Cinco años fuera del circuito de las pasarelas. Tiempo suficiente para que el pulso se ralentice, para que la mirada se afile. María Escoté no vuelve; se reescribe. Y en esta reescritura hay espacio tanto para la nostalgia como para el residuo brillante de todo lo aprendido. Regresa a su ciudad, Barcelona, en el marco de la 080, con una propuesta que es manifiesto y celebración de sus casi veinte años en la industria.
Esta vez, lo hace con una colaboración tan inesperada como elocuente. Porque si hay alguien que entiende de superpoderes es una madre diseñando en una industria que poco entiende de la conciliación. Superman, el ícono de capa roja, irrumpe en su universo no como símbolo de fuerza invulnerable, sino como reflejo de nuestras fragilidades. “Ese gesto de ponerse la capa, de usar una prenda como símbolo de poder y propósito, me parece muy potente”, dice Escoté. “¿Y quién no ha sentido, alguna vez, que la moda es también una forma de protegerse?”.
Hay cristales de Swarovski y tejidos técnicos. Hay sastrería tridimensional y camisas recicladas que ahora son bolsos o botas. Pero, sobre todo, hay un hilo emocional (casi secreto) que une cada prenda: la certeza de que la moda también es memoria. Y búsqueda. “Esta colección es, en muchos sentidos, una síntesis de todo lo aprendido, pero también una forma de seguir buscando y creciendo”.
Han pasado cinco años desde tu último desfile. ¿Qué significa para ti volver a la pasarela, y más aún, hacerlo en Barcelona?
Me siento muy feliz. Era algo que tenía muchas ganas de hacer: volver a experimentar esa adrenalina, esos nervios que implica crear este tipo de prendas tan especiales, pero, sobre todo, la emoción de volver a desfilar. Vuelvo con más madurez, con más experiencia. Quiero demostrar que, aunque en estos cinco años me he centrado más en la parte empresarial y comercial, he estado aprendiendo mucho sobre lo que implica dirigir una gran empresa. Siento que esta colección refleja una evolución natural de todo lo que ha sido mi carrera hasta ahora.
Durante este tiempo alejada de las pasarelas, ¿cómo ha evolucionado tu manera de entender la moda?
La moda ha atravesado un momento de cambios importantes. No es la misma que aquella con la que empecé hace casi veinte años, cuando tenía dieciocho y comencé a estudiar diseño. Ha habido una evolución lógica y social marcada por todo lo que estamos viviendo: la irrupción de la era digital, los avances tecnológicos, etc. Todo eso ha transformado la forma en que concebimos y consumimos moda.
Personalmente, estoy en un momento en el que añoro un poco aquellos primeros años, ese tipo de trabajos más manuales, esa forma de hacer moda más pausada. Justamente, lo que he querido hacer en este desfile es darme ese regalo: volver a esa esencia.
¿Y cómo se traduce todo esto en tus prendas?
He creado una colección muy trabajada, con un proceso orgánico y artesanal. Son prendas construidas a partir de drapeados, con tejidos innovadores, pero siempre desde ese lugar más íntimo y cuidado del diseño.
Esta colección se siente como un manifiesto de tu trayectoria.
Sí, totalmente. Reúne muchas de las técnicas, tejidos e intereses que he ido desarrollando a lo largo de mi carrera. El drapeado, por ejemplo, está presente en todas las prendas; es un lenguaje muy mío. También he experimentado con el denim desde un enfoque técnico, y he trabajado una línea de punto, de tricot, que es algo que me apasiona y que siempre ha funcionado muy bien para la marca.
Quise explorar todas esas cosas que me han interesado durante estos años: el punto, lo desestructurado, los materiales técnicos, los estampados en 3D. Pero hacerlo desde un lugar más maduro, más evolucionado. Darles una nueva lectura, una nueva forma de expresión. Esta colección es, en muchos sentidos, una síntesis de todo lo aprendido, pero también una forma de seguir buscando y creciendo.
“Desde el inicio de mi carrera he usado herramientas tecnológicas para expandirme y para conectar de forma más directa con el público. Soy una apasionada de la tecnología”.
Antes comentabas que la industria ha cambiado mucho, sobre todo en el plano tecnológico. ¿Tú cómo estás viviendo ese cambio? ¿Has empezado a usar, por ejemplo, la IA en tu trabajo?
Creo que en este aspecto siempre he sido bastante innovadora. El concepto ‘see now buy now’, por ejemplo, lo apliqué muy temprano. Fui la primera diseñadora en este país (y casi fuera también) en apostar por vender justo después de un desfile. También fui de las primeras en cerrar una tienda física para centrarme en el e-commerce, en crear una web y en salir al mercado chino.
Desde el inicio de mi carrera he usado herramientas tecnológicas para expandirme y para conectar de forma más directa con el público. Soy una apasionada de la tecnología. Es cierto que ha evolucionado muy rápido y, como todo, tiene sus pros y sus contras, pero sin duda es una herramienta imprescindible hoy en día, no solo para el diseño y la moda, sino para toda la sociedad.
Superman es el eje de este desfile. ¿Por qué él? ¿Qué valores suyos querías trasladar a las prendas?
Justo ahora se va a estrenar la nueva película y fue una gran fuente de inspiración. Siempre ha sido uno de mis superhéroes favoritos, sobre todo por esa fortaleza que representa y por su lucha por la justicia. Me encanta cómo, a través de la moda, se transforma para salir a salvar el mundo. Ese gesto de ponerse la capa, de usar una prenda como símbolo de poder y propósito, me parece muy potente.
