Nos reunimos con Jana Montllor para conversar sobre su primera película, On eres quan hi eres?, que llega al D’A Film Festival de Barcelona después de su paso por el Festival de Cine de Málaga. En este filme aborda, desde el trabajo documental, cómo era la relación personal con su padre, el cantautor Ovidi Montllor.
¿Qué sucede cuando la memoria colectiva se superpone a la memoria íntima? La cineasta nos regala una carta filmada llena de vida en la que esculpe una reflexión sobre la memoria, explorando sus recovecos, para hallar respuesta a por qué no recuerda cómo era el vínculo interno con su padre, rindiéndole un homenaje.

Te quería preguntar para empezar por el colectivo La Selva. Tú eres fundadora, ¿no?
Sí, soy fundadora.
¿Cómo fue el proceso de partir del colectivo a buscar algo más personal?
Creo que es imprescindible el colectivo La Selva para entender hasta dónde ha llegado la peli porque la idea de un docu sobre Ovidi estaba desde hacía más tiempo. Con La Selva empezamos a trabajar el tema y fueron sobre todo mis compañeras, Lúcia Dapena y Liliana Díaz, que me fueron ayudando a entender que no podía ser una película sobre Ovidi, que si lo explicaba yo tenía que partir de otro lugar, ya que era su hija.
Y te encaminaste hacia el ensayo.
Y me encaminé hacia el ensayo. Pero fue un proceso muy lento en el que ellas tienen mucho que ver, con mucha paciencia me fueron ayudando a llegar a esto. Y, de hecho, es a través de La Selva que la película es íntima.
Te licenciaste en Humanidades en la UPF, te has formado en Antropología Visual y también has trabajado como docente. ¿Cómo crees que te ha afectado tu formación la hora de concebir tu primer largometraje?
Para mí ha sido un reto. Justamente me pasaba mucho con la antropología visual, sentía que muchas veces en los documentales se caía en el ‘busto parlante’, y yo quería mucho salir de allí. La misma antropología visual me ayudó a reflexionar sobre cómo desde la imagen podía explicar otras muchas cosas sin tener que recurrir al recurso del busto parlante. Sí, yo creo que la antropología visual me ha dado claves para intentar ir más hacia el ensayo.

Una de las cosas que dijiste en el coloquio es que lo que más te costó encontrar fueron las voces en off. ¿Cómo fue este proceso? ¿Cómo llegaste a esta idea de carta filmada?
Sí, la voz en off siempre está, desde el inicio. Es un poco lo que decíamos en el coloquio, sobre todo esta parte de la imagen está inspirada en los textos de Laura Marks. Es una teórica, no sé si la conoces. El libro se llama The Skin of the Film: Intercultural Cinema, Embodiment, and the Senses. Es muy guay porque ella habla precisamente de la memoria, pero sobre todo se centra mucho en estas memorias al margen, referenciando las memorias coloniales. Hay un momento en el que habla de cómo la memoria está al límite del lenguaje, que a mí esto me parece muy interesante, y cómo el cine también, porque no son fundamentalmente verbales.
Aquí yo creo que es donde encontré la ensambladura para intentar hallar la imagen misma, la forma de hablar de cosas que son difíciles de hablar normalmente. Porque la memoria está muy hecha de imágenes, de flashes, de olores, de cosas, a veces sin sentido. La voz en off ha hecho un cambio muy fuerte. Antes no le hablaba ni a Ovidi. En la versión final, con esa voz en off, yo le hablo directamente a mi padre. Casi hasta el mes antes de acabar el largometraje eso no era así.
Aquí yo creo que es donde encontré la ensambladura para intentar hallar la imagen misma, la forma de hablar de cosas que son difíciles de hablar normalmente. Porque la memoria está muy hecha de imágenes, de flashes, de olores, de cosas, a veces sin sentido. La voz en off ha hecho un cambio muy fuerte. Antes no le hablaba ni a Ovidi. En la versión final, con esa voz en off, yo le hablo directamente a mi padre. Casi hasta el mes antes de acabar el largometraje eso no era así.
¿Y qué pasó?
