De artista a directora de arte pasando por la docencia. Mireia Ruiz lo tiene claro: “Sin libertad no hay creatividad”. De hecho, defiende que tanto el alumno como el artista tienen que pasar del mundo de las ideas al mundo físico, solo de este modo conseguirán expresarse de verdad.
Si por algo destacan las obras de la catalana es por la explosión de colores, las rayas y los topos. “A más colores intensos y complementarios mejor, más éxtasis siento”. Pero no solo utiliza los colores como forma comunicativa, sino que va más allá. Combina el arte con el diseño de objetos creados de forma sostenible y prendas de ropa estampadas con sus cuadros. Igual que muchos otros profesionales del sector, la artista se ha visto afectada por la pandemia. La pintura fue durante el confinamiento, y sigue siendo, la clave para evadirse y no dejar de crear, por eso no es de extrañar que este nuevo año le depare proyectos que habrá que seguir de cerca.
Mireia, tengo entendido que tras tu paso por Cocolia has emprendido tu camino de forma independiente como artista y directora de arte. Intercalas proyectos de imagen corporativa, diseño editorial, ilustración, publicidad y diseño de websites hasta proyectos de dirección de arte y set design para fotógrafos de moda y publicidad. ¿Cuándo nace este interés todo lo que envuelve al diseño?
Mi interés aparece desde pequeña, siempre me ha gustado el arte, de hecho me hubiera gustado estudiar Bellas Artes, pero por razones familiares y por falta de confianza no tomé ese camino, y me decanté por el diseño que está íntimamente relacionado.
Además, también eres profesora de Ilustración aplicada a la identidad corporativa en la escuela IDEP. Cuéntanos cómo son los talleres y las clases que impartes.
Me gusta muchísimo ser profesora, la docencia es una experiencia muy satisfactoria y creo que es un bonito intercambio. Intento trasladar mi experiencia como profesional y mis conocimientos y, además, los alumnos me aportan una visión fresca y enérgica de la profesión. Las clases que imparto siempre parten de proyectos donde el alumno debe pasar del mundo de las ideas al mundo físico, es ahí donde se ve realmente que hay pasión por crear y reside la creatividad del individuo. Mi labor es acompañarles desde la conceptualización y desarrollo de la idea, el bocetado de la misma, el cálculo sobre la producción, que muestren su proceso experimental y creativo teniendo en cuenta que los errores y los aciertos forman parte del conocimiento, deben valorarlos siempre y compartirlos con los compañeros. Intento transmitirles que no hay ideas malas, sino malas ejecuciones, es importante ejecutar las ideas para aprender y mostrarlas a la sociedad, que no quede simplemente una idea en el papel. Que valoren la libertad de crear, no entro a juzgar sus ideas, sino que les planteo cómo las van a llevar a cabo, sin libertad no hay creatividad. Mi labor es ayudar a superar sus miedos y los posibles problemas que puedan surgir en la producción de una idea.
¿Cómo haces para combinar la docencia con los proyectos que realizas en el estudio?
Creo que combinar esas dos facetas es muy satisfactorio, por una parte puedo salir del estudio y hablar con otras personas de otras generaciones que tienen otras inquietudes y eso me alimenta a nivel creativo. Son totalmente compatibles, y un docente que está en activo puede entender los problemas que supone llevar una idea a cabo más fácilmente. No me veo solo como profesora, me localizo más como una artista que está aprendiendo y que puede transmitir esos conocimientos para ayudar a futuros profesionales, es bonito pensar en una cadena de transmisión activa.
¿Cómo describirías tu proceso creativo? ¿Te pones frente un lienzo en blanco y dejas fluir la creatividad?
Soy bastante anárquica en el proceso creativo. En ocasiones boceto y planeo formalmente qué y cómo quiero realizar la escultura, cuadro o fotografía. Y otras veces me dejo llevar. Creo que dejar la puerta abierta a lo incierto y no precisar es bueno para la mente, por eso son buenos los proyectos personales donde el azar, tu estado de ánimo o incluso lo que quieres transmitir no es algo que puedes concretar. Creo que en esas ocasiones puedes obtener resultados interesantes que tu mente no podía ni imaginar.
Igual que tú, a lo largo de la historia artistas como Hilma af Klint, a la que le rendiste homenaje en una de tus obras, Yayoi Kusama, Iris Apfel o Etel Adnan han destacado por el uso excesivo de rayas y topos envueltos en una amplia paleta cromática. ¿Qué te hacen sentir los colores? ¿Con qué finalidad los utilizas?
