Anoche, el Teatro Calderón se transformó en el epicentro del cristianismo queer y el disfrute, donde la presencia de iconos como Almodóvar, Marisa Paredes o Massiel anunciaban un evento teatral sin igual. La Mesías, considerada por muchos como la serie del año, ahora convertida en espectáculo y dirigida por los Javis, desplegó su magia en un deslumbrante espectáculo que dejó una huella indeleble en el corazón de los invitados. Desde el instante en que se alzó el telón, el escenario se convirtió en un universo paralelo, transformando las emociones en una catarsis de felicidad y embrujo con Stella Maris como principales protagonistas.
En un escenario saturado de naturaleza y elementos icónicos de la serie, mezclando adornos florales con elementos religiosos como crucifijos o Biblias, se alzaba un coro y un ensamble que, con música en directo, acompañaban la historia de las Stellas. El show inició con la presentación de las Stella Maris, destacando las coordinadas y estrambóticas coreografías de las integrantes, esas tan virales donde las manos no dejan de moverse. Tras finalizar la actuación, Javier Ambrossi y Javier Calvo se presentaron como maestros de ceremonia.
Aprovecharon para explicar que cada uno de sus proyectos, desde Paquita Salas hasta Veneno, acostumbra a arrancar con una playlist. En el caso de La Mesías, la canción que lo empezó todo fue Bette Davis Eyes, originalmente interpretada por Kim Carnes, pero que en el Teatro Calderón cantó la inigualable voz de Amaral acompañada de la fantástica actuación de Ana Rujas.
La entremezcla de música, fiesta y performance se convirtió en la mejor adaptación teatral de la serie, representando los momentos más icónicos y, desde el simbolismo, condensando toda la historia de La Mesías en hora y media. Cabe destacar el despotismo de una Lola Dueñas encarnando a Montserrat Baró, manipulando a sus hijos mayores, quienes interpretaron Dos pasos adelante desde la incomodidad y el talento de Biel Rosell e Irene Balmes, dos jóvenes intérpretes que deslumbraron con su voz y presencia escénica.
Papá Topo y El Buen Hijo fueron la sorpresa de la noche. Con sus interpretaciones musicales dejaron claro que el cristianismo puede ser disfrutón y divertido, infundiendo a la espiritualidad un toque de desenfado y liviandad. Un divertidísimo Albert Pla interpretó Experiencia religiosa junto a los Javis, Carmen Machi besó a su propio hijo frente a la incómoda mirada de sus hijas, Resurrección borró su nombre del telón y concluyó con su icónica frase “Felipe está casado con Leticia Ortiz”, momento que desató los aplausos y la euforia del público.
Amaia…¿Qué decir de Amaia? Cuando creíamos que no podía ser más perfecta, se presentó con la dulzura de una niña aislada y curiosa para interpretar El árbol, dando lugar a una de las escenas más tiernas del espectáculo. Culminó con The End Of The World con una voz de ensueño, hipnotizando al público. Finalmente, todas las actrices, actores y músicos de la obra, junto a los Javis, se alzaron al escenario para interpretar La puerta del cielo junto a las más pequeñas, creando una rave de colores sin igual.
Creo que hablo en nombre de todos los asistentes al decir que el espectáculo de anoche fue un tesoro, porque lo que ofrecieron las actrices, actores y músicos en el Teatro Calderón fue histórico. Nunca el cristianismo fue tan gay y disfrutón.
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