La identidad personal la conforma una infinidad de factores, el lugar en el que nacemos, crecemos y nos formamos como personas tiene un gran peso dentro de este proceso de construcción. Cuando este lugar no es el mismo a largo de nuestra vida y tenemos la fortuna de contar con más de una fuente de referentes, inspiración e idiosincrasia el resultado es un ser humano con más de una forma de ver la vida. Stephania Yepes ha vivido esta realidad. Hablamos con ella sobre esto, sobre como traducir esta energía multicultural en el ejercicio creador.
La sensibilidad y delicadeza que evidencia el trabajo de un artista, diseñador o creativo es el reflejo de lo que ocurre en su mente a la hora de dedicarse a la pieza o al proyecto que lo ocupa. Es reflejo no solo de su situación mental en el momento sino también de la serie de referencias, momentos, sensaciones, opiniones y creencias que ha acumulado a lo largo de su vida, las cuales se han mezclado unas con otras y han dado lugar a lo que podría conocerse como identidad artística o simplemente, identidad. Existen diferentes tipos de obras y proyectos, unos en las que son fácilmente identificables estos factores, con los que podemos llegar a concluir con cierta certeza quien hay detrás de la pieza, pero otros son mucho menos intuitivos, más sutiles en su forma, donde se nos deja entrever que el trasfondo es mucho mayor a lo que la forma que tiene su superficie.
Stephania Yepes lleva muchos años desarrollando su discurso y sus relatos a través de la imagen, de las formas, de los colores y las texturas. Es evidente que en sus trabajos hay ciertos elementos que son constantes y a los que sin ir más allá, podemos concluir que son importantes para ella. Las mujeres, la diversidad, las tradiciones, la belleza en lo cotidiano, lo natural. No son temas extraños o ajenos para la mayoría, pero la forma de trabajar con ellos es muy propia, muy suya. En esta entrevista nos cuenta que hay detrás de lo que el ojo puede ver.
Stephania Yepes lleva muchos años desarrollando su discurso y sus relatos a través de la imagen, de las formas, de los colores y las texturas. Es evidente que en sus trabajos hay ciertos elementos que son constantes y a los que sin ir más allá, podemos concluir que son importantes para ella. Las mujeres, la diversidad, las tradiciones, la belleza en lo cotidiano, lo natural. No son temas extraños o ajenos para la mayoría, pero la forma de trabajar con ellos es muy propia, muy suya. En esta entrevista nos cuenta que hay detrás de lo que el ojo puede ver.
Hola, Stephania. Un placer hablar contigo, antes de hablar de todo lo que andas haciendo ahora, cuéntame, ¿qué tal cerraste el año pasado, fue un buen año?
Hace unos años que estoy viajando a menudo a Latinoamérica, así que sobre todo el año pasado fue un año de conexiones, preguntas, respuestas y mucha raíz.
Últimamente has estado involucrada en una gran cantidad de proyectos,¿con qué experiencia o aprendizaje te quedas de todos ellos?
He tenido grandes oportunidades, yo creo que lo más importante de esos proyectos ha sido el intercambio cultural con todas estas diferentes personas con las que he trabajado, colaborar con personas que no tienen nada que ver con el mundo creativo, te da otra perspectiva, mirar la belleza e inspiración fuera de las redes sociales e incluso de la industria. Colaborar desde cero con artesanos sin tener un moodboard delante es algo muy poderoso e instructivo.
Hablemos de ti. Viviendo y creciendo en Colombia, la mente y la forma de ver la vida se configuran de una manera particular, existen sueños y esperanzas pero así mismo ciertas preocupaciones inherentes a la situación del país. Llegaste a España muy joven, pero a través de tus trabajos es evidente el realismo y la profundidad con la que conoces los problemas de Colombia. ¿Cómo has construido esta conciencia sobre un país en el que, a pesar de ser el tuyo, no has vivido tanto en primera persona?
Llegue muy joven a España, he vivido más tiempo aquí que en mi propio país. Creo que cuando llegas tan joven a cualquier país, pasas por diferentes fases de adaptación y desarrollo como persona. A mí nunca me ha costado acordarme de Colombia, pero si es cierto que en épocas de mi vida, como en la adolescencia, quizás he estado más centrada en adaptarme, no ser diferente. Siento que la nostalgia fue un gran poder en mi mundo creativo, recordar a mis abuelas, los bailes, la comida, los colores… Ser creativa me permitió explorar esa parte de mí y encontrar ese balance cultural que tenemos los inmigrantes.
