y le empezaba a cambiar cosas, siempre me decía: ¡hoy te has duchado! (Risas). Vivimos en un frenesí todo el día y ese para mí es el momento en que puedo no pensar en nada. Es entonces cuando, repasando lo que voy a hacer, se me ocurren soluciones y saliendo de la ducha tengo que ir corriendo a dibujar o a escribir lo que se me ha ocurrido.
¿Hasta ese punto vives tu trabajo? ¿Eres muy obsesivo?
No especialmente, pero es lo que decía Alvar Alto, proyectas cuando no te lo propones. Es bonito que sea así. Muchos fines de semana me llevo la carpeta de dibujos a casa, puede ser que la abra, o no, pero me voy contento. Te sale el dibujo cuando piensas en otras cosas. Eso es cierto. Cualquier arquitecto es un poco workaholic y seguramente eso es lo que lleva a hacer una obra tan detallada y rica. No me parece malo si sabes sacar partido del tiempo libre y disfrutar y pasarlo bien con los amigos.
Mi padre siempre me decía: ‘en el patio has de jugar a la pelota, y en clase has de trabajar. Lo que no me sirve es que en clase chutes la pelota y que en el patio te pongas a hacer los deberes que no has hecho en casa’. Hay que disfrutar de la vida, pero si en tu tiempo libre tienes que trabajar, hazlo porque te gusta.
Mi padre siempre me decía: ‘en el patio has de jugar a la pelota, y en clase has de trabajar. Lo que no me sirve es que en clase chutes la pelota y que en el patio te pongas a hacer los deberes que no has hecho en casa’. Hay que disfrutar de la vida, pero si en tu tiempo libre tienes que trabajar, hazlo porque te gusta.
“No entiendo la arquitectura sin el interiorismo ni el interiorismo sin la arquitectura. Todos los proyectos se tratan de una manera holística.”
¿Quiénes son tus principales maestros, y quiénes han tenido influencia sobre tu obra?
Mi padre era muy amigo de Tonet Sunyer, un arquitecto catalán con quien estuve de becario poco tiempo. Fue uno de esos arquitectos jóvenes que en el 92 había diseñado el pabellón de tenis para las Olimpiadas, y por circunstancias del momento se cayó el presupuesto y acabó saliendo del proyecto. Tonet tiene una de esas casas que se proyectan en el presente pero pensando en el futuro, que es increíble. A día de hoy, cada vez que entro pienso que la hicieron ayer. Tenía un gusto por los materiales, las entregas, las combinaciones de texturas, colores y materiales, que hacía que sus proyectos vibraran, y tuve la gran suerte de haberlo vivido desde el principio de mi formación. Él siempre ha sido una referencia, pero por desgracia, cuando terminé la carrera ya había fallecido y nunca pudimos tener una relación profesional.
De Marcos Catalán aprendí mucho, sobre todo su manera de proyectar y de trabajar. Fue un lujo poder empezar siendo tan joven, codo con codo, con una persona que mima tanto el interiorismo y que le da tanto valor a la precisión. Mi propia experiencia y mi relación con los paletas y los jefes de obra también ha sido fundamental.
El profesor que más me influyó fue Francisco Javier Bernalte, quien me transmitió su pasión por la arquitectura en cuanto a la importancia del paisaje y la tierra. Aunque era una persona que a veces nos sacaba de nuestras casillas, nos enseñó a proyectar no cómo lo pensábamos sino a defenderlo conceptualmente. Te hacía exagerar el proyecto, potenciarlo, magnificarlo y fue un semestre inolvidable.
De Marcos Catalán aprendí mucho, sobre todo su manera de proyectar y de trabajar. Fue un lujo poder empezar siendo tan joven, codo con codo, con una persona que mima tanto el interiorismo y que le da tanto valor a la precisión. Mi propia experiencia y mi relación con los paletas y los jefes de obra también ha sido fundamental.
El profesor que más me influyó fue Francisco Javier Bernalte, quien me transmitió su pasión por la arquitectura en cuanto a la importancia del paisaje y la tierra. Aunque era una persona que a veces nos sacaba de nuestras casillas, nos enseñó a proyectar no cómo lo pensábamos sino a defenderlo conceptualmente. Te hacía exagerar el proyecto, potenciarlo, magnificarlo y fue un semestre inolvidable.
¿Qué arquitectos del panorama internacional, más o menos de tu generación, te interesan especialmente?
Instagram ha hecho mucho bien y mucho daño. Te pasas el día absorbiendo referencias pero hay que saber tomarlas. No se puede fotocopiar una idea. Tienes que entender lo que te mueve de esa referencia para interiorizarlo y por si sirve para algún proyecto. Siempre estamos conectados y es evidente que hay muy buena arquitectura española e internacional, especialmente la movida que hay ahora mismo en México. Los Macías Peredo, Goma, Cervantes que están sacando una arquitectura muy agradable.
