Desde siempre, Lhara ha tenido claro su camino: escribir, componer y crear música para entender el mundo donde habita. Su inquietud nos gusta, su evolución constante nos atrapa, su voz nos engancha y sus letras nos atraviesan. Si Por ké ibas a mentirme (2020) nace desde la inocencia y Andrómeda (2023) tontea con la ironía, en Manos en la mesa (2025), su último álbum, se desnuda emocionalmente para poder dejar atrás sus complejos.
El álbum es un encuentro de doce personajes de una misma familia (la suya) que hablan, entre susurros, de sus deseos, contradicciones y verdades más crudas: Ofelia le canta a su inocencia; Juno, a su impulsividad. No se trata de un qué, sino de un quién, pues todos los temas no son más que fragmentos de la propia artista. A través de géneros como el witch-house, el funk o el trap, la artista nos invita a un viaje interior por muchos de los rincones de su ser. Hoy se abre con nosotros en una entrevista que recorre los puntos clave de su carrera, su identidad y, sobre todo, su universo sonoro.
Si tu voz y tu trabajo desaparecieran durante una semana, ¿cómo le explicarías a alguien que no te conoce quién es Lhara?¿Qué le explicarías?
Lhara es un constante cambio; un sonido y proyecto en evolución constante. Es una apuesta personal y decidida que tira por lo electrónico y visual, creando escenas y personajes a través de sus canciones. Creo que es como mejor podría definirlo.
Por suerte hablamos de imposibles, porque la música siempre encuentra una manera de prevalecer y quedarse. ¿Recuerdas en qué momento sentiste que querías dedicarte a ella?
Desde siempre he sentido la necesidad de escribir, cantar o crear de alguna manera. Creo que estaba en mí desde que empecé a tener conciencia, y siempre tuve claro que la música era lo que quería hacer. Fuera desde la perspectiva que fuera.
Desde entonces has dado forma a dos álbumes: Por ké ibas a mentirme en 2020 y Andrómeda en 2023. Si te pido que pienses en ellos, ¿a qué momentos de tu vida vuelves?
Ambos me recuerdan a un momento bastante oscuro de mi vida en el que estaba lidiando con ciertas historias que marcaron muy fuertemente ambos álbumes. Aún así, Por ké ibas a mentirme tiene un toque de inocencia e ilusión, era más pequeña y estaba descubriéndome. Con Andrómeda, sin embargo, veo un punto más amargo e irónico, en el que había perdido esa ilusión que caracterizaba el principio.
Y ahora, de manera más reciente, llega Manos en la mesa, tu tercer álbum de estudio. ¿Bajo qué contexto y qué necesidad te lleva a componer esta vez?
Esta vez quería disfrutar. Deshacerme de todos los complejos que me habían acompañado hasta entonces, hablar de lo que había marcado mi vida y abrirme en canal, sin filtros. Quería enseñar lo que era Lhara y todo el entorno que la había acompañado, de ahí todos esos personajes. Y quería poder disfrutar de ello.
En una entrevista comentas que tus dibujos han tenido un papel fundamental a la hora de construir el proyecto. ¿De qué manera dialogan estas dos disciplinas y qué papel juega la pintura en tu trabajo?
Me encanta pintar todo aquello compongo. Muchas veces las canciones empiezan con personajes o historias que dibujo. De hecho, en la música que hago siempre hay muchos samples, ya que me gusta que las canciones casi puedan verse, como si fueran mini películas sonoras.
Hablas de pecados, sombras a las que has dado voz a través de miembros de una familia imaginaria. Cuéntanos más sobre esta idea y cómo se ha tejido.
Todo empezó a través de un diagrama familiar sobre el que empecé a trabajar con mi psicóloga. A raíz de esto, empecé a interesarme mucho por las relaciones familiares y sus consecuencias en la vida adulta, y empezaron a surgir estos personajes inspirados en personas que me habían rodeado o que incluso habían formado parte de mi infancia. Poco a poco fui dándoles voz y letra, y todo fue cayendo en su sitio. Hasta que se convirtió en Manos en la mesa.
