A veces me pasa en Cannes —pocas, pero pasa— que una película no solo me conmueve: me incluye. Me recuerda por qué sigo mirando. Porque el cine, cuando es arte, no se ve desde fuera. Se vive desde dentro. Y sí, será el séptimo arte, pero aquí, en este lugar que lo consagra y lo empuja al límite, parece el primero. En este momento tan crítico globalmente, cada film me hace sentir que tiene algo que ver conmigo. Sirât, de Oliver Laxe, no fue una excepción.
Con su ultimo largometraje, Oliver Laxe entra por la puerta grande en la competición oficial de Cannes, después de haber pasado por todas sus secciones paralelas: la Quincena de Realizadores (Todos vós sodes capitáns, 2010), la Semana de la Crítica (Mimosas, 2016) y Un Certain Regard (O que arde, 2019). Este es su año. Su película más arriesgada, más vibrante. Y, quizá, la más necesaria.
Sirât se despliega como una odisea física y espiritual en el desierto marroquí, donde un padre, Luis (interpretado por Sergi López) y su hijo pequeño buscan a la hija desaparecida y comienzan en una rave perdida entre las dunas. Pero el viaje no es lineal, ni literal. Laxe construye una experiencia sensorial intensa, donde la comunidad, la resistencia, el cuidado y el éxtasis se entrelazan en un espacio sin jerarquías visuales. Una película que se vive tanto con el cuerpo como con el pensamiento. O como él mismo dijo en la rueda de prensa: “Una película física y metafísica”.
El título, Sirât, remite al puente que, según el Corán, hay que cruzar para alcanzar el paraíso. Y así es esta obra: frágil, vibrante, cargada de espiritualidad, pero sin dogmas. En su forma misma late una certeza incómoda: la existencia es precaria, efímera, radicalmente incierta. No hay respuestas, solo intensidad.
Con una fotografía sublime en 16mm firmada por Mauro Herce, una banda sonora inmersiva de Kangding Ray, ambos contribuyen a crear una experiencia que mezcla referencias al cine de culto, como Mad Max y Monte Hellman, con una profunda reflexión sobre la cultura rave, la resistencia y el trance colectivo. La producción ha sido de El Deseo junto a Movistar Plus+. Sirât expande el cine de Laxe hacia una dimensión colectiva y sensorial que emociona sin caer en sentimentalismos. Una rave mística. Una película hecha para perderse.
Oliver Laxe siempre ha destacado por su enfoque contemplativo y poético en el cine. Nacido en París en 1982, hijo de inmigrantes gallegos, regresó a Galicia a los seis años y más tarde estudió cine en la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona. Sirât marca un giro significativo en la filmografía de Laxe, adentrándose en una narrativa más política y radical que sus obras anteriores. El viaje de Sirât se convierte en una odisea espiritual y física que explora comunidades alternativas que intentan vivir al margen del sistema.
Los premios se entregan el sábado 24, y de mi parte deseo que Laxe se lleve la Palme d’Or. Sirât se estrena en cines en España el 6 de junio de 2025.