A falta de dos días para despedir el 2020, Pierre Cardin nos decía adiós para siempre. El diseñador francés de origen italiano, también conocido como ‘el rey de las licencias’ o ‘el padre del prêt-à-porter’, fallecía a los 98 años poniendo fin a una vida marcada por la renovación continua, los esfuerzos por democratizar la moda y la pasión que profesaba hacia “el oficio más bonito del mundo”. Ahora, La casa de Cardin, el documental que repasa la vida del visionario incansable, llega a Filmin, siendo el propio creador quien nos adentra en su mundo, futurista y colorido, de la mano de amigos de la Maison.
Pierre Cardin nunca dejó de crear. Desde que entrase a trabajar en los talleres de Jeanne Paquin, Elsa Schiaparelli y Christian Dior (donde fue jefe de taller) en el París de los años cuarenta, hasta el fin de sus días, tal y como nos muestra el documental, que recoge la trayectoria de uno de los diseñadores más prolíficos de la historia de la moda. Y es que el legado de Cardin, cuyo nombre real era Pietro Cardini, trascendió los límites de la ropa para extenderse a un sinfín de objetos, decorativos y funcionales, gracias al sistema de licencias. ¿Quién no ha tenido una corbata, un juego de toallas o un perfume con su nombre? Defensor de que el objetivo final de la moda es llevarla puesta, luchó a contracorriente por acercar su arte a los ciudadanos de a pie, renegando de las esferas elitistas y oponiéndose a la Chambre Syndicale, encargada de dictaminar qué casas pertenecían a la alta costura y de la que acabó siendo expulsado.
El documental recoge a la perfección su afán por democratizar, globalizar y diversificar la moda. Mientras los couturiers más codiciados de la época trataban de conquistar París venciendo a sus competidores directos, Cardin viajó por todo el mundo expandiendo su imperio, siendo uno de los primeros en mirar hacia Asia. “Hubo una época en la que, si preguntabas en un colegio chino quién era el presidente de Francia, la mayoría de niños y niñas decían Pierre Cardin”, explica una de las entrevistadas, aludiendo al impacto que la moda de aires futuristas tuvo en Oriente. Pero no solo fue pionero en la conquista de territorios que hasta entonces parecían no contemplarse en el circuito internacional de la moda. También fue uno de los primeros en subir a modelos no caucásicas a la pasarela. Primero fue la japonesa Hiroko Matsumoto, a quien el diseñador franco-italiano convirtió en su gran musa. Después vendrían maniquíes negras (siendo Naomi Campbell, quien aparece en el documental, una de ellas), y mujeres que rompían con el canon de belleza del París de posguerra.
Desde Sharon Stone hasta Alice Cooper, pasando por el sobrino de Cardin o los distintos equipos de la Maison repartidos por todo el mundo. Son muchos los colaboradores que se prestan a dar su testimonio en el filme de hora y media de duración, en el que el propio diseñador explica, aún en vida, su particular y revolucionaria concepción de la moda, alejada de la soberbia, los egos y la homogeneidad que imperaban en la alta costura. Sus diseños llegaron a desfilar en la Gran Muralla China, poniendo la nota de color en un país donde todo parecía ser gris. Y la carrera espacial de los años sesenta influyó en su obra, siempre proyectada hacia el futuro y la funcionalidad. A principios de los setenta inauguró el Espace Cardin, destinado al descubrimiento de nuevos talentos, en consonancia con el amor que profesaba con el arte en todas sus formas. Una pasión que, unida a un esfuerzo incansable por redefinir los cimientos de la moda, hicieron de Cardin un auténtico genio.
El documental recoge a la perfección su afán por democratizar, globalizar y diversificar la moda. Mientras los couturiers más codiciados de la época trataban de conquistar París venciendo a sus competidores directos, Cardin viajó por todo el mundo expandiendo su imperio, siendo uno de los primeros en mirar hacia Asia. “Hubo una época en la que, si preguntabas en un colegio chino quién era el presidente de Francia, la mayoría de niños y niñas decían Pierre Cardin”, explica una de las entrevistadas, aludiendo al impacto que la moda de aires futuristas tuvo en Oriente. Pero no solo fue pionero en la conquista de territorios que hasta entonces parecían no contemplarse en el circuito internacional de la moda. También fue uno de los primeros en subir a modelos no caucásicas a la pasarela. Primero fue la japonesa Hiroko Matsumoto, a quien el diseñador franco-italiano convirtió en su gran musa. Después vendrían maniquíes negras (siendo Naomi Campbell, quien aparece en el documental, una de ellas), y mujeres que rompían con el canon de belleza del París de posguerra.
Desde Sharon Stone hasta Alice Cooper, pasando por el sobrino de Cardin o los distintos equipos de la Maison repartidos por todo el mundo. Son muchos los colaboradores que se prestan a dar su testimonio en el filme de hora y media de duración, en el que el propio diseñador explica, aún en vida, su particular y revolucionaria concepción de la moda, alejada de la soberbia, los egos y la homogeneidad que imperaban en la alta costura. Sus diseños llegaron a desfilar en la Gran Muralla China, poniendo la nota de color en un país donde todo parecía ser gris. Y la carrera espacial de los años sesenta influyó en su obra, siempre proyectada hacia el futuro y la funcionalidad. A principios de los setenta inauguró el Espace Cardin, destinado al descubrimiento de nuevos talentos, en consonancia con el amor que profesaba con el arte en todas sus formas. Una pasión que, unida a un esfuerzo incansable por redefinir los cimientos de la moda, hicieron de Cardin un auténtico genio.