Si hablamos del sueño americano, a todos nos viene a la mente la misma imagen: una casa enorme unifamiliar con un jardín, posiblemente con una piscina y un garaje para un coche o incluso dos. ¿Pero de dónde viene este modelo de vida, y por qué todos lo ansiamos tanto? El CCCB ha inaugurado su nueva exposición Subúrbia. La construcció del somni americà, donde resuelven estas dudas y muchas más. Permanecerá hasta el 8 de septiembre y, como siempre, será el núcleo de una programación mucho más amplia que irán anunciando próximamente.
“En la celebración de nuestro trigésimo aniversario, nos gustaba recuperar uno de los temas fundacionales del centro: la ciudad”, comenta Judit Carrera, directora del CCCB. Y así es, pues ya habían dedicado un espacio a las ciudades europeas, africanas y chinas, y ahora es el turno de los Estados Unidos. La exposición hace un recorrido por los suburbios norteamericanos de finales del siglo XIX hasta la actualidad y analizan la historia cultural de este ideal de vida al que todos hemos aspirado, pero que no es tan perfecto como nos lo han vendido.
Este modelo constituye tanto un espacio físico como mental, y está cargado de valores intangibles que nos apelan inevitablemente a todos. Lo llevamos viendo reflejado en el cine, la literatura y en las series de televisión desde la segunda mitad del siglo XX y se ha creado todo un imaginario en torno a él, que ya es universal. Sin ir más lejos, “en la pandemia, la idea de reconectar con la naturaleza hizo que estos espacios sean más que deseables”, destaca Jordi Costa, jefe de exposiciones del CCCB.
A través de material histórico, fotografías, pinturas, audiovisuales, literatura y cuadros, la muestra nos enseña cronológicamente las contradicciones de este modelo y sus implicaciones políticas, raciales, ecológicas, culturales y sociales. Con la participación de diferentes obras de más de veintitrés artistas, se hace un mapa mental para entender de manera global y crítica este famoso estilo de vida norteamericano.
La exposición empieza con la llegada de la Revolución Industrial a los Estados Unidos en la primera mitad del s. XIX, marcado por el inicio de la movilidad con el tranvía, que permitió a la burguesía establecerse en la periferia para fundar sus santuarios familiares. Luego, se aborda la explosión suburbial posterior a la Segunda Guerra Mundial, cuando los soldados regresaron con el deseo de formar familias, pero se encontraron con que no había viviendas para ellos debido a la falta de construcción desde la Gran Depresión. Con ayuda estatal, se comenzaron a construir suburbios en cadena, lo que tuvo consecuencias significativas como un retroceso en la vida de las mujeres, que se quedaban aisladas en casa cuidando a los niños y esperando a que sus maridos volviesen del trabajo.
En los años sesenta, se abrieron las puertas a los afroamericanos y a otras minorías, lo que generó el fenómeno del ‘white flight’. En este apartado destaca el libro fotográfico Suburbia (1972), de Bill Owens, que captura la esencia de este tipo de urbanismo. La exposición continúa con la Pesadilla residencial, cuando este ideal se ve contaminado por el miedo y la paranoia, con obras como las de Alberto Ortega, artista sevillano que pinta suburbia de noche, y la instalación de Kate Wagner McMansionHell, que critica este modelo arquitectónico desde el humor.
Finalmente, se llega al fenómeno de la post-suburbia con el Nuevo Urbanismo, que sigue siendo atractivo a pesar de no ser sostenible, y acaba el recorrido poniendo la mirada en nuestra casa, Catalunya. “Un informe del Institut Metropoli dice que en los siguientes cinco años, setenta mil barceloneses se irán a vivir en urbanizaciones de los alrededores de Barcelona”, cuenta el comisario Phillipp Engel. Con obras como Alerta mira-sol, de Blanca Munt, que explora la vigilancia y la paranoia en este contexto, se demuestra que todo lo que ha narrado la exposición anteriormente, está más cerca de nosotros de lo que imaginamos.