El color es algo que me ha acompañado siempre, y me fascina, me hace sentir viva. Es una herramienta comunicativa incierta, que habla de sensaciones subjetivas y, al mismo tiempo, la sociedad le atribuye significados relativos que se alteran con el paso de la historia de la humanidad. Es muy interesante el libro Cromorama de Riccardo Falcinelli que habla precisamente de ese simbolismo relativo y cambiante. Si hablo de mi obra, precisamente lo que hago es usarlos en cantidad e intensidad para lograr una percepción positiva o activa del objeto, cuadro o imagen. El fin es causar un efecto llamada, podría hablar de esos plumajes de las aves que buscan una atracción, la interpretación ya es cosa del espectador.
Los colores extremos son una de tus grandes pasiones pues…
A más colores intensos y complementarios mejor, más éxtasis siento. Así que, sí, siento pasión por ellos y por combinarlos y ver cómo se ayudan o se detestan cuando uno está al lado de otro. Estoy obsesionada desde pequeña, es aquí donde aparece mi madre, ella me recordaba cuando vestía que mis calcetines verdes hacen juego con mis mayas naranjas y mi coletero verde. Para ella era importante ir conjuntada. En la adolescencia y en la universidad tuve etapas donde mi ropa era toda azul, luego roja, luego rosa, luego negra... ahora estoy muy del total look white. Me gustan todos, y me siento atraída, muy atraída y no lo puedo evitar. A veces intento afrontar mis obras con colores calmados o con menor cantidad, pero siempre acabo ‘pecando’ cromáticamente.
Tu nombre, Mireia, significa espejo y/o mirar, y linka directamente con uno de tus últimos proyectos: un espejo rodeado de colores, como no podría ser de otra forma. ¿Qué nos puedes contar de ello? ¿Qué materiales has usado para fabricarlo?
Me gusta crear nuevos objetos, como por ejemplo ese espejo que fue fruto de casualidad. Lo encontré haciendo limpieza, un espejo sencillo con insípido marco negro, pensé que debía cambiarlo y darle una nueva vida. Cuando haces upcycling te sientes mejor, un objeto que no encaja en tu vida lo haces revivir mediante la creatividad, con la pintura o con otros materiales. En este caso, usé restos de maderas, las corté con formas diferentes, las pinté y las combiné ensamblándolas según un boceto previo. El resultado para mí es único. El exceso de objetos que produce el ser humano y que luego deshechamos sin más me parece un acto violento. Si haces un esfuerzo creativo puede llenarte emocionalmente de nuevo.
¿Dónde sueles encontrar estos materiales que reciclas? ¿La sostenibilidad siempre ha sido importante para ti?
Suelo encontrar muchos objetos interesantes en los Encants, un mercadillo de segunda mano de Barcelona. Cada sábado voy, sin pretensiones, sin una lista, simplemente haciendo un ejercicio de observación, entre mantas con cientos de objetos random es mágico aislar alguno de ellos entre tanta información visual e imaginar qué puedes hacer con él. Otro lugar mágico es la basura. Con tantos containers en la ciudad es fácil caminar y no fijarte en que un desconocido ex dueño ha decidido dejar un material u objeto a un lado para darle la oportunidad a otro transeúnte de adoptarlo. Es una fuente gratuita, que te permite experimentar a coste cero y lo más importante, poder reutilizarlo, lo que hagas con él depende de tu creatividad. La sostenibilidad es un concepto mucho más presente en mi trabajo en los últimos ocho años, como creo que le ocurre a muchas personas. La practico desde mi humilde percepción, es un acto que favorece mi desarrollo artístico y, tanto yo como la sociedad, cada vez le da más valor. No podemos olvidar que ha venido para quedarse, que nuestro planeta tiene los días contados y es nuestra responsabilidad intentar frenarlo, cada uno dentro de sus posibilidades, y como no, de su profesión.
Has trabajado con galerías de arte y marcas como Etnia Barcelona, La Roca Village, Collectoe Socks, y Swatch, entre otros. De todas las colaboraciones que has hecho hasta ahora, ¿con cuál te quedarías? ¿Con qué proyecto te has sentido más cómoda?
