Sónar e IED Barcelona

IED mira hacia delante sin ningún miedo y, lejos de dejar que sus alumnos desesperen entre todas las incógnitas y debates que el auge de la IA ha traído consigo en los campos creativos y artísticos, los aconseja y anima a emplearla de forma ética: como un asistente creativo a merced de la mirada personal del artista. Desde luego, no es la primera vez en nuestra historia que un cambio tecnológico nos hace cuestionar la autoría o la valía de una obra. Como nos cuenta Mery Glez, coordinadora del máster en Design for Virtual Reality de la escuela, Walter Benjamin ya hablaba de esto cuando hablaba de la fotografía.

El Unwoven Memories de Thinh Truong es una de las joyas de la corona de este año, ganador de un premio Laus Estudiantes de Oro en la categoría digital. El alumno de IED Barcelona graduado en Diseño Gráfico con especialización en Motion Graphics and Video presentó en formato black box la parte ‘física’ de su proyecto, una obra conformada por un conjunto de tapices entrelazados sobre los que se proyectan patrones de luz de diferentes texturas. Sin embargo, su trabajo de diseño realmente está en el sistema de codificación binaria de memorias, es decir, la metodología que le ha permitido traducir objetos y lugares en ceros y unos. Asociando distintos valores a cada uno de los números ha podido tejer estos pequeños cuadrantes de tapiz que representan veintiséis áreas distintas de la Colonia Güell, tan conocida por la arquitectura de Gaudí, con el objetivo de recontar la historia de esta comunidad textil desde la perspectiva de sus habitantes y sus objetos más preciados. Para realizar la selección de material que codificar, Truong viajó casa por casa entrevistando a los ciudadanos y seleccionando 260 objetos a los que sometió a preguntas de ‘sí o no’, como, ‘¿Tiene un recuerdo significativo para alguien?’ o ‘¿Es esencial para la vida diaria de las personas?’.

El proyecto no solo tiene valor por haber resultado en esta pieza, que nos habla de cómo los recuerdos están presentes físicamente en todo lo que nos rodea en el día a día, sino que además plantea la posibilidad de aplicar esta metodología a un sinfín de cosas más. Truong nos cuenta que ya está trabajando con el Hospital Psiquiátrico de Sant Boi de Llobregat para realizar un proyecto de arte terapéutico utilizando el sistema. En esta ocasión, serán los pacientes los que cosan los tapices a mano.

Desde IED Milano, Kamilla Lucarelli presenta Gliinvisibili. Siempre estamos recibiendo información, pero ¿y los silencios? El trabajo reflexiona sobre los espacios en blanco, sobre las cosas no dichas, que son tan necesarias para el mensaje como las dichas, a través de un videotelégrafo. Inspirado en el código Morse, este dispositivo de codificación y descodificación lingüística utiliza los espacios vacíos, como los dentro de las letras y los márgenes de las páginas, para generar nuevos elementos gráficos. Estos espacios invisibles se vuelven protagonistas, reivindicando las posibilidades comunicativas del vacío, el silencio y las pausas. En sus palabras, “La tinta necesita del vacío del papel para llegarnos, pero parece que no le damos importancia”. Ahí dentro existe un “nuevo código”.

También desde el IED Milano, Sofia Masiello trae Plastic, un videoclip para el cantante Triquell compuesto por más de mil imágenes generadas con IA. Acompañado de un tema de ritmo optimista pero letra crítica, este vídeo retrata de manera caricaturizada la vida de la sociedad moderna, llena de sus necesidades y deseos superficiales. Está inspirado en la cronofotografía de Eadweard Muybridge, con un imaginario muy “sueño americano cincuentero” que se va desarrollando a través de la progresión de las imágenes que la IA va modificando poco a poco, creando así la sensación de movimiento. Es una crítica divertida pero visceral a la ‘plastificación’ del pensamiento.

Estas tres propuestas son ejemplos de cómo la IA puede asistir en el proceso creativo sin llevarse todo el mérito. La conceptualización, exploración y desarrollo de cada proyecto es un trabajo de los artistas. Y esto es precisamente lo que Sónar+D celebró en su nueva edición: las uniones entre inteligencia artificial y creatividad digital; la exploración en el arte y el diseño de las nuevas fronteras que, inevitablemente, se van abriendo y de las nuevas historias que deben contarse.