Un aliento contenido. Así es la tensión narrativa de Libélulas, la ópera prima de Luc Knowles. Un disparo al corazón donde las que aprietan el gatillo son sus protagonistas: dos mujeres con muchísima fuerza, dentro y fuera de la pantalla. Nos referimos, claro está, a Olivia Baglivi y Milena Smit. Tras el éxito cosechado en este pasado festival de Málaga, donde fueron una de las mayores sorpresas del certamen, Libélulas se estrena hoy en los cines.
“El reto era retratar una historia de amor, pero desde todas las perspectivas: el amor por tu hermana, por tu madre, por tus amigos… Aunque el valor universal que más marcado está es el de la amistad”, nos cuenta Luc el día que presentaron la película a la prensa, en Madrid. Es natural embelesarse con la fragilidad emocional de Libélulas. El vínculo que une a Cata (Milena) y a Alex (Olivia) es real, muy real. Tan cierto como que las actrices se llamaban mutuamente por el nombre de sus personajes incluso cuando no estaban rodando. Intrigada ante cómo diferenciaban a la persona de la ficción, entre risas responden que “hacían crucis” con los dedos. Y me enseñan el gesto. “Se ha dado de forma natural, pero Olivia es ahora mismo mi mejor amiga”, dice Milena, y le dedica una mirada de cariño a su compañera. Llevan toda la entrevista dándose la mano.
“Tenemos tanto apego a los personajes que incluso imaginábamos versiones alternativas del final, y llorábamos al contarnoslas”, comentan emocionadas. Me chivan que para ayudarse a interpretar, incluso se escribían la una a la otra notas y cartas, y se las leían justo antes de empezar a grabar.
Como si se tratase del propio insecto que titula el film, estas dos amigas habitan en la naturaleza. Una naturaleza salvaje pero que, lejos de liberarlas, las oprime y enjaula. “Quería crear un contrapunto entre la crudeza y la estética”, explica el director. La acción transcurre en la sierra madrileña, y es precisamente este verde el que contrasta con la desesperanza de las jóvenes. “El espacio donde se desarrolla la película no responde a un universo concreto, y eso creo que es un acierto porque no te permite dudar de lo que se cuenta”, comenta Olivia.
De lo que no dudamos nosotros es que esta película es una pequeña joya que bien merece disfrutarse en la gran pantalla.
“Tenemos tanto apego a los personajes que incluso imaginábamos versiones alternativas del final, y llorábamos al contarnoslas”, comentan emocionadas. Me chivan que para ayudarse a interpretar, incluso se escribían la una a la otra notas y cartas, y se las leían justo antes de empezar a grabar.
Como si se tratase del propio insecto que titula el film, estas dos amigas habitan en la naturaleza. Una naturaleza salvaje pero que, lejos de liberarlas, las oprime y enjaula. “Quería crear un contrapunto entre la crudeza y la estética”, explica el director. La acción transcurre en la sierra madrileña, y es precisamente este verde el que contrasta con la desesperanza de las jóvenes. “El espacio donde se desarrolla la película no responde a un universo concreto, y eso creo que es un acierto porque no te permite dudar de lo que se cuenta”, comenta Olivia.
De lo que no dudamos nosotros es que esta película es una pequeña joya que bien merece disfrutarse en la gran pantalla.