Este diseñador madrileño desarrolla su carrera en Berlín, desafiando las normas de género a través de unas prendas vibrantes e hipnóticas que nos transportan inmediatamente a los años 70. Hablamos con Pep Trapiello de su colección Otoño/Invierno 2017, marcada por la adolescencia entendida como una fase de autodescubrimiento.
Estudiaste en Madrid y actualmente estás desarrollando tu carrera en Berlín. ¿Cómo es la vida de un diseñador en la capital alemana?
Esta ciudad ofrece una oferta artística muy extensa, te pone en contacto con gente de todas partes del mundo; es una ciudad de artistas. A pesar de que no consumo mucha moda, el movimiento musical berlinés no tiene desperdicio. Berlín es decadente, es setentas y ochentas, es GDR, es retro. En definitiva, Berlín no es sólo Berghain, Adidas y todo en color negro.
¿Siempre has querido dedicarte a la moda? ¿Cómo ha sido tu historia con ella?
Me crié en una familia de costureras, así que siempre estuve rodeado de patrones, telas y bordados. Me decanté por la moda porque siempre la vi muy ligada a la sociología y a sus necesidades. Hay mucho contenido detrás de lo que nos ponemos y creo que es una plataforma para mandar mensajes directos de los temas que nos rodean.
En tres palabras, ¿cómo te definirías tu estilo?
Genderless, careless, fair.
Desde el inicio de tu carrera has tenido muy claro que no quieres conformarte con las restricciones de género a la hora de crear tus piezas únicas. ¿Podrías contarnos un poco más acerca de lo que hay detrás de tus piezas unisex? ¿Qué es lo que te llevó a hacerlo parte indivisible de tu trabajo?
Cuando empecé a diseñar, pensar en géneros limitaba mi creatividad. Cuando relacionamos género e imagen estamos directamente marcando roles sociales. Estos roles pertenecen a nuestro lado más primitivo y no ayudan al progreso en ninguna de las partes. Yo no quiero poner mi grano de arena a este anclaje al pasado. La moda ha de servir para expresar influencias e información personal y no lo que podamos tener entre nuestras piernas.
¿Qué elementos del día a día te inspiran?
Las conversaciones con mis amigos, la vida diaria, las experiencias del tedio; me gusta llevar lo más banal a una perspectiva abstracta, tomar influencias inconexas, meterlo en una batidora y hacer un smoothie de todo ello. Todas mis colecciones se desarrollan durante el proceso, trabajo de una manera muy caótica. Cuando termino una colección me doy cuenta de lo que va y cuales han sido mis fuentes de inspiración.
Además de con el género, estás comprometido con el medio ambiente, ya que tus piezas son eco-friendly. ¿Qué materiales empleas?
Tengo una premisa importante a la hora de adquirir los tejidos y es que sean de stock. Hay tantas telas que acabaran en un basurero o siendo quemadas… La industria es un monstruo imparable. Me siento orgulloso de usar tejidos que ya nadie quiere y convertirlos en algo estético, darles una segunda vida a lo que ya no queremos, no nos gusta o está pasado de moda.
Si pudieras vivir en una época para siempre ¿cuál sería y por qué?
Me cuesta muchísimo elegir una, puesto que muchas épocas son partes importantísimas en mi proceso creativo. No obstante, de 1975 a 1985. Creo que estos diez años fueron una explosión de libertad creativa increíble, sin tantos prejuicios o dogmas como hoy en día.
¿Qué elementos dieron vida e inspiraron a tu última colección?
La adolescencia, periodo de autodescubrimiento. Quise interpretar todas las actitudes incoherentes y alocadas, pasárselo bien sin tomarse todo tan enserio; un poco todo lo que viví al llegar a esta ciudad.
¿Qué podemos esperar de tu próxima colección?
Por el momento todo parece como California a finales de los sesenta con un toque country. Pero, ¿quién sabe en qué acabará?
¿Te gustaría realizar una colaboración con otro diseñador? ¿Quién y por qué?
Alessandro Michele porque creo que nos lo pasaríamos muy bien; o Xavi Reyes, ¡es mi mejor amigo!