En la colección he querido trabajar justo eso: cómo una prenda puede envolverte, darte fuerza y ayudarte a salir cada día a enfrentarte al mundo, a los imprevistos, a la vida real. Para mí, Superman representa esa búsqueda de justicia y ese compromiso, y eso es lo que más me interesa de él. Me parece uno de los superhéroes más contemporáneos por los valores que encarna.
Y además veo que hay un gran trabajo de upcycling. ¿Cómo lo has integrado?
Hay un gran trabajo de upcycling que también conecta con los valores de Superman. Él siempre trata de reaprovechar lo que tiene, de convertir lo cotidiano en algo poderoso. Por ejemplo, las botas están hechas a partir de prendas recicladas, como americanas y camisas. También los bolsos, como este inspirado en Superman, están confeccionados con camisetas y retales. La idea es demostrar que se pueden crear piezas artesanales, de lujo y muy elaboradas, a partir de materiales reutilizados. Como en el caso del vestido con capa: los retales de la camisa se transforman en un bolso, en una capa, en una historia.
Si imagináramos a la moda como una superheroína en un mundo que a veces puede ser tan complejo, ¿cuál crees que sería su superpoder y por qué?
Para mí, la moda es una forma de expresión, no solo en momentos específicos, sino en la vida misma, en lo cotidiano. Cada mañana, cuando te vistes, estás tomando una decisión que dice algo sobre ti. Tal vez tu has elegido vestirte de negro porque ese look, de alguna manera, te da la fuerza para levantarte y salir a hacer tu trabajo. Como sociedad, no siempre somos plenamente conscientes de eso.
Hoy en día existe una mayor sensibilidad hacia la moda, pero yo la entiendo sobre todo como una herramienta de identidad. Es un lenguaje silencioso que utilizamos para mostrarnos tal como somos, incluso antes de hablar. Además, la moda funciona como un código compartido. A través de ella, las comunidades se reconocen, se encuentran y se unen. Tiene ese valor simbólico y emocional que la convierte en una de las formas de expresión más potentes que tenemos. Para mí, la moda es, sin duda, uno de los principales medios a través de los cuales construimos y comunicamos quienes somos.
“El verdadero villano somos nosotros mismos. Nuestra necesidad constante de aparentar, ese impulso del ego que nos lleva a querer tener siempre algo nuevo”.
¿Y cuál es el ‘villano’ que sigue acechando la industria?
El verdadero villano somos nosotros mismos. Nuestra necesidad constante de aparentar, ese impulso del ego que nos lleva a querer tener siempre algo nuevo. Muchas veces se culpa a la industria, pero en realidad, la industria responde a lo que demandamos. Somos quienes la dirigimos con nuestros hábitos de consumo. El cambio, entonces, empieza por uno.
Si decido no consumir fast fashion esta temporada, o evitar prendas que no reflejan los valores con los que me identifico, tengo el poder de hacerlo. Y si como sociedad dejáramos de malgastar, de consumir de forma impulsiva y sin conciencia, el impacto sería enorme. El mayor villano no es la moda. La moda, en el fondo, está a nuestra disposición; somos nosotros quienes debemos decidir cómo y para qué la usamos.
Parece que estamos atravesando una nueva recesión en la moda, los básicos y los colores neutros están por todas partes. Sin embargo, tus diseños siempre han destacado por ser atrevidos, coloridos y eclécticos. ¿Cómo ves esta tendencia hacia la sobriedad? ¿Crees que la gente está dejando de arriesgar en su forma de vestir?
Hay un problema de masificación y eso, para mí, es muy preocupante porque muchas veces implica la pérdida de identidad. Lo más interesante, tanto a nivel individual como colectivo, es que cada persona tenga una identidad propia, algo que la diferencie. Me preocupa ver que cada vez más gente quiere vestir igual, seguir el mismo estilo y que casi nadie se atreve a arriesgar. Me da pena, sinceramente, porque me encantaría vivir en una sociedad en la que cada persona tuviese un estilo propio, en la que se valorara la experimentación y la diferencia.
Y aunque aún cuesta, sí que siento que las nuevas generaciones, que al fin y al cabo son nuestro futuro, están empezando a ser más conscientes. Plataformas que promueven el reciclaje y el upcycling están funcionando muy bien, y eso demuestra que cada vez hay más interés por prendas únicas, por recuperar piezas antiguas que no se encuentran en las grandes cadenas.
Creo que hemos pasado por un momento de masividad excesiva, pero justamente por eso ahora se empieza a valorar más lo exclusivo, lo diferente. Y en cuanto al color, al minimalismo o no, creo que son ciclos, tendencias que vienen y van. Todo es circular.
El año que viene cumples VEINTE años en la moda. Si pudieras escribirle una nota a María de 2004, ¿qué le dirías?
Que lo haga todo igual, Con los mismos errores, con las mismas victorias. Todo igual, pero disfrutando un poco más del camino. Porque a veces sufrí más de lo necesario. Le diría: vuelve a vivirlo todo… pero con más alegría.
¿Y si recibieras una nota de la María Escoté de 2044, qué te gustaría que dijera?
María, lo hiciste muy bien. Estoy muy orgullosa de ti.