A nivel español estoy encantado de formar parte de una generación en la que por encima de mí hay despachos como AG, Mesura, o Estudio Tak, que son opuestos a lo que nosotros hacemos. Es muy sano seguirnos la pista, porque te ayuda a crecer.
A nivel español estoy encantado de formar parte de una generación en la que por encima de mí hay despachos como AG, Mesura, o Estudio Tak, que son opuestos a lo que nosotros hacemos. Es muy sano seguirnos la pista, porque te ayuda a crecer.
¿Entiendes la arquitectura como un campo de conocimiento propio, o piensas que el contenido de la arquitectura se alimenta de campos ajenos? ¿Cuáles serían fundamentales para ti?
Eso es lo bueno de la arquitectura, que incorpora todas las disciplinas a nivel artístico y no artístico. También integra distintas formas de vivir a nivel cultural y funcional. Puedes sentirte influenciado por una imagen, un viaje o una canción que te alteran y te hacen transmitir esa emoción a un proyecto. Es interesantísimo porque bebemos de todo. Viajando por Japón, descubrí las duchas japonesas. Toda la vida duchándote de pie y de repente sentarse en un taburete es otra movida.
¿A qué cultura te sientes más cercano?
A mí me gustaría tener un matrimonio cultural. Me encanta ser mediterráneo por la frescura que tenemos, pero también me gustaría ser nipón. La consecuencia con la cual desarrollan sus actos está totalmente pensada y tiene una lógica absoluta. Cuando vas a Japón, no puedes más que admirarles. Esa cultura es una oda a lo absoluto. Tienen una manera de hacer mucho más pausada y menos brava que la nuestra. Todo eso, trasladado a la arquitectura, considero que sería un muy buen matrimonio.
¿Cuáles son para ti las claves para entender el presente momento cultural? ¿Dónde te sitúas dentro de la confusión general?
A mí la interculturalidad me encanta. Cuando viajo, lo que más me gusta es conocer gente. También es cierto que la situación actual es muy compleja, sobre todo a nivel religioso, y puede llegar a generar confrontaciones, lo cual rechazo completamente, así como cualquier forma de fanatismo.

¿De qué manera te vinculas con esos cambios?
La coyuntura política mundial obviamente nos influye a todos, pero soy más feliz pensando que pase lo que pase yo actuaré en consecuencia a mis ideas. No porque sea una situación u otra cambiaré mi posición. Obro consecuentemente a lo que entiendo que es el bien para mí. Si se da una situación u otra, no tiene por qué influirme en mi manera de proceder o vivir. Si no, habría épocas que viviría en contra de mi voluntad y otras en las que viviría muy a favor. Me afecta socialmente, mentalmente, laboralmente y de muchas maneras porque es el mundo en el que vivo, pero debes construir el camino que tú crees válido, siempre respetando lo que te rodea. No puede ser que tu camino desestabilice el de otros.
Bien cierto. Hablemos de una de mis obsesiones: los balcones, las terrazas y los terrados mediterráneos. ¿Por qué se ha prescindido de ellos en la arquitectura reciente? En tu obra de Passeig Maragall, los balcones dibujan la fachada e incluyes terrazas en algunos pisos. ¿Qué importancia le das al uso de estos espacios en tus proyectos?
¡Suerte que te has fijado en el de Maragall y no en el de Gràcia, dónde prohibí los balcones (risas)! La normativa urbanística marca mucho, y está muy acotado. Obviamente no favorece. En los pisos de Pg. Maragall teníamos la gran suerte de que contábamos con una calle con una anchura de caja de cuarenta metros, lo cual nos permitía hacer un balcón de un metro y medio. Eso es un balcón. ¡Hacer un balcón de medio metro debería estar prohibido!
Lo que se tiene que promover es que existan espacios exteriores y eso, en la normativa a día de hoy, está muy penalizado. En Maragall tuve la gran suerte de tener esa caja de calle y lo que hicimos es dotar de una piel exterior al edificio para generar un balcón en galería. De una manera en la que no se percibiesen los balcones porque forman una unidad dentro de la caja.
Lo que se tiene que promover es que existan espacios exteriores y eso, en la normativa a día de hoy, está muy penalizado. En Maragall tuve la gran suerte de tener esa caja de calle y lo que hicimos es dotar de una piel exterior al edificio para generar un balcón en galería. De una manera en la que no se percibiesen los balcones porque forman una unidad dentro de la caja.
O sea, los lectores de METAL se están enterando ahora mismo de que el Ajuntament de Barcelona dificulta que se construyan balcones y terrazas en obra nueva.
Los penalizan mucho. Y también penalizan, que para mí es una pena y que es algo que en el norte de Europa existe, generar espacios exteriores cubiertos en los pisos; algo muy interesante porque son resguardos. Aquí la normativa los penaliza. Qué mejor con el clima que hace aquí en verano estar en un porche cubierto. Como todo y, tristemente, es un tema económico. A ningún promotor le interesa hacer menos metros cuadrados para venderlos como terraza si los puedes vender como vivienda. El Ayuntamiento regula mucho lo que tu cuerpo saliente puede salir en relación al ancho de tu calle, con la mirada de unos señores que escribieron las normas hace cincuenta años y ahí se han quedado. Está completamente obsoleto.
Revisando tus obras para particulares, parece que lo que te interesa es proponerles un contenedor con lenguaje atemporal y a escala humana. Explícamelo.
Quizás ahora mismo, el contenedor ya no me gusta que sea tan neutro. Es aquello de que la percepción del arquitecto evoluciona según pasan los años. Ahora me gustaría que fuera más acorde a sus necesidades.
Cuando generas un espacio en el cual los clientes han de habitar, sería magnífico poderlos acompañar hasta el final del viaje, en el sentido de ayudarles a habitarlo. Eso incluye el proyecto de interiorismo y decoración. Miguel Milá decía en una charla que le encantaba que hablasen de sus lámparas como objetos clásicos. Defendía que lo clásico es lo que no se puede mejorar. Eso es lo que lo hace atemporal.
Cuando generas un espacio en el cual los clientes han de habitar, sería magnífico poderlos acompañar hasta el final del viaje, en el sentido de ayudarles a habitarlo. Eso incluye el proyecto de interiorismo y decoración. Miguel Milá decía en una charla que le encantaba que hablasen de sus lámparas como objetos clásicos. Defendía que lo clásico es lo que no se puede mejorar. Eso es lo que lo hace atemporal.
¿Has aprovechado bien la vida hasta ahora?
¡Ufff, flipas! Sí, creo que sí. Siempre digo que he tenido dos vidas, seguramente una es hasta los veintiséis años y la otra empieza cuando regreso del viaje, me encuentro con la realidad y empiezo a disfrutar de otra manera. Podría decir que siempre he hecho lo que he querido, lo cual me produce mucha felicidad.
“Instagram ha hecho mucho bien y mucho daño. Te pasas el día absorbiendo referencias pero hay que saber tomarlas. No se puede fotocopiar una idea.”
¿Te planteas la idea de permanecer en el tiempo a través de tu obra?
Sería bonito preguntarse qué es lo más eterno. No lo tengo presente, y me parece que eso tiene que ver más con el ego del arquitecto. Pienso que lo importante es proyectar, pensar y obrar porque crees que lo haces bien, no por lo que piensen los demás sobre lo que haces. Es una cuestión de superación personal. Quiero hacerlo mejor porque a mí me llena.
Obviamente siempre tienes que pensar en la sociedad. Cuando actúas en una ciudad estás interviniendo con la gente que va a vivir en ese edificio y con los que lo van a ver. Involuntariamente piensas en la eternidad de la obra. Sería muy bonito pensar qué disciplinas son eternas. ¿Qué dura más, un edificio o una canción? No lo sé. A veces se tiran abajo edificios que son más jóvenes que una canción de los Beatles.
Obviamente siempre tienes que pensar en la sociedad. Cuando actúas en una ciudad estás interviniendo con la gente que va a vivir en ese edificio y con los que lo van a ver. Involuntariamente piensas en la eternidad de la obra. Sería muy bonito pensar qué disciplinas son eternas. ¿Qué dura más, un edificio o una canción? No lo sé. A veces se tiran abajo edificios que son más jóvenes que una canción de los Beatles.
¿Qué objetivos tenías cuando empezaste tu carrera? ¿Serían hoy los mismos?
Los que tenía cuando empecé la carrera eran mucho más egocéntricos y me la planteé como una competición. Con veinte años te crees que te vas a comer el mundo y vas a ganar un Premio Pritzker. Ahora, cuando nos presentamos a los premios, lo hacemos más por sintetizar el proyecto y acabarlo para encarpetarlo que por querer ganar un premio de arquitectura. El Víctor de ahora respecto al de antes es una persona un poco más ‘down to earth’ en el sentido de que con veinte años seguramente quería el éxito, y el de ahora no busca ese reconocimiento. Mientras tenga tiempo para hacer lo que a mí me apetece, está bien.
¿Eres impaciente? ¿Esperas que ocurra algo muy deseado que todavía no ha llegado?
Pienso que todos somos impacientes. Si no lo fuera, me quedaría en la cama (risas). ¿Qué espero que ocurra? Pues no lo sé. ¿Qué nos mueve en el día a día para salir de la cama? Hay muchas cosas, además de la obligación de cubrir las necesidades vitales. Seguramente lo que más deseo es construir mi propio hogar. Lo veo como un ejercicio de síntesis muy interesante. Lo que no sé es cuándo. Sé que cuando lo haga, seré lo suficientemente maduro para hacerlo.