Me costaba muchísimo, era muy difícil para mí que la voz en off no fuera simplemente una guía para el espectador, sino un lugar donde acoger mi tránsito, mis emociones o algo así. Acabamos el periodo de edición y yo sentía que no estaba. Y me dijeron, bueno, tómate tres semanas.
Y lo que hice, creo que es la primera vez que explico esto, es tener un momento íntimo con la película, ya editada, y mirarla durante dos semanas como si estuviera teniendo un diálogo con mi padre a través de la película. Sin pensar en la edición, tratando de comprender qué me transmitían aquellas imágenes. De este diálogo surgió la voz en off final. Más o menos estaba perfilada, pero los momentos más densos de la voz en off, cuando me atrevo a preguntarme si me quería, por ejemplo, salen de allí, de este momento.
Y lo que hice, creo que es la primera vez que explico esto, es tener un momento íntimo con la película, ya editada, y mirarla durante dos semanas como si estuviera teniendo un diálogo con mi padre a través de la película. Sin pensar en la edición, tratando de comprender qué me transmitían aquellas imágenes. De este diálogo surgió la voz en off final. Más o menos estaba perfilada, pero los momentos más densos de la voz en off, cuando me atrevo a preguntarme si me quería, por ejemplo, salen de allí, de este momento.
¿Y en qué momento decidiste que no querías hacer un biopic?
Me hicieron dar cuenta de ello mis compañeras de guion. Ellas fueron en todo momento una base. Yo estaba muy anclada con esta visión pública de Ovidi, no me atrevía a entrar en el terreno personal. Y no me atrevía por muchas cosas.
La primera era enfrentar esta pregunta incómoda de por qué casi no tengo recuerdos de él, me costaba mucho. Y la otra, porque realmente sentía que no tenía material fílmico, ni visual, ni fotos. Miraba esto y pensaba, ¿qué cojones tengo que hacer? No tengo nada, no puedo. Ellas fueron muy valientes porque me decían, sí que tienes, Jana, olvídate de que tú no tienes imágenes, es igual. La peli se construirá. Me empujaron mucho a tener este acto de honestidad conmigo misma.
Por el camino fui encontrando lo que quería explicar, no fue de un día para el otro, sino gradual. Poco a poco se fue transformando, hasta que al final me llamaba mucho el tema de poder trabajar con lo experimental. Hasta que me dije: me tiro a la piscina, y si es lo que me apetece lo hago sin ningún problema.
La primera era enfrentar esta pregunta incómoda de por qué casi no tengo recuerdos de él, me costaba mucho. Y la otra, porque realmente sentía que no tenía material fílmico, ni visual, ni fotos. Miraba esto y pensaba, ¿qué cojones tengo que hacer? No tengo nada, no puedo. Ellas fueron muy valientes porque me decían, sí que tienes, Jana, olvídate de que tú no tienes imágenes, es igual. La peli se construirá. Me empujaron mucho a tener este acto de honestidad conmigo misma.
Por el camino fui encontrando lo que quería explicar, no fue de un día para el otro, sino gradual. Poco a poco se fue transformando, hasta que al final me llamaba mucho el tema de poder trabajar con lo experimental. Hasta que me dije: me tiro a la piscina, y si es lo que me apetece lo hago sin ningún problema.
Tú partías de la pregunta documental ¿dónde estabas cuando estabas?, que es el título de la película. Te quería preguntar, ¿dónde estaba Ovidi?
Dónde estaba Ovidi es lo que intento reabrir con la película. Yo creo que estaba un poco poniendo el trabajo en el centro de su vida. Esa es la respuesta más práctica como hija. Por otro lado, yo creo que también estaba lidiando con esta situación de mierda que le tocó vivir, que era cómo no poner en el centro lo que realmente quería, que era su…
“Ovidi era profundamente anticapitalista, su discurso iba mucho más allá de ir en contra del franquismo. Lo que siempre decía: el hecho es el mismo, los jodidos somos los de siempre.”
¿Su deseo por la vida?
Sí, la oportunidad de poder seguir comunicando a través de canciones, de discos. Yo pienso que esto lo rompió.
Creo que es Toti Soler quien explica que la década de los años ochenta fueron una época que entristecieron mucho a Ovidi. Fue una etapa que lo fue consumiendo poco a poco. ¿Qué pasó en estos años?