Mi origen en Colombia es popular, eso significa que gran parte de esos conflictos siempre fueron parte de mi infancia, y al irme fueron parte de la vida de mi familia que aún sigue ahí. Es imposible no ser consciente de esto, ya que forman parte de tus memorias, tengo que decir que a pesar de los conflictos sociales que ha vivido el país, yo encuentro mucha belleza en el desorden de nuestra idiosincrasia, hay mucho de ese ruido que me parece bello.
Mi origen en Colombia es popular, eso significa que gran parte de esos conflictos siempre fueron parte de mi infancia, y al irme fueron parte de la vida de mi familia que aún sigue ahí. Es imposible no ser consciente de esto, ya que forman parte de tus memorias, tengo que decir que a pesar de los conflictos sociales que ha vivido el país, yo encuentro mucha belleza en el desorden de nuestra idiosincrasia, hay mucho de ese ruido que me parece bello.
Has realizado varios proyectos en Colombia. Cumbia Universal con Esteban Cortázar es una pieza preciosa retratando uno de los bailes más típicos de Colombia, al igual que el vestido creado solamente con chontaduro, fruta representativa del país. Todos estos son elementos y recurso creativos imposibles de encontrar en otro lugar. ¿Es la estética y la cultura colombiana una fuente de inspiración, quizás infravalorada por el resto del mundo?
Cumbia Universal es una de las piezas de las cuales me siento más orgullosa. Tengo muchísima fijación con el color blanco y las faldas, supongo que en parte por la nostalgia. Esteban me invitó a colaborar con él en un proyecto que fue muy importante para mí, ya que era la primera vez que volvía al país después de 18 años, tenía este dibujo de falda de cumbia gigante hacía años, me tomé como cosa del destino el volver y poder hacerlo ahí. Lo lindo fue colaborar con todos estos bailarines del Colegio del Cuerpo, la idea es que al girar al ritmo de cumbia la falda empezará girar y así poco a poco los cuerpos se unirían en el medio que es una reminiscencia a la historia de la cumbia. La primera cumbia surgió en Colombia con la mezcla de ritmos indígenas, afros, españoles y al mismo tiempo muchos países de Latinoamérica tienen su versión de cumbia. Siento que un ritmo que nos une como país y como región. El vestido de Chontaduro también es algo muy importante para mí. Nací en Cali y mi abuela vendía chontaduro en la calle, es una fruta que representa un pueblo, una historia, sentí que era muy importante apropiarnos de esto para realizar esta pieza, también era muy importante que el modelo fuese caleño y entendiese lo que significa este fruto, que no es solo un fruto, sino identidad.
¿Qué tal es la recepción de este tipo de trabajos por parte de tu audiencia española y europea? ¿Existe cierta curiosidad o inquietud hacia estos conceptos estéticos quizás desconocidos para ellos o qué tipo de reacciones obtienes al compartirlos?
Siento que la recepción es buena en relación a un lenguaje puramente visual, pero aún falta mucha información histórica. Hacer este tipo de proyectos es una forma de educarme a mi misma y al mismo tiempo a las personas que rodean, la vida se trata de comunicación, así que siempre es bueno que hablemos y sigamos expresándonos para que el resto entienda.
Al ser habitante en un país diferente al nativo, es habitual y completamente normal olvidar ciertos aspectos de tus orígenes, cada día que pasa las memorias se hacen más borrosas. ¿Es esto algo que te preocupe o te asuste?
Para mí ha sido al contrario, al venir muy pequeña solo quería adaptarme y mis recuerdos o raíces las daba por sentado, estaban ahí, no estaba muertas, ni olvidadas, solo las vivía dentro de mí y en mi espacio seguro. Pero al ir creciendo, ha sido necesario para mí expresarme en base a ellas, ha sido muy sano y necesario escucharlas y dejar que hablasen solas. Aprendo mucho de mis recuerdos, incluso en la cocina, ¡mi abuela cocinaba muy bien, la mejor! Como yo era la nieta mayor, desde muy pequeña siempre la ayudaba en la cocina, en aquel momento no tenía ningún interés en cocinar, pero al crecer el recuerdo de ella cocinando hizo que me enamorase de ese ritual, poco a poco he ido recuperando sus recetas solo recordando lo que observé en el pasado.
La sombra del colonialismo estará presente para siempre entre España y Colombia. Superficialmente se cree que los países colonizados adoptaron la cultura y tradiciones del colonizador, cuando la realidad es otra. En tu pieza Yo también soy español retratas la España negra y gitana, la que surgió gracias a nuestra historia y raíces. Es evidente que esta apropiación cultural es uno de los problemas que aqueja a los países colonizados hasta el día de hoy. ¿Cómo se combate este mal? ¿Qué se puede hacer para cambiar la narrativa colonialista que aunque parezca increíble, persiste en nuestra sociedad ‘moderna’?
