En pleno corazón de Malasaña nos recibe Fernando García de la Calera, junto a su perrito y fiel compañero Angus, para enseñarnos su atelier denim The Concrete Co. Las mejores telas japonesas y de Estados Unidos, botones hechos a mano, tintes naturales y unos acabados de lujo que consiguen que la ardua tarea de encontrar un vaquero que siente bien se convierta en toda una experiencia como las de antes. Fernando forma parte de una nueva generación de mentes inquietas y creativas que con mucho esfuerzo y muchas ganas por hacer las cosas bien consiguen llevar a cabo proyectos tan originales e inspiradores como The Concrete Co.
Comenzaste diseñando camisetas y tablas de skate. ¿Cuándo y por qué decidiste lanzarte al mundo del diseño denim?
En realidad ha sido el resultado de varios años de trabajo en los que he pasado por diferentes estilos hasta descubrir qué era realmente lo que quería hacer. Ya había experimentado antes con este tejido y me di cuenta de la cantidad de posibilidades que tiene. Al fin y al cabo, casi todos los días vamos con vaqueros, ¿no?, así que pensé en ofrecer un producto cómodo, con un buen diseño y muy ponible.
¿Cuál es la filosofía y verdadera identidad detrás de The Concrete Co.?
En The Concrete hemos creado nuestra propia filosofía y forma de trabajar y la seguimos en todo lo que hacemos. Queremos ser sostenibles y responsables y el trabajo en equipo es uno de nuestros principales valores. Además, para nosotros, también es muy importante la trazabilidad del producto, y hablo de todas las fases del proceso: desde cómo se fabrican los tejidos y materiales hasta que el cliente recoge su prenda en la tienda. Las puertas de nuestro taller de Madrid, en la calle Marqués de Santa Ana, están abiertas para todo aquel que quiera pasar a ver cómo trabajamos.
Estuviste viviendo una temporada en Londres, donde el constante flujo de inspiración se hace palpable, ¿cómo ha influido esta vivencia en tu creatividad?
Ha influido mucho, ya que me fui muy joven, con solo 18 años, buscando aquello que quería hacer para ganarme la vida. Estuve allí tres años que fueron decisivos, ya que comencé a estudiar diseño de forma muy práctica con un gran profesor, Steve. Nunca olvidaré sus lecciones. También trabajé como camarero y viví siempre en la zona de Portobello, llena de contrastes entre culturas, mucho diseño, mucha competencia y también mucho skate. Realmente en Londres fue donde empecé a formarme como diseñador y como persona.
Eres impulsor de un nuevo concepto, “la sastrería denim”, pero dentro de este oficio, ¿quién ha sido tu maestro?
Como bien dices, la sastrería es un oficio y como todos los oficios se aprende con la práctica. He tenido la gran suerte de ser el aprendiz de un gran maestro, Hugo, quien ha tenido y sigue teniendo una paciencia increíble. Al principio es muy difícil y te pasas las horas haciendo ojales, cortando y cosiendo piezas sin entender muy bien cómo. Pero con la práctica y el tiempo empiezas a comprender el lenguaje de la construcción de prendas, hasta que comienzas a soñar en ese idioma y llega un momento en que cada vez que hablas con alguien analizas la prenda que lleva puesta y ves el centímetro de costura, el patrón del cuello o las cualidades del tejido. Es entonces cuando, sin darte cuenta, pierdes el contacto con lo que te está contando para pasar a desmontar su prenda en cinco minutos.
La historia del vaquero tiene muchas connotaciones sociales y políticas, ¿cuál es tu reivindicación con The Concrete Co.?
Volver a trabajar como se hacía antes. Regresar a los orígenes de la moda y confección y al trato cercano y directo con los clientes. Quiero respetar a las personas que entran en mi tienda y que ellas respeten mi trabajo. Que ambos nos llevemos algo bueno de nuestra relación. Y sobre todo, que sean libres de elegir aquello que les gusta. Reivindico sobre todo el recuperar nuestra identidad.
Con el boom de la producción en masa parecía que habíamos perdido ciertos valores de calidad y exclusividad, pero desde hace un tiempo estamos volviendo a lo que muchos llaman el verdadero lujo: la producción artesanal de calidad. ¿Qué es para ti el lujo?
Sí que es una realidad que estamos volviendo a valorar la artesanía, la tradición textil y el trabajo bien hecho. Quizá debido a los tiempos que estamos viviendo ya no todo el mundo puede renovar su armario por temporada y comienza a primar la calidad. Para mí, en lo que se refiere a la moda y el vestir, es un lujo poder llevar una prenda especialmente hecha para ti, con materiales de calidad, duraderos y con un buen asesoramiento por parte de quien te la vende. Respecto a la nueva corriente del “lujo”, creo que es una moda como otra cualquiera. Últimamente he visto mucho que las grandes firmas venden productos artesanos a precios desorbitados basándose en que son artesanales y de lujo. Creo que es oportunista y no muchas veces todo lo real que debería ser.
Vuestros tejidos, los hilos que utilizáis, todo está producido artesanalmente e incluso hacéis vuestros propios botones, consiguiendo que cada una de las prendas sea diferente. ¿Crees que la gente entiende el valor de lo artesanal?
Como te decía, creo que cada vez se va entendiendo más. Gusta mucho el hecho de llevar una prenda que nadie más tiene igual y sobre todo, como decías antes, en un entorno invadido por la producción textil en masa. También depende mucho del tipo de público al que te dirijas. Las personas más concienciadas con la sostenibilidad y el mundo que les rodea, siempre van a valorar más lo artesano. Las personas amantes del arte, por ejemplo, también.
