Convertida en algo más que un simple medio de transporte, la bicicleta es para muchos un auténtico estilo de vida, y una ciudad como Barcelona, donde el sol brilla (casi) todo el año y las cuestas no son (demasiado) empinadas, se perfila como uno de los mejores lugares de Europa para dar rienda suelta a la pasión por el vehículo de dos ruedas. Es aquí donde se ubica Monsieur Vélo, un agradable taller de bicis donde encontrar preciosos modelos vintage que aúnan funcionalidad y estética.
“Mi primer regalo fue una pelota de fútbol, y el segundo una bicicleta. Mi madre siempre cuenta la anécdota de ir a comprarla juntos y que, al sentarme yo en una, no hubo manera de moverme de ahí”. Así explica Fernando Tomé, el argentino detrás del proyecto, cómo empezó su historia de amor con las bicis. Lo que de niño fue su juguete habitual, se transformó en una idea de negocio hace unos años, tras una temporada en Francia, meca del ciclismo. 
Empezó por Internet y las redes sociales, uno de los pilares sobre los que se fundamenta la actividad de la propuesta. Pero desde hace cuatro meses se ha materializado en un local de venta y reparación situado en el barrio del Guinardó. Siendo un fan declarado de la ciudad, parecía claro que Barcelona era el sitio perfecto para ubicar un proyecto con un estilo tan concreto como el de Monsieur Vélo. “Para mí, Barcelona es como mi casa. Aquí hay onda, como digo yo, y pasan muchas cosas a nivel cultural y artístico”. Un clima incomparable y unos habitantes cosmopolitas y abiertos son clave en este sentido, aunque Fernando llama la atención sobre el hecho de que “no es una ciudad que esté totalmente preparada para ir en bici, como pasa en Holanda. Poco a poco se va adaptando, y se va cambiando la mentalidad del tráfico, aprendemos a convivir entre todos”. Modelos de paseo, de carretera, para niños… Pero también servicios de personalización o restauración. 
En Monsieur Vélo la oferta es grande, pero siempre bajo un denominador común: bicis antiguas de muy buena calidad. Como explica el propio Fernando, “creo que la gente que viene a buscar un tipo de bici como esta aspira a algo exclusivo y un poco diferente, valora recuperar una cosa que se ha fabricado hace cuarenta o cincuenta años pero que puede durar muchos más. Al final, son bicis pensadas a nivel estético y funcional, que pueden soportar el uso del día a día”. Transmitir el amor por estas bicicletas es uno de los leitmotivs de Monsieur Vélo. Cuidando al máximo el detalle a la hora de fotografiar, narrando la historia detrás de cada modelo, explicando los componentes, y colaborando también con otras disciplinas afines, como la moda o el diseño. 
Tras la simbiosis con la marca de ropa vintage Luna de Marte, uno de sus últimos proyectos es el trabajo junto con Mas Dolor, diseñadores de unos originales soportes para colgar la bicicleta realizados en madera, que permiten colocarla cómodamente y convertirla en un elemento decorativo más. No es difícil intuir el cariño por lo vintage y las cosas artesanales y de calidad. Más allá de modas, esa es la auténtica filosofía detrás del proyecto. “Tras la sobreproducción que ha habido en los últimos tiempos, creo que nos hemos dado cuenta de que hay muchas cosas que son malos productos, los compramos y duran poco. Así que volvemos a mirar atrás, y a ir recuperando todo y valorándolo de nuevo. Creo que es una mentalidad muy positiva”.
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