La sombra del colonialismo sigue y seguirá a menos que no cambiemos nuestro aprendizaje desde las escuelas, no solo en países antiguamente colonizadores, si no también los colonizados. Estamos tan acostumbrados a mirar la historia y la vida con un solo prisma que no nos preguntamos cuántas versiones existen. Yo personalmente he aprendido más de la historia fuera de la escuela que dentro de ella, tenemos que responsabilizarnos de esto también nosotros mismos y educarnos. En mi pieza Yo también soy español justamente hablo de esto, no solo hay un físico, una identidad, España son muchas cosas y eso es precioso, aunque no nací aquí, también este país es parte de mi identidad y esa responsabilidad en educarme con la información y cultura con la que me siento cómoda e identificada.
Al encontrarnos en el país conquistador ¿te has enfrentado con algún obstáculo en la ejecución de este tipo de trabajos en los que estos temas tan directos y críticos son retratados sin ningún tipo de rodeos y con la contundencia que merecen por las incomodidades que pueden generar?
Te soy honesta, realmente cuando hago un proyecto no tengo como objetivo principal ser crítica o política, simplemente me esfuerzo por ser coherente con lo que siento y lo que me representa y casualmente quizás para mucha gente es ser crítica. Probablemente hay personas a las que no les guste y les resulte incómodo; pero, bueno, la verdad también muchas veces es incómoda, ¿no?
Sería lógico pensar que dentro de las disciplinas creativas el color de piel, el lugar de procedencia o el aspecto de un artista, creador o modelo deberían ser completamente irrelevantes a la hora de apreciar y valorar el trabajo del mismo, después de todo la diversidad parece ser la bandera de la industria. Sin embargo, tus trabajos son reconocidos y llaman la atención precisamente por esto, por la diversidad que se encuentra en ellos, la apreciación del ser humano más allá de la apariencia. ¿No es esta una contradicción? El hecho de que un elemento que debería estar normalizado sea usado como cumplido o halago indica que algo no va bien en la industria, ¿no crees?
La verdad, hace unos años, en ocasiones me irritaba con este tema, me molestaba los ‘checks o tokens’ raciales que usaban muchas marcas. Pero ahora mismo ya no me molesta, pensemos en que esta ‘moda’ le hace un gran favor a nuestra sociedad a largo plazo, en muchas casas estarán muchas niñas mirando esas imágenes o desfiles y se verán reflejadas, ellas no verán las conversaciones sobre diversidad, estarán creciendo en un mundo en el que hay personas como ellas saliendo en portadas, con suerte en unos años no estarán hablando de esto, será algo totalmente normalizado y eso es lo importante.
Otra seña de identidad en tu trabajo a lo largo de los años han sido las mujeres, punto focal de casi la totalidad de tus conceptos. ¿Cómo es la mujer que quieres que tu audiencia conozca a través de tu mirada?
La mujer que somos todas. Tú, yo, mis abuelas, tus abuelas, nuestras tías, nuestras madres… ¡Todas!
Tus trabajos con otras mujeres creadoras como Paloma Wool o Carlota Guerrero son de una sensibilidad y una belleza estética indudable. ¿Qué es eso que surge cuando las mujeres nos unimos que genera resultados tan poderosos pero a la vez tan humanos y puros?
He tenido muchísima suerte de poder colaborar con mujeres tan increíbles, también con Yseult, Lolita Eno, Olga De la Iglesia, Gabriela Richardson. Cuando unimos mundos, conversamos y nos protegemos el resultado siempre es belleza. Las mujeres creamos vida, somos seres absolutamente bellos, nuestros cuerpos de todas las maneras son hermosos.
¿Cuáles son tus inquietudes actuales? ¿Qué conceptos o mundos deseas explorar en tus próximos proyectos?
Ahora mismo sigo explorando la identidad, me gustaría llevar esa conversación a un proyecto de instalación, también me gustaría seguir volviendo a Colombia y conocer el mundo de los artesanos, los tejidos, los tintes naturales.
Por último, me gustaría que enviaras un mensaje a quienes habitan lejos de sus tierras, quienes están construyendo una segunda vida, pero que no quieren olvidar la primera, algo que vives tú de primera mano.
Realmente no creo que exista un consejo cien por cien válido. Todos somos árboles con raíces que van creciendo cada vez que nosotros crecemos, la raíces son muy importante porque nutren al árbol. Como las ramas lo son también. Yo no sería quien soy sin esa raíz y esas ramas nuevas que salen cada día aquí.