Para mí la colaboración más extraordinaria fue para la marca australiana Gorman Clothing. Hicieron toda una colección con once obras pictóricas que había hecho. Fueron muy respetuosos con mi trabajo, me sentí muy a gusto y siempre dan la oportunidad a un artista en cada una de sus colecciones. Sentir que tu obra no queda en un lienzo, que cobra vida en un vestido, falda, calcetines o cualquier complemento es expandir su difusión, que cobre vida y se pasee por las calles. Así, el mundo de la moda es de los ámbitos en que me siento más ilusionada, trabajar para marcas de ropa que pueden usar mis cuadros como estampados me resulta muy emocionante porque sé que alguien se vestirá con una creación mía, me llena.
Siguiendo el hilo de la pregunta anterior, ¿hasta qué punto tienes libertad para crear y experimentar con los proyectos que te ofrecen?
Creo que he llegado a un punto profesional que mis clientes buscan mi manera de hacer, revisan mi trabajo previo y me encargan con base en eso. Con lo cual, ya juego con ventaja, porque he sido libre al crearlos, luego no espero al cliente para experimentar. Quiero decir con eso, que el autoproyecto o el autoencargo es la clave; debes demostrar qué puedes hacer y no esperar que alguien te pase un brief. Normalmente los timings son cortos y para experimentar necesitas tiempo, errores y aciertos para avanzar en tus resultados. Debes darte tú la libertad, luego ellos verán qué eres capaz de crear, pasar del mundo de las ideas al de los átomos sin esos filtros externos.
¿Crear te ayudó a desconectar del caos que vivimos durante el confinamiento? ¿Siempre has usado la pintura como refugio o terapia para evadirte del mundo?
Efectivamente, siempre he usado la pintura como evasión, como terapia creativa. Sobre todo cuando me dedicaba en exclusiva al diseño, esclava de comunicar el mensaje de otros, unida a un ordenador, con un control Z infinito, cuestionando mis decisiones y racionalizando al extremo, me resultaba agotador. Eso fue el motivo principal de lo que soy ahora. Y si le sumamos la deriva del mundo y la sociedad, mi trabajo es una consecuencia de eso. Cuando lo ves todo oscuro, sin salida, cogerte a algo que te alegra, que te hace reaccionar de manera positiva me resulta necesario para no tirar la toalla. El uso extremo de color me aporta alegría en momentos en lamentablemente que escasea por motivos obvios y globales. Quizás es inútil, naif o pretencioso para otros, pero es lo que sé hacer y lo que a mí me llena, y no puedo evitarlo, es una necesidad que siento. Los sentimientos en general están poco valorados, espero que seamos capaces de tratarlos como se merecen.
¿Cómo impartes las clases en esta ‘nueva normalidad’ tanto en la escuela como en el taller? ¿Echas de menos el calor de tus alumnos?
Ahora es lo que hay que hacer, y realmente no estamos muy acostumbrados a las clases online. Perdemos el ambiente de trabajo, es menos directo, corregir proyectos o bocetos se hace más complicado, no imposible, pero no es lo mismo. Tener a un grupo de quince alumnos en una clase, mirarles a los ojos, intercambiar opiniones de manera directa, los alumnos son más conscientes de lo que hacen sus compañeros, que para mí es fundamental, ya que aprenden no solo del profesorado sino de los aciertos y errores del proceso de los demás. Echo de menos el contacto directo y humano, que de manera online es frío y nuevo para todos. Pero las circunstancias externas nos obligan, así que si miramos la parte positiva quizás valoremos más esa parte emocional que tanto echamos de menos. Ahora se aplica ese refrán de no hay mal que por bien no venga.
Por último, ¿en qué estás trabajando en estos momentos? ¿Sueñas en que un día tus obras estarán expuestas en una gran galería o museo de arte contemporáneo?
Ahora estoy con un par de propuestas de mural, algo que me encanta. Pintar en exteriores para mí es emocionante, salir del lienzo y pensar en dimensiones mayores. Soñar es gratis, y sí me gustaría que alguna de mis obras estuvieran en un museo contemporáneo, pero si no es así no pasa nada, doy las gracias porque mi sueño de pequeña era pintar y, a pesar del poco apoyo que tuve en la juventud, ya lo he conseguido, me dedico y lo ejerzo. Si el mundo del arte no me incluye en sus listados, no me hará mejor ni peor, ya estoy aquí y eso no me lo quita nadie.