Hubo un silenciamiento bastante contundente. Ovidi hizo diez discos seguidos, sin cesar, de 1970 a 1980. Le fue bien, y además hizo la película que lo dio más fama, Furtivos, de José Luis Borau, en 1975. A nivel musical fue un polvorín. Le fue muy bien durante diez años, encontró su espacio y lo que Toti siempre dice es que él pronosticó esta situación.
Lo que pasó es que durante la Transición se dio la espalda a todos los músicos y artistas que habían luchado contra la dictadura. Lo que se decía entre bambalinas era que los cantautores daban una imagen triste y un discurso que ya no servía, de alguna manera, y que tenían que apostar por una imagen alegre, que daba más el rock. Y hubo, yo creo, unas políticas invisibles de silenciamiento.
De hecho, hay una película a la que le pasó lo mismo, el documental Rocío, de Fernando Ruiz Vergara. Salió en 1983 y la censuraron porque decían que no querían recordar aquel momento. Era lo que estaba pasando: no querían hacer memoria. Ovidi era profundamente anticapitalista, su discurso iba mucho más allá de ir en contra del franquismo; iba en contra del capital, de las políticas de explotación. Lo que siempre decía: el hecho es el mismo, los jodidos somos los de siempre. Yo creo que por eso ahora se ha retomado, porque se estaba silenciando algo que no ha acabado nunca. Es decir, que estamos en las mismas.
Lo que pasó es que durante la Transición se dio la espalda a todos los músicos y artistas que habían luchado contra la dictadura. Lo que se decía entre bambalinas era que los cantautores daban una imagen triste y un discurso que ya no servía, de alguna manera, y que tenían que apostar por una imagen alegre, que daba más el rock. Y hubo, yo creo, unas políticas invisibles de silenciamiento.
De hecho, hay una película a la que le pasó lo mismo, el documental Rocío, de Fernando Ruiz Vergara. Salió en 1983 y la censuraron porque decían que no querían recordar aquel momento. Era lo que estaba pasando: no querían hacer memoria. Ovidi era profundamente anticapitalista, su discurso iba mucho más allá de ir en contra del franquismo; iba en contra del capital, de las políticas de explotación. Lo que siempre decía: el hecho es el mismo, los jodidos somos los de siempre. Yo creo que por eso ahora se ha retomado, porque se estaba silenciando algo que no ha acabado nunca. Es decir, que estamos en las mismas.
¿Dónde estaba Jana?
¿Dónde estaba yo? Yo era una niña de quince años. Conociendo el mundo todavía, aprendiendo. Y después era una adolescente. Ya lo viste en la película, también hay autocrítica hacia donde estaba yo. No estaba haciéndome cargo de la muerte. Es muy difícil para una adolescente entender que estás explotando en la vida y que alguien se está muriendo. Es muy fuerte porque era muy evidente y me sorprendió mucho la muerte de mi padre.
¿No te lo esperabas?
No.

Tú también has dedicado una parte de tu vida a promulgar el legado de tu padre. ¿Cómo crees que las nuevas generaciones viven las canciones y la rabia de Ovidi?
Pues me tendrías que contestar tú.
Yo descubrí las canciones de Ovidi tarde, ya más de adulto. Pero creo que en algunos entornos concretos está muy presente, la gente lo vive y lo celebra como propio.
Creo que precisamente es actual ahora, y sobre todo desde el 2015, porque es cuando la crisis social, vital, política cada vez es más evidente y yo supongo que ahí florece otra vez. Quiero decir que es fácil vincularse.
De alguna manera, el documental también narra que se silenció la voz de tu padre. En este sentido, ¿crees que hoy en día existen procesos de censura?
Sí, creo que hoy en día existe la censura. Hay muchas formas de censurar. Sobre todo no programando, por ejemplo, o no invitando, o no ayudando a la visibilidad de una cantidad de colectivos. Opino que hay censura, aparte de la censura evidente del PP, creo que existen casos claros como el de Paco Bezerra. Existe muy claramente, y después también se da de formas más invisibles que son evidentes. Hay colectivos que no están tan programados ni visibles, y yo creo que es una forma de censura. Tanto colectivos racializados como LGTBQ+.