Manos en la mesa (Opening) abre con una energía muy concreta que nos acompaña durante todo el disco. ¿Qué intención se esconde tras tu decisión y por qué la escoges como carta de presentación?
Esta canción tiene una energía muy potente pero oscura a la vez. Es muy irónica. Y creo que esa era la intención principal del disco: que fuera oscuro e irónico, con ciertos puntos de luz, pero que tuviera mucha percusión y se sintiera fuerte.
“Me encanta pintar todo aquello compongo. Muchas veces las canciones empiezan con personajes o historias que dibujo.”
La picardía y crudeza de Juno y K.Boggs contrasta con la fantasía que nos puede inspirar Ofelia e incluso Meemee. ¿Consideras cada tema un pedazo de tus sentimientos y pensamientos?
Sí, cada uno de ellos forma parte de mí de alguna manera. Todos los personajes del disco están inspirados en experiencias propias o muy cercanas, por lo que todas ellas las siento mías.
Si es así y son partes de ti misma ¿cuál es la canción que más disfrutas y cuál la que más temes?
Creo que la que más me gusta es Ofelia, esa inocencia y dulzura me transmiten mucha ternura, y también me han permitido abrirme a gente maravillosa. Por otro lado, creo que Juno y su descontrol es el que más miedo me da. Me ha llevado a cometer errores y a hacer daño a aquellos que más quiero.
Dulce condena es una reinterpretación de la canción de Los Rodríguez, que habla de un amor que ya ha acabado pero sigue doliendo. ¿De qué manera conecta con lo que tú quieres contar?
La familia a veces es uno de los amores más complicados que tenemos. Hay tantas historias detrás que se cruzan y mezclan, que es difícil de entender. Cuesta separarse de aquellos a los que tanto quieres aunque a veces no te convengan. Y a veces la familia es uno de ellos.

En la review de ACERO se habla del viaje sonoro que realizas en el disco, donde te mueves del witch-house al funk, y del trap y el amapiano al reggaetón alienígena. ¿Cómo has vivido este camino de producción? ¿Qué importancia tienen estos ritmos en temas como Don-Bill$ o Mirra-Sucio!!?
Para este disco hemos dado muchas vueltas con la producción. Ha sido todo un viaje. Inicialmente había muchas reverbs y muchos sintes, pero luego decidimos vaciarlo todo. Queríamos que cada personaje tuviera un ritmo asociado, pero que todos ellos sonaran fuertes y de alguna manera industriales. Hay martillos, metales, de todo.
En Don-Bill$ optamos por un reggaetón mucho más sucio y potente que acompañara a la agresividad de este personaje. Al igual que en Mirra-Sucio!!, que tiene un patrón de trap super oscuro mezclado con gritos de fondo que lo hacen muy dark y angustioso. Hemos querido aprovechar el carácter y la energía de cada patrón rítmico para jugar con las características de los personajes.
En Don-Bill$ optamos por un reggaetón mucho más sucio y potente que acompañara a la agresividad de este personaje. Al igual que en Mirra-Sucio!!, que tiene un patrón de trap super oscuro mezclado con gritos de fondo que lo hacen muy dark y angustioso. Hemos querido aprovechar el carácter y la energía de cada patrón rítmico para jugar con las características de los personajes.
Si tuvieras que identificarte con un personaje, un ritmo y un pecado del disco, ¿cuáles serían?
Creo que me identifico mucho con Juno y su impulsividad. Pero sin duda, de lo que más he pecado en esta vida es de inocencia, así que en este caso, Ofelia también se vendría conmigo. En cuanto a patrones rítmicos, el reggaetón siempre se me hace muy juguetón y divertido, así que sin duda me quedaría con Don.
Y al hablar de este proceso y conocer la profundidad del álbum, se me hace inevitable preguntar ¿qué es lo más impactante que ha aprendido Lhara de sí misma?
Que todavía tengo mucho que trabajar. Cuanto más ahondo, más encuentro y más aprendo, tanto a nivel personal como musical. Ha sido un proceso muy enriquecedor la verdad.
¿Qué podemos esperar de ti en un futuro?
Mucha experimentación y música. Me encanta probar cosas nuevas, así que estoy deseando seguir descubriendo nuevas partes de mí y de mi proyecto.
