Desde hoy y hasta el 28 de noviembre, el pabellón Mies van der Rohe se convierte en una maqueta a tamaño real en la que se le desprovee de su materialidad bajo un gran halo blanco. La intervención artística, ideada por los arquitectos Anna & Eugeni Bach, cubre todo el espacio bajo un único material blanco y uniforme con el objetivo de generar reflexiones y suscitar preguntas en torno a temas como la materialidad, el cambio y transformación del espacio, o el papel de la blancura en la historiografía moderna –y cómo esta se ha explicado.
No es la primera vez que la fundación presenta un proyecto así y es que, según declara su directora, Anna Ramos, el objetivo de la fundación es “acercar al público el diseño arquitectónico de base”. Pero también busca estimular la reflexión crítica y generar nuevas miradas, y una de las mejores maneras de hacerlo es con este tipo de intervenciones que, aunque suelen ser efímeras, son siempre de mucha intensidad. Bajo esta premisa, la propuesta que cubre el pabellón temporal más longevo de la ciudad, no solo lo viste de blanco, sino que también se viste de dudas, experiencias y nuevas percepciones. Según uno de los autores de la instalación, Eugeni Bach, el foco reside en la importancia de realizar una intervención abierta que no dicta una opinión sino que busca sugerir ideas y llegar a interpretaciones que, aunque acorde con los temas que plantean, sean distintas dependiendo de la experiencia de cada visitante.
Al tratarse de una maqueta a escala 1:1 todos los vinilos esconden sus ricos materiales, pero al mismo tiempo sirven de herramienta para descubrir otros conceptos muy interesantes como la visibilidad de las juntas, los colores de los ventanales o el cambio de percepción en la sonoridad y las sombras del espacio. Todas estas interpretaciones son otra forma de mirar el pabellón, de cuestionarlo en su forma más pictórica y esencial. Es una anulación de su expresión donde el esqueleto del edificio cobra un nuevo sentido. Pero al mismo tiempo no es un cambio que solo se percibe de forma visual, sino que también cambia la forma en que los visitantes nos relacionamos con el espacio, cómo nos movemos, en qué nos fijamos o qué queremos tocar.
En la inauguración se ha celebrado una mesa redonda abierta al público con los autores de la propuesta, Anna & Eugeni Bach, y los arquitectos María Langarita y Carlos Quintáns, en un diálogo que ha partido de las reflexiones del arquitecto y académico finlandés Juhani Pallasmaa –con el que los autores habían compartido la visión del proyecto. La mesa ha girado en torno a temas como la autenticidad, el espacio, la blancura o la importancia de la materialidad, pero también se ha desarrollado a través de temas y cuestiones interesantes que han surgido a lo largo de la semana.
Tras una semana de desmaterialización previa, y después de los once días que va a durar la intervención, el 27 de noviembre el pabellón empezará a recuperar su materialidad en un proceso performativo a través del desmontaje de los vinilos blancos para dar fin a esta transformación, que culminará el día 28. Volveremos a ver esas inconfundibles paredes cubiertas de travertino, mármol y ónice dorado, y se volverán a descubrir los ricos materiales que convirtieron la obra de Mies van der Rohe en un símbolo de la arquitectura del siglo XX. Una rematerialización que forma parte de esta intervención que, aunque para muchos pueda parecer corta, hará que no volvamos a mirar el pabellón de la misma manera.
Al tratarse de una maqueta a escala 1:1 todos los vinilos esconden sus ricos materiales, pero al mismo tiempo sirven de herramienta para descubrir otros conceptos muy interesantes como la visibilidad de las juntas, los colores de los ventanales o el cambio de percepción en la sonoridad y las sombras del espacio. Todas estas interpretaciones son otra forma de mirar el pabellón, de cuestionarlo en su forma más pictórica y esencial. Es una anulación de su expresión donde el esqueleto del edificio cobra un nuevo sentido. Pero al mismo tiempo no es un cambio que solo se percibe de forma visual, sino que también cambia la forma en que los visitantes nos relacionamos con el espacio, cómo nos movemos, en qué nos fijamos o qué queremos tocar.
En la inauguración se ha celebrado una mesa redonda abierta al público con los autores de la propuesta, Anna & Eugeni Bach, y los arquitectos María Langarita y Carlos Quintáns, en un diálogo que ha partido de las reflexiones del arquitecto y académico finlandés Juhani Pallasmaa –con el que los autores habían compartido la visión del proyecto. La mesa ha girado en torno a temas como la autenticidad, el espacio, la blancura o la importancia de la materialidad, pero también se ha desarrollado a través de temas y cuestiones interesantes que han surgido a lo largo de la semana.
Tras una semana de desmaterialización previa, y después de los once días que va a durar la intervención, el 27 de noviembre el pabellón empezará a recuperar su materialidad en un proceso performativo a través del desmontaje de los vinilos blancos para dar fin a esta transformación, que culminará el día 28. Volveremos a ver esas inconfundibles paredes cubiertas de travertino, mármol y ónice dorado, y se volverán a descubrir los ricos materiales que convirtieron la obra de Mies van der Rohe en un símbolo de la arquitectura del siglo XX. Una rematerialización que forma parte de esta intervención que, aunque para muchos pueda parecer corta, hará que no volvamos a mirar el pabellón de la misma manera.
Mies Missing Materiality es una intervención de Anna & Eugeni Bach que podrá visitarse hasta el 28 de noviembre en el Pabellón Mies van der Rohe, Av. de Francesc Ferrer i Guàrdia 7, Barcelona.