¿Necesitas llegar a la madurez para poder crear tu hogar?
No, es más tener en cuenta si habré madurado lo suficiente para hacer ese tipo de vivienda, o espacio, que me llene de manera continuada. Con mis proyectos tengo una relación de amor y odio. Cuando llevas cinco años construyendo, hay un momento que lo ves y ya no lo reconoces. Me genera un poco de nerviosismo pensar qué pasa si me hago la vivienda de mis sueños y cuando la termino quiero más. En el transcurso de los tres o cuatro años que se necesitan para la construcción, mi mente habrá evolucionado. Mi forma de pensar cambiará. Quizás lo que tengo que hacer es un espacio en blanco (risas).
¿Estarías de acuerdo con que la arquitectura te permite conectar con algo de ti que de otra manera no sería posible?
Para mí es una expresión artística. Oteiza hacía esculturas. Miró pintaba cuadros. Nosotros, a pesar de que sea un tema edificatorio, estamos haciendo pequeñas piezas de arte en mayor o menor escala, con mayor o menor ambición, pero que generan un entorno urbano, que son las ciudades en las que vivimos, que a su vez están compuestas por microcomposiciones artísticas.

¿El arte está muy presente en tu vida?
Me encanta y es una fuente de inspiración. No me gusta concebirlo como un ejercicio económico. Siempre digo que cuando adquieres una pieza es porque te transmite algo y porque es una cosa que cada mañana cuando te levantas quieres ver. Es muy bonito cuando te enamoras de un color, o cuando una pieza conecta contigo. Muy bonito.
¿A qué te gustaría dedicar más tiempo?
Me gustaría empezar a leer, nunca encuentro tiempo. Sería magnífico vivir sin móviles, sin WhatsApp, ni emails. Si redujese el tiempo que le dedico a la tecnología, incrementaría tiempo fuera del despacho. En un futuro me gustaría hacer escultura, que es algo que siempre me ha llamado la atención. Poder tener mi taller, no sé si en esa futura casa idílica, o dentro del despacho. Creo que va muy ligado a mi profesión.
Esto me hace pensar en cuando jugabas con las piezas de Lego, que es otra forma de hacer escultura.
Totalmente. Y siempre sin seguir las instrucciones. En un Lego siempre te han de sobrar piezas. Señal que has hecho lo que has querido (risas).
¿Dónde te proyectas dentro de unos años?
Soy un poco Homer Simpson; proyectarse o ambicionar tanto puede generar un poco de frustración. Prefiero ir construyendo poco a poco con una dirección lógica, sin perder el norte. Pienso que así vas completando con éxito las etapas sin tener ideales muy marcados. ¿A qué nos llevan los objetivos? ¿A ambicionar? ¿Es buena la ambición?
¿Vives más tranquilo así?
¿Por qué siempre queremos más? Si estás bien y puedes hacer lo que te gusta, ¿para qué ambicionar a tanta distancia? ¿Dónde me veo de aquí a diez o veinte años? Seguramente en este despacho, con proyectos diferentes, con gente de antes y gente nueva, espero que rodeado de mis amigos de siempre, que es algo a lo que le doy mucho valor. Siempre he dicho que soy como soy por mis amigos y la gente que me ha rodeado. A los amigos los eliges y son mi otra familia. Tener amigos que sean una referencia y que su forma de pensar tenga un valor es muy interesante.
¿Son tu refugio?
Cuando te encuentras entre amigos, es un poco como un bálsamo. Te relajas. Rodearte de gente que te quiere, que tenga el tiempo para escucharte, y tú tengas el tiempo para escucharlos, es muy importante. No estamos solos aquí.
¿No te sientes solo?
Es que solo a veces se está muy bien, ¿no? (Risas). Alguna vez piensas en tener pareja o no, pero si estás bien contigo mismo, después ya verás con quién compartes tu vida. Lo importante es estar bien con uno mismo. Solo se está muy bien, pero compartir tus cosas con gente con la cual coincides y conectas en cuanto a ideas y formas de vivir es un gustazo.
Eso es lo que tú haces como arquitecto. A partir de tu inteligencia y capacidad, proyectas hábitats para el uso y disfrute de otras personas. Lo que tú eres capaz de construir, hace felices a los demás.
Seguramente cuando incides sobre una ciudad no eliges las personas sobre las que influyes y a un amigo sí que lo eliges. O ellos te eligen a ti. Los edificios que hago van a acompañar a sus inquilinos durante mucho tiempo. En todo caso, los he elegido yo como amigos del grupo de vecinos (risas).