¿Qué características ha de tener cada una de vuestras prendas para que estés satisfecho con el resultado final?
Básicamente la prenda que le entrego a mi cliente es la que yo soñaría con tener, tengo que sentir que lo que estoy dando no lo quiero dar. Suena raro, pero cuando siento que esa prenda me encantaría tenerla en mi armario, es cuando sé que está bien hecha y bien diseñada. Cada una de nuestras prendas ha de contar con diseño, exclusividad, máxima calidad (para durabilidad) y confort.
Hay una escuela en Amsterdam, llamada Jean School, que imparte un grado de tres años centrado exclusivamente en el diseño de vaqueros: su patronaje, tintes, procesos de lavado… ¿Piensas que es importante que exista una formación especializada en este ámbito?
Sé que en Amsterdam tienen mucha cultura del denim. Hay marcas como G-Star que lo llevan al ámbito comercial sin dejar de lado el diseño y otras como Denham que tiene valores de producción similares a los nuestros, y también tienen otras marcas increíbles como Scotch & Soda, así que entiendo que es normal. Pero pienso lo mismo que de las escuelas de diseño de Madrid: si quieres saber algo y ser el mejor en ello, olvídate de escuelas y ponte al lío. No está mal tener una base, lo que me daría pena es pensar que esas escuelas se aprovechan de un boom comercial, una moda o una tendencia para lucrarse de chavales ricos (porque estas escuelas suelen ser muy caras) a los que les gusta la ropa y el diseño, entre otras muchas cosas, y que no tienen nada claro en la vida. También creo que las escuelas de diseño son, en la mayoría de los casos, nidos de “sigue-tendencias” o “wannabes” que perjudican la individualización del criterio y la originalidad, mermando la creatividad de los individuos y frustrándoles con academicismos y favoritismos.
¿Crees que una de las razones por las que el vaquero sigue siendo una prenda esencial en nuestros armarios se debe, además de a su versatilidad, a la gran variedad de colores, acabados y diseños que existen en el mercado?
Los vaqueros son la prenda más cómoda y sobre todo combinable que existe. Con una sudadera puedes ir a patinar y con un blazer a un reunión de trabajo. Por supuesto, el hecho de que haya gran variedad de tejidos, colores y gramajes hace que las posibilidades sean infinitas.
¿Sigues las tendencias y creas colecciones, o por el contrario es todo más intuitivo y espontáneo?
No soy muy amigo se seguir las tendencias. Estoy al día de lo que hay en el mercado pero no me obsesiona. ¡Mis diseños son justo eso! Intuitivos, espontáneos y adaptados a las necesidades que van surgiendo sobre la marcha.
¿Con qué parte del proceso creativo es con la que más disfrutas?
Creo que es difícil ser creativo sin conocer la técnica y el proceso entero de construcción de cualquier cosa. Me gusta todo el proceso, y con ello digo todo. Me encanta crear cosas para mí, pero también junto a un cliente y que los dos aportemos. Lo mejor es saber que lo has hecho bien y eso sólo lo sabes cuando el cliente se va con una gran sonrisa y además vuelve a los meses para reiterar lo feliz que está con su prenda.
Cuéntanos, ¿qué es eso de “Café con curry”?
Pues eso, café con curry y sal para fijar a la prenda. No sé dónde leí, que los khaki venían originariamente del ejército inglés asentado en la India: vestían de blanco y siempre les pillaban, así que decidieron teñir sus uniformes con té para crear ese color similar a la tierra y como estaban en la India colonizando, pues curry también. Yo probé varias cosas hasta dar con un color que me gustara mucho y que además durase tras el lavado. El café le da el aspecto oxidado, envejecido y el curry el tono mostaza.
En un momento en que el arte está muy presente en la moda, ¿os habéis planteado colaboraciones con artistas plásticos para realizar estampados?
Me parece muy interesante mezclar disciplinas y yo mismo he hecho mis cositas con pintura textil para crear una serie de estampados a lo Pollock o Tapies en una colección para Martin Waschbaer, lo podéis ver en la web. Ahora también estamos a punto de lanzar unos muebles, en colaboración con mi amigo Jose Castrillo de Tormenta y Marea, hechos con base de metal en forja y fragua y con cojines en tela denim japonesa y cuero. Pienso que cualquier colaboración con un artista de otra disciplina pero con valores similares a los tuyos es siempre reconfortante y espero hacer muchas a lo largo de mi vida.
Háblanos de tu “servicio post-venta”.
Es una de las cosas de las que más orgullosos estamos. Queremos que nuestros clientes estén satisfechos con la prenda que se llevan de nuestro taller y eso implica que, en ocasiones, después de que se la hayan llevado y utilizado sea necesario hacer algún “retoque”: una cintura, un botón, un bajo etc. En tal caso nos la pueden traer y hacemos todo lo posible porque se vayan satisfechos de nuevo y sin ningún coste adicional claro.
¿Cuáles son tus planes de futuro para The Concrete Co.?
De momento me gustaría seguir con la sastrería y explorar nuevas formas de creación y producción de materiales y tejidos, así como valorar la posibilidad de colaborar con otras marcas, artistas, etc. También queremos impulsar la venta online de colecciones muy limitadas.
El mayor piropo que le han echado a una de tus prendas es…
Un día entró en la tienda una chica vio mi trabajo y me dijo muy indignada que por qué estaba regalando artículos de lujo a esos precios.
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