¿Qué pensaría Ovidi sobre la cultura de la cancelación?
Se me hace muy difícil contestar por mi padre. Creo que es completamente diferente la censura que la cancelación. Además, por la dirección que se hacen desde colectivos hegemónicos contra no hegemónicos. En el caso de la cancelación, estamos hablando de poner sobre la mesa el no poder decir ciertas cosas porque atenta contra las personas directamente y contra los derechos humanos.

Ahora que ya estás con el proceso de disfrutar la película y de compartirla, ¿qué ha cambiado en ti después de realizar este proyecto? ¿Qué has encontrado a partir de esas preguntas que te haces en el documental?
¿Te soy sincera?
Sí.
Me he encontrado mucho más cómoda en los espacios de creación, que no me lo había permitido tanto, por decirlo de alguna manera, y me han dado muchas ganas de escribir. Me he abierto. Yo siempre había escrito pero para mí misma, y este documental me ha dado la posibilidad de seguir haciendo cosas, cuidándome a mí y cuidando mis proyectos desde un espacio más saludable, de permitirme dar un espacio a mi vocación creativa. Esto ha cambiado bastante en mí porque antes no me respetaba tanto en este sentido.
O sea, te ha ayudado a abrirte.
Sí, me ha ayudado mucho a abrirme. Me pasa, por ejemplo, que pienso, no volveré a hablar de mí nunca más porque ya lo he dicho todo. Bueno, ya lo he dicho todo, no es verdad, pero he acabado un poco harta de mí misma. No sé si es un ego trip bastante importante, esta película. Pero no lo sé, porque muchas veces cuando escribo siempre pienso desde situaciones que me atraviesan a mí. No sé hasta qué punto se puede poner una barrera. Creo que para mí es bastante imposible. Y por otro lado, el hecho de abrir la película y enseñarla se me está haciendo un momento muy extraño.
¿No lo estás disfrutando tanto?
Todavía no. No es un momento malo, ni mucho menos, pero no lo sé, no estoy encontrando la manera de gestionarlo desde la tranquilidad.

Comporta una exposición, ¿no?
A mí no me afecta tanto exponerme. No sé qué es. Yo creo que también es hablar como hija de un personaje público, a veces da más miedo.
La gente ya tiene una idea muy marcada del que tiene que ser.
Exacto, de lo que tiene que ser y de lo que esperan. Tú, que has visto la película, has podido contemplar que no tiene nada que ver con lo que uno se espera, al menos si te esperas un biopic o una cosa así. Es un viaje muy personal. Supongo que esto le pasa a más gente, con toda esta complejidad es difícil soltarlo. Soltarlo y entender que cuando haces algo ya no es tuyo, en el sentido que es de las personas que lo vean, ¿no? Cada uno lo verá y lo apreciará o no a su manera y ya está. No pasa nada.
Es la primera vez que me enfrento en un proceso así y, sinceramente, no es fácil. Se me han despertado otra vez las ganas de seguir haciendo cosas. Eso sí que me ha pasado, ya estoy pensando en otras ideas y tengo unas ganas de creación dobladas. Pero después hay otra parte que no sabría decirte.
Es la primera vez que me enfrento en un proceso así y, sinceramente, no es fácil. Se me han despertado otra vez las ganas de seguir haciendo cosas. Eso sí que me ha pasado, ya estoy pensando en otras ideas y tengo unas ganas de creación dobladas. Pero después hay otra parte que no sabría decirte.
Agustina Comedi, a quien reivindicas, decía que durante las dos primeras películas, al menos, es muy difícil distanciarse de la experiencia vital. Que el resto ya supongo que pueden tomar otros caminos. Pero que los primeros encuentros con esto pasan por lo personal.
Totalmente. Pues estoy muy de acuerdo con Agustina Comedi. A mí me encanta ella. Quizás es esto. Estoy tan atravesada por la historia que no pensaba que me fuera a ser tan complicado. Bueno, tampoco es que sea complicado, pero sí, difícil de compartir. La exposición es muy rara, no